Forum Filias 1. El comienzo de una era y los tres poderosos.

Vīgintī octō

El destino y la eterna agonía de las almas

Luego de esa reunión furtiva entre MystῘcus y Sengua en la alcoba del gran Maestre y que ella estallara en lágrimas inconsolables y puede que incluso inacabables ambos se dirigieron hacia uno de los grandes salones en donde se encontraban los sucesores y la Corte.

Ambos con el fin de contar y rebelar el gran secreto que por mucho tiempo habían guardado. MystῘcus tardó mucho en convencer a Sengua, más de lo que tardó en hacer que todos los sucesores se reunieran junto a los ministros de la Corte.

Esperó pacientemente a que Sengua dejará ir las lágrimas por unos minutos pues solo de esa manera saldrían de la alcoba de él; y aunque no fue una tarea fácil convencerla logró hacerlo y con ese suceso entre manos y esa pequeña victoria esperaron unos minutos más para que Sengua lograra disimular, aunque fuera un poco las consecuencias de una sesión de autocompasión, culpa y tristeza llena de lágrimas y un rostro hinchado y rojizo.

No tardaron mucho tiempo más en salir y dirigirse al sitio de reunión ni mucho menos tardaron en llegar a este, pues en ocasiones como estas se podría decir que se tenía permitido romper las reglas impuestas por los ministros, la corte y aprobadas por él para usar magia y evitar a toda costa que alguna de las múltiples tareas de las cual debía hacerse cargo MystῘcus los hiciera retrasar más tiempo lo obvio e importante.

Es por eso que en el momento en que ambos se encontraban parados frente a la gran puerta del salón donde esperaba todos ya estuvieran reunidos se detuvieron un poco, después de todo en menos tiempo del que él tendrá conocimiento podría cambiar de manera abrupta el destino y futuro de uno de sus más files sirvientes y puede que amiga. Incluso el de él como todo poderoso.

MystῘcus se detuvo y pensó en como iniciar la reunión, en cómo afrontaría los rostros expectantes de los presentes ahí dentro, de su Khalifa y Erza, pero sobre todo cómo sería juzgado y cómo cambiaría la visión que tendrían de él los sucesores de él. Una pregunta era suficiente para englobar todo ese torbellino de emociones ¿Lo seguirían respetando luego de la verdad?

La mente de Sengua y su respiración le decía a MystῘcus que ella pasaba por el mismo dilema, dilema que le hacía preguntarse una y otra vez ¿Qué haré cuando ya no sea requería aquí? La respuesta parecía obvia, el valor escaso y las agallas nulas porque, aunque no quisiera admitirlo sabía que lo que se decidiera ahí adentro haría que él volviera con ella y él tendría suficiente poder en ella para hacerla flaquear sobre lo que debía hacer.

MystῘcus la miró, llenó sus pulmones con aire y estrechando el hombre de su acompañante dio un paso hacia al frente y empujó la madera de la gran puerta que los separaba de la verdad.

─Gracias por venir ─dijo y esperó a que Sengua entrara para cerrar la puerta y encantarle.

─¿Qué es lo que estás diciendo MystῘcus? ─Erza fue el primero en hablar, mientras que todos guardaban silencio y digerían lo que escuchado ─¿Por qué has hablado hasta ahora? ¿Cuánto tiempo has sabido de esto MystῘcus?

El ambiente era pesado, las mentes de todos se encontraban divagando entre un pensamiento y otro. Por un lado, estaban los sucesores de MystῘcus callados y observando la situación desde su lugar, claro que había dudas y contradicciones que hacían sus mentes trabajar al doble tratando de entender y enlazar cada hecho, cada palabra, todo.

Los nuevos solo observaban y se preguntaban qué tan malo era el hecho de la conexión existente entre los presentes y el mencionado; Nictofilia en el estupor de conocer la realidad de sus sospechas miró todo a su alrededor sin mirar ningún rostro en particular, pensando en todo lo que sospechaba y en cierta forma felicitándose por todos y cada uno de os aciertos que había hecho al dudar de Sengua, enfrentarla y lo mejor, defender y confiar en su instinto.

Los siguientes dos poderosos simplemente guardaban silencio, el segundo más poderoso simplemente se repetía una y otra vez cómo es que debía de guardar la calma y no reaccionar de manera inadecuada, el tercero haciendo uso de ese don deambulaba entre hombro y hombre y cada hablaba con cada uno de ellos convenciéndolos de guardar la calma.

─¿Por qué lo ocultaron? ─habló Cinefilia luego no escuchar una respuesta a las preguntas de Erza ─Digo, no sé si podré confiar en ustedes luego de saber esto. Díganme ¿Quién me asegura que nos estan diciendo la verdad y no nos ocultan nada más?

Las preguntas de Cinefilia eran válidas, pese a que Dendrofilia se encontrara en su hombro pidiéndole paciencia para obtener más información.

Se pensaría que lo normal sería un caos armado con justa razón, desenfreno y enojo por ocultar la verdad, pero aquellos que aún eran considerados no aptos para obtener el poder que residía en MystῘcus estaban mostrando mejor control que aquellos que lo conocían de toda una vida. Juvia era el que más calma tenía dentro de sí, observando todo, leyendo las mentes de cada uno de los ministros, MystῘcus, Sengua y comunicándose con los sucesores o al menos con los tres más poderosos.

Nictofilia lo miró, no dijo nada o hizo algún movimiento que pudiera revelar la conexión de pensamientos entre los amantas; de hecho, no duró demasiado el momento de profundo escrutinio y así como fue fugaz el momento de su llegada también lo fue la rapidez en la que desapareció.




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