Forzando el Amor [disponible en Fisico]

36.

⊷⊶⊷⊷⊶⊷《 KATHERIN 》⊷⊶⊷⊷⊶⊷

 

— Solo quiero que le digas la verdad, quiero que sepa que es mi hija ¿Es mucho pedir? — Esa voz parecía la de mi padrino, pero eso era imposible.

Es mi hija....

Es mi hija....


Esas palabras se repetían en mi cabeza una y otra vez, me era imposible moverme de la puerta, mis pies parecían pegados al suelo, el dolor de mi brazo y del resto de mi cuerpo pasaron a segundo plano.

Escuchaba la voz de Matthew lejana, sabía que me hablaba porque veía sus labios moverse, pero no escuchaba nada.

Me vi siendo guiada por su mano hasta la cafetería, un rato después de estar sentados en el lugar el rostro de Matthew se vio más claro y la preocupación que revelaba el mismo también.

— ¿Dime qué tú también escuchaste lo mismo que yo? — tal vez había escuchado mal, el efecto de la droga que me aplicaron, tal vez los brownies seguían en mi sistema.

— pues... — se veía nervioso, no entendía el porqué, estuvo evitando dar una respuesta hasta que Jonathan llegó a nuestro lado.

— Kathe — me saludo, pero su rostro siempre alegre en este momento se encontraba serio, parecía enojado.

— Jonathan, ¿Que te trae al hospital? — él hizo una mueca.

— Me gustaría saludar a Amelia, ya sabes, quiero ver cómo se encuentra, ¿Me llevas? — aunque sonrió, se vio muy forzado, o solo era impresión mía.

— Vamos — Matthew tomo mi mano y caminamos los tres hasta la habitación de mamá, tal vez del otro lado de la puerta se encontraba mi padre, podría conocer el rostro del hombre que nos abandonó.

Tragué hondo y abrí la puerta despacio, no quería ver a quien estaba del otro lado de la puerta, al abrir solo están mi padrino un poco sulfurado y mamá llorando.

Corrí a abrazarla, bueno, podía abrazarla con un brazo, pero algo es algo. Mi mayor debilidad era ver a mi mamá mal, mi corazón se quebraba en dos cuando la veía llorar, o pasar por algún predicamento.

— ¿Que sucede mamá? — ella se limpió las lágrimas.

— Estoy bien cariño — peino mi cabello — Hay algunas cosas que debo contarte, pero promete que pase lo que pase, escucharás hasta el final sin juzgar a nadie, ¿Sí? — hice una mueca, pero al ver su mirada retadora asentí con la cabeza.

Me señaló en sofá y me senté al lado de Matthew, Jonathan hablaba con Steven, más que hablar parecían pelear en voz baja, ¿De dónde se conocían?

Mamá carraspeó la garganta y Steven le hizo un gesto a Jonathan para que se sentara en la silla cercana a la ventana.

— Katherin sé que esto que te voy a decir es difícil, pero, Steven es tu verdadero padre — y soltó la bomba, así de golpe y sin anestesia.

Sentí mi boca caer al suelo de la impresión, todo este tiempo han estado mintiendo, en mi cara. La mano de Matthew apretó la mía y pude reaccionar.

— Todo este tiempo me han estado mintiendo, ¿Por qué? —

— Por mi madre — contestó Jonathan dejándome aún más desconcertada.

— ¿Qué? — Jonathan señaló a Steven.

— Él también es mi padre — solté mi mano del agarre de Matthew y la pasé repetidamente por mi rostro.

Había estado enamorada de mi hermano, había besado a mi propio hermano, aunque ambos estábamos algo ebrios, si él no me hubiese detenido habríamos terminado en algo más, con mi propio hermano, ¿Qué clase de persona era?

— ¿Cómo pasó eso? — pregunté en un susurro.

— Fácil, tu madre se metió en el matrimonio de mis padres, arruinando todo a su paso — sus palabras parecían veneno, nunca lo había visto en ese estado.

— Las cosas no son así Jonathan — le dijo Steven, mamá lloraba en silencio por las crueles palabras de Jonathan, aun así, no hice ningún movimiento de dónde estaba.

— ¿Entonces como fueron? ¡Dinos!, si no, ¿Cómo quieren que entendamos? — le grité. Ya me encontraba algo sulfurada.

— Calma amor — Matthew me tenía en un medio abrazo.

— Tienes que calmarte Katherin, sabes que puedes enfermar, solo escucha lo que Steven te va a decir, en calma, si no, lo dejamos para otro día — respire un poco mirando a mamá, quien desde la camilla me hacía muecas para que me quedara en silencio.

— Bien, escucho —

— El día que me enteré del embarazo de Amelia fue el día más feliz de mi vida, llevábamos varios años de relación y esa noticia simplemente reforzaba nuestro amor —

— Era un lunes, aunque no me gustaban para nada los lunes, ese lunes fue por completo especial, ese mismo día saliendo del doctor la llevé a casa y fui corriendo a la mía a contarle a mis padres, llevábamos un año de relación, mi madre estaba feliz, por otro lado, papá no tanto — se quedó mirando por la ventana.

— Les dije que no me importaba si estaban de acuerdo o no, iba a pedirle matrimonio a Amelia, e íbamos a vivir juntos con mi futuro hijo o hija, mi padre solo se rio en mi cara. Salí enojado de casa, no podía creer que no se alegrarán de mi felicidad, aun así, corrí al centro comercial y compré algunas pequeñas prendas de vestir para bebé, ropa para mamás y un hermoso anillo de compromiso, iba a proponerle matrimonio el fin de semana que llegaba.




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