Foscorllum

Capítulo veintitres

Y ahí estaba deleitándome con la dureza y perfección de su musculoso cuerpo, él no era el único que disfrutaba de esto. Fue entonces cuando acarició tiernamente mis mejillas seguramente sonrojadas y me besó permitiéndome disfrutar de su cálido aliento y sus carnosos labios, cerró nuestro beso con otro en la frente y dijo:

– Eres lo más importante para mí, siempre lo has sido.

- Tú lo eres para mi ahora, porque creo que... - Me callé de pronto, iba a decirle que lo amaba en una locura del momento, aunque no sé si lo siento de verdad. Es demasiado pronto, hasta para nosotros.

– ¿Qué? - Sus ojos me miraban curiosos.

– No es nada, olvídalo. – Bajé mi mirada avergonzada.

Él me acarició el cabello castaño y me dijo como si adivinase lo que iba a decirle.

– Sí no lo dices tú,  lo diré yo - Dió un suspiro - Te amo.

Fue entonces como si  algo en mi corazón nacía, un espacio que siempre estuvo reservado para él y que ahora ya estaba completamente preparado para dejarlo entrar del todo. Ahora sabía que lo sentía de verdad cuando hace unos minutos no estaba segura
Entonces dejé mi cobardía y le respondí con lo que sentía.

– También... Te amo.

Me abrazó me tomó por la cintura y sin esfuerzos nuestros pies ya no tocaban el suelo y sus negras alas se abatían en el viento que ya empezaba a ponerse gélido. Me besó mientras estábamos suspendidos en el aire, yo también lo besé, tanto como si fuera la última vez.

Luego bajamos lentamente y nos quedamos frente al riachuelo lleno de pececillos.

– Eh escrito algo... - Bajó la mirada y me sorprendió su nerviosismo - Una especie de poesía.

Mi lado cursi despertó inmediatamente, de hecho siempre ha estado allí, pero ahora está emocionada por escucharlo.

– ¿Y cómo es esa poesía?

– Habla de ti, sé que no soy un buen escritor, pero hice mi mejor esfuerzo.

– Amaré cualquier cosa que venga de ti. Y esa poesía, si me permites escucharla, serán desde ahora mis versos favoritos. - Me atreví a acariciar su mano y una sonrisa se dibujó en su rostro mirándome tiernamente.

– Nunca encontraré a nadie como tú, a pesar de todo lo que he buscado durante tantos años, no hay alma que se te parezca en lo más mínimo. Eres simplemente tú, la única que soy capaz de amar.

Mis ojos estaban se cristalizaron de inmediato ante sus palabras. Y le sonreía porque era la única respuesta que podían dar mis enmudecidos labios, después de escuchar lo más bonito que me han dicho en toda mi vida hasta ahora.

- Ahora prepárate para escuchar una poesía mal hecha - soltó una risita casi imperceptible y luego escuché su melodiosa voz recitando el poema escrito por su mano.

- Eres como una primavera que dura todo el año, como una prosa que se vuelve poesía
Más bella que la luna porque opacas las constelaciones
Formas una flor en mi corazón, si te vas tiene razones para no latir.
Porque fue una suerte encontrarte, y mi alma te amará hasta la eternidad
Estamos malditamente unidos, tu corazón late con el mío, escucha nuestros latidos
Yo prefiero ser un mendigo por tu amor, un marinero en busca del rojo de tus labios.
Y si me preguntan por ti, diré que  el sol tiene miedo de salir, porque está celoso de ti, del par de atardeceres en tu rostro.
Eres el ángel que le da una luz a mi oscuro existir, el rocio de un pantano, una mariposa en un desierto, una rosa entre flores...
Y a pesar de todas mis cuitas soy feliz, porque estamos...
Malditamente unidos.




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