Foscorllum

Capítulo veinticinco

Bree estaba junto a mi durante el receso, ambas compartíamos una gran barrita de granola que partimos a la mitad. Azrel aún estaba es sus clases, pero parece que hoy no podremos salir en la tarde debido a unos "asuntos" que él tiene que arreglar, no me ha dicho cuáles.

- ¿Cómo está tu hermano? – Pregunta Bree tratando de sonar casual, aunque se nota que mi estúpido gemelo la vuelve loca desde que lo vio y solo han intercambiado un par de palabras desde que se conocen.

- Ahí está, como siempre, jodiendo a todo el mundo. – Dije con una sonrisa restándole importancia, no me gustaría que mi mejor amiga se ilusionara con él y que le rompa el corazón.

- Sé que piensas que es imposible que él se fije en mí, pero te aseguro de que esta fea cara puede enamorar a cualquiera. – Respondió, poniendo su mano sobre mi hombro.

- No he dicho eso, lo que me preocupa es que él juegue contigo. Mi hermano nunca se ha enamorado de verdad y ve a todas sus novias como algo casual. Ah, y que no se te olvide que eres hermosa.

- Puede ser diferente... Ayúdame con él, sabes lo mucho que me gusta.

- No me perdonaría si por ayudarte, él termina usándote como si no fueras nada. Amo a mi hermano, pero no te lo recomiendo como pareja.

Bree sonrió con aparente tristeza, sé lo que se siente que un chico te guste y él ni siquiera te voltee a mirar. Me he ilusionado tantas veces con gente a quienes le valgo toneladas de mierda. Y, como si el mundo quiera darle una bofetada a Bree, mi hermano aparece frente a nosotras con Harper, tomados de la mano.

- Pequeña Jully, hoy no volveré contigo a casa, solo venía para avisarte. – Rodeé los ojos y luego Lucas miró a Bree. – Ah, hola Bree. No te había visto.

Antes de que Bree le respondiera el saludo, Harper abrió su enorme boca. – Bien amor, es momento de irnos. Adiós cuñadita, hasta luego Bree. – Dijo esto último mirando a mi amiga de una forma que odié. Luego, ella y mi hermano se fueron.

- Tranquila, Lucas se aburrirá de ella... Esa chica puede ser insoportable.

- No parece que eso suceda pronto. – Dijo Bree mirando como Harper y mi hermano se daban un asqueroso beso en frente de, prácticamente, toda la escuela.

Al acabar el receso y la última clase del día, estaba recogiendo mi mochila y demás cosas para irme a mi casa, planeaba pasar lo que queda del día leyendo Divergente, me encantan esa saga de libros. Bree y yo caminamos juntas a la salida del colegio.

- ¿Sabes donde está Az? – Pregunté.

- No tengo idea, me dijo que saldría temprano de clases.

- Está bien, supongo.

Llegué a casa y lo primero que hice fue leer, me sentía aburrida y cansada como si me faltara algo y si me faltaba: él. Al caer la noche, me pasé horas tumbada en mi cama con el celular en la mano esperando un mensaje suyo, pero nunca llegó. Mi casa estaba completamente vacía, al parecer mi hermano estaba con Harper y mis padres, tenían trabajo nocturno. Esto hacía que sintiera el frío de la ausencia, no soy una persona a la que le guste estar sola, a pesar de que aparente que me guste mi espacio, amaría pasar todo el día rodeada de personas que quiero.

Eran las tres de la mañana y no podía dormir, tenía un insomnio que intentaba matar leyendo cualquier cosa de mi librero, ya que, había dejado Divergente para terminarlo mañana. De repente, escucho como si unas piedras estamparan contra mi ventana. Enciendo mi linterna y me asomo por la ventana, apartando las cortinas blancas, y me percato de la figura negra en medio de la noche que lanzaba esas pequeñas piedras: Azrel. Llevaba un suéter negro con la capucha puesta y unos pantalones ajustados del mismo color. Abrí la ventana y él no tardó en treparse, viéndome con sus preciosos ojos celestes bajo la luz de la luna.

- Julieta... - Dijo acercándose a mi tratando de besarme.

- No me hablaste en todo el día. – Me crucé de brazos y me aparté como una pequeña inmadura.

- Tenía que encontrar algo primero... Luego te lo explico. – Empezó a acariciar mis mejillas.

- ¿Explicar qué?

- ¿Recuerdas que te dije que solucionaría mi problema con el calor?

- Sí... - Respondí suponiendo a dónde iba todo esto y entendiendo porqué se metió a mi cuarto a estas horas.

- Pues compré una radio píldora de uso militar que puede ayudarme a controlar el calor durante varias horas. No es del todo legal comprarla, pero eso ya no importa.

- Eso quiere decir que...

- Sí – Respondió leyéndome los pensamientos. – Pero si no te sientes lista ahora, no importa.

- Nunca he estado más lista. – Le aseguré.

Se acercó a mi y tuve que alzar la mirada para ver sus hermosos ojos, ya que al estar yo sin zapatos, él era mucho más alto. Me besó tiernamente mientras mi cabello se perdía entre sus dedos.

- Déjame hacer esto más romántico... - Se dio la vuelta y sacó una pequeña radio del bolsillo de su suéter, la coloco sobre mi mesa de noche e insertó un disco que se veía muy desgastado, pero aún así nos permitió escuchar las melodías de una antigua balada: Can't Help Falling In Love de Elvis Presley.




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