Después de cenar con Bible en el hospital, Lawan se despidió de su hijo con una sonrisa forzada. La noche cálida de Chiang Mai la envolvió mientras caminaba por las calles empedradas del barrio antiguo, buscando un lugar para escapar de sus pensamientos.
Se detuvo frente al "Riverside Bar", un pequeño local escondido junto al río Mae Ping. La luz tenue de las lámparas de papel y el sonido suave de la música tradicional tailandesa la atrajeron. Dentro, el bar estaba decorado con madera oscura y telas coloridas, creando una atmósfera acogedora y relajante.
Pidió un whisky doble y se sentó en un rincón oscuro, tratando de pasar desapercibida. El alcohol comenzó a hacer efecto, y Lawan se sintió abrumada por sus emociones. La preocupación por Bible, la alegría por su pronto regreso a casa, y el miedo a no ser capaz de cuidarlo adecuadamente se mezclaron en un cóctel explosivo.
Lawan se levantó para pedir otro trago, pero sus piernas temblaban. Jes, que la había seguido discretamente, la alcanzó y la sostuvo.
—Señora Lawan, ¿está bien? —preguntó, con su voz suave y preocupada.
Lawan se sorprendió un instante y luego se derrumbó en sus brazos, sollozando.
—No puedo hacer esto, Jes. No puedo cuidar a Bible sola. ¿Y si no mejora? ¿Y si...?
Él la abrazó con fuerza y pasó su mano en círculos tranquilizadores por la espalda de ella.
—Señora Lawan, Bible va a estar bien. Estará en casa con usted, y yo estaré allí para ayudarla. No está sola.
—No quiero que Bible me vea así. No quiero que se preocupe por mí —Lawan se apartó, con los ojos inundados de lágrimas.
Jes sonrió.
—No se preocupe. Estará demasiado ocupado en recuperarse y volver a ser él mismo. Y usted estará allí para apoyarlo.
—Gracias, cariño. No sé qué haría sin ti aquí —Lawan asintió, sintiendo una oleada de gratitud hacia Jes.
Él la ayudó a sentarse de nuevo y pidió un poco de agua para ella.
—Vamos a llevar a Bible a casa mañana, y empezaremos una nueva etapa. Juntos.
La noche cálida de Chiang Mai pareció envolverlos con una sensación de esperanza y renovación.
La mañana llegó con rapidez, y con ella, un dolor de cabeza punzante asaltó a Lawan. Aunque no había bebido tanto como pretendía, la llegada de Jes al bar la había hecho detenerse a tiempo, pero su cuerpo no estaba acostumbrado a la menor cantidad de alcohol. Ahora, se arrepentía de haber cedido a la tentación.
Jes llamó suavemente a la puerta de la habitación de Lawan, su voz cálida y respetuosa.
—Ma, ¿estás despierta? —La noche anterior, después de rescatarla del abismo de alcohol que pretendía ser, Lawan le había pedido que la llamara "mamá" o simplemente "ma", un gesto que había derretido su corazón.
La puerta se abrió y Lawan apareció, con ojeras y una sonrisa débil.
—Pasa, Jes —su voz aún ronca por el sueño y el dolor de cabeza.
La noche anterior había sido un momento de catarsis para ambos. Las tensiones que habían estado acumulándose se habían disipado como la niebla matinal bajo el sol de Chiang Mai. Ahora, la conexión entre ellos parecía más profunda, más auténtica.
Jes entró y se acercó a Lawan, su mirada llena de preocupación.
—¿Cómo te sientes, ma? —preguntó, con un tono suave como una caricia.
Lawan negó con la cabeza y entrecerró los ojos, protegiéndolos del sol que se filtraba por la ventana y exacerbaba su dolor de cabeza.
—Prepare café —Jes sonrió extendió una taza con delicioso y humeante café recién hecho —tal vez esto ayude un poco.
Lawan tomó la taza y salió de la habitación, seguida de cerca por Jes.
Ambos se sentaron en silencio en la mesa del comedor, disfrutando del calor y el aroma del café. La luz matinal iluminaba el jardín, dónde Lawan había invertido tanto amor y esfuerzo por mantenerlo bello y vibrante. El verde de las plantas y el canto de los pájaros creaban un contraste tranquilizador con el malestar que aún persistía en Lawan.
—Bible amaba jugar fuera cuando era niño —comentó Lawan, su voz teñida de nostalgia, mientras recordaba los momentos felices de su hijo—. Hice ese jardín más para él que para mí. —Su mirada se perdió en el pasado, reviviendo recuerdos—. Me di cuenta de eso mucho tiempo después, cuando él creció y dejó de jugar allí.
—Debió ser un niño muy feliz —comentó Jes con un suspiro, su mirada fija en el jardín que parecía conservar los recuerdos de la infancia de Bible.
—Lo fue —asintió Lawan —. Pero creció y sus gustos por dónde estar cambiaron —Hizo una pausa, y su expresión se volvió melancólica—. Su padre murió cuando él era muy joven... Eso fue muy difícil para él. Estaba entrando en la universidad, recién en su primer año de clases.
—¿No pudo terminar la universidad? —preguntó Jes, su ceño fruncido reflejando su preocupación.
Lawan terminó su café de un sorbo, se levantó bruscamente y salió al jardín, como si buscara escapar de los recuerdos. Jes la siguió, ansioso por entender.
—Lo intentó —murmuró Lawan, deteniéndose frente a una flor marchita
—¿Qué pasó? —insistió Jes. Quería saber, necesitaba conocer más del hombre que le gustaba.
—Fue mi culpa... —Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Lawan —.Tuve que trabajar hasta el agotamiento para pagar deudas, y mi cuerpo colapsó debido al estrés. Bible dejó la universidad para ayudarme. Comenzó a trabajar mientras yo me recuperaba.
Jes sintió un golpe en el corazón al escuchar las palabras de Lawan. Su rostro se tensó, reflejando su consternación.
—Lo siento, Ma —susurró Jes, acercándose a Lawan y tomándola en un cálido abrazó —sus vidas no han sido fáciles.
—Está bien, cariño —Lawan secó sus lágrimas con el dorso de la mano y forzó una sonrisa débil—. Ahora estamos bien. Mi hijo es un modelo famoso.
Pero en su mirada, Jes detectó una sombra de tristeza, un eco de lo que no se atrevía a decir. Lawan sabía lo que Bible había soñado estudiar, lo que había querido ser antes de que la vida lo llevara por otro camino.