Fotografía de un corazón roto

Estoy enamorado

Bible se instaló en una rutina que incluía visitar al doctor Lee, hacer ejercicio regularmente y salir a caminar con Jes y Lawan por la pintoresca ciudad de Chian Mai.

Sus caminatas los llevaban a través de los antiguos templos budistas, como el Wat Phra That Doi Suthep, donde la arquitectura impresionante y los jardines serenos les brindaban un ambiente de tranquilidad. También paseaban por el río Mae Ping, disfrutando del paisaje fluvial y la vida silvestre local.

La rutina de ejercicio de Bible incluía actividades aeróbicas como caminar y correr; actividades que solía compartir junto a Jes; así como entrenamientos de fuerza con pesas y ejercicios de flexibilidad como yoga. Estas actividades mejoran su salud física y mental, reduciendo el estrés y la ansiedad.

Casi tres semanas después de ser dado de alta, Bible sentía una paz renovada. Las pesadillas que lo habían atormentado durante tanto tiempo comenzaban a ser un recuerdo lejano. Su rostro reflejaba la serenidad, libre de ojeras y con una sonrisa genuina.

Jes, su compañero y apoyo incondicional, seguía siendo una constante en su vida. Ahora, como fotógrafo docente en Mejora¹, compartía su pasión y experiencia con estudiantes entusiastas. Su enfoque en la fotografía de moda y retratos había evolucionado hacia la enseñanza, inspirando a una nueva generación de artistas visuales.

Además de su trabajo en Mejora, Jes mantenía su independencia como fotógrafo freelance. Su portafolio atractivo y su reputación lo habían convertido en una opción popular para eventos exclusivos.

Su agenda estaba llena de compromisos variados: Sesiones de fotografía de moda para revistas locales, eventos corporativos y conferencias en hoteles lujosos y cobertura de festivales culturales y eventos deportivos.

Jes había encontrado un equilibrio perfecto entre su pasión por la enseñanza y su libertad creativa como fotógrafo independiente. Su presencia en la vida de Bible era un recordatorio constante de que la felicidad y la estabilidad eran posibles.

La relación entre Bible y Jes seguía creciendo, fortalecida por la confianza y el apoyo mutuo. Juntos, enfrentaban el futuro con optimismo y serenidad.

Después de la sesión con el doctor Lee, Bible y Jes mantuvieron una charla profunda y sincera, despejando dudas, miedos y reservas. La apertura y honestidad fortalecieron su vínculo.

Bible descubrió que la familia de Jes vivía en Japón debido al trabajo de su padre. Su hermano mayor se había mudado seis meses atrás con su familia, dejando a Jes solo en Tailandia.

Al ver a Jes entrar en la casa, Bible se acercó rápidamente, sus ojos reflejando una mezcla de ansiedad y esperanza reprimida. La fatiga y las mejillas enrojecidas de Jes dejaban claro que había pasado el día bajo el sol, quizás en otro intento fallido de encontrar un lugar propio.

—¿Tuviste suerte? —preguntó Bible, intentando sonar casual. Pero el anhelo en su voz lo traicionó, dejándole ver que, en el fondo, no quería que Jes se fuera.

Jes suspiró y negó con la cabeza, abatido.

—Aún nada.

Sin decir más, Jes se dirigió a la cocina en busca de agua. Bible lo siguió sin pensar, tan cerca que casi tropezó con él cuando Jes se detuvo abruptamente. El leve choque provocó una sonrisa en Jes, quien se volvió para mirarlo.

—Lo siento, ¿estás bien? —preguntó Jes, sus ojos brillando de diversión mientras dejaba espacio para que Bible pasara.

—Sí, estoy bien —murmuró Bible, desviando la mirada. Caminó hasta la nevera, sacó una botella de agua fría y se la pasó a Jes. Dudó unos segundos antes de preguntar—. ¿Estás seguro de que quieres mudarte? No tienes que irte, de verdad. Puedes quedarte aquí. Mi madre está de acuerdo.

Jes lo miró, sorprendido, como si esas palabras lo hubieran desconcertado. En todo el tiempo que había pasado buscando una nueva casa, Bible jamás había dado a entender que no quería que se fuera.

—¿Qué pasa, Bible?

Bible bajó la mirada, su voz ahora cargada de vulnerabilidad.

—Quiero que estés cerca —admitió, apenas en un susurro—. Me siento seguro contigo aquí. ¿Qué pasa si tengo otra pesadilla?

Jes se quedó en silencio, observándolo con ternura y preocupación, percibiendo el miedo tras esas palabras.

—¿Es por eso? —preguntó suavemente, con una leve sonrisa. Quería indagar un poco más, necesitaba saber si los sentimientos de Bible eran solo de amistad o algo más profundo—. Tu mamá está aquí. Ella puede…

—No es lo mismo —interrumpió Bible, nervioso, su voz temblando al buscar las palabras adecuadas—. Tú… tú sabes cómo calmarme, me ofreces consuelo, tranquilidad.

—Lawan puede hacer lo mismo —bromeó Jes, aunque en el fondo, la idea de qué Bible dependiera de él le causaba un extraño placer. Pero no quería ilusionarse demasiado.

—¿Por qué quieres irte? —preguntó Bible, su voz teñida de confusión y un dolor que no sabía cómo expresar.

Jes suspiró profundamente, dejando escapar el aire con un peso que llevaba tiempo cargando. Se acercó a Bible, tomó su mano y lo guió hacia la sala. Lo invitó a sentarse y, cuando ambos estaban acomodados, lo miró con una intensidad que hizo que Bible sintiera que el mundo se detenía por un momento.

—Necesito hacer esto, Bi. Algo dentro de mí está cambiando y no sé cómo lidiar con ello —confesó Jes, sus palabras llenas de sinceridad.

—¿Qué es? ¿Qué sucede? —Bible sintió una punzada de ansiedad, deseando con todas sus fuerzas que no fuera algo que los separara.

Jes pareció percibir la preocupación de Bible y le sonrió para tranquilizarlo.

—No es nada malo. Tú estás sanando de algo terrible, y yo no quiero ser egoísta contigo —dijo Jes, su voz calmada pero firme.

—¿De qué hablas? —preguntó Bible, su ceño fruncido en una mezcla de incomprensión y curiosidad.

Jes lo miró con una dulzura que solo hacía más profunda la tormenta de emociones que sentía.




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