Fotografía de un corazón roto

Fotografia de un corazon roto

Bible se encontraba sentado en la cafetería de la universidad, pero su mirada estaba perdida más allá de los ventanales que daban al jardín. El murmullo de sus compañeros y el sonido de las tazas al chocar contra los platos parecían quedar distantes, como un eco que no lograba apartarlo de sus pensamientos. Llevaba ya días sintiendo aquella inquietud en el pecho, como una sombra persistente que no se desvanecía. Jes había estado viajando a Bangkok más de lo habitual en el último mes. Seis viajes en menos de cuatro semanas. Y aunque Bible había intentado convencerse de que eran asuntos de trabajo, en el fondo algo le decía que había más detrás de esos viajes.

Un recuerdo asomó en su mente, nítido y cálido: Jes prometiéndole, con una sonrisa y la mirada llena de convicción, que se instalarían juntos en Chiang Mai, dejando atrás su vida anterior. En aquel momento, Bible había sentido que el futuro era algo tangible, algo a lo que ambos podían aferrarse. Pero ahora, con cada viaje a Bangkok, esa promesa parecía desdibujarse. Bible no podía evitar preguntarse si Jes había cambiado de idea, si acaso había reconsiderado lo que tanto habían hablado y estaba pensando regresar a su antigua vida, lejos de él.

Suspiró, apretando los dedos alrededor de la taza de café, que ya se había enfriado. La voz de su Lawan resonó en su mente, recordando las palabras que su mamá le había dicho apenas el día anterior: “No pienses demasiado, Bible. Jes probablemente está tratando de organizar todo para quedarse aquí contigo. Seguro que solo está atando cabos sueltos”

Bible había intentado convencerse con esa explicación, pero la duda se negaba a abandonarlo. Había algo en la forma evasiva en la que Jes le respondía cuando preguntaba por sus viajes, algo en su expresión que hacía que el pecho de Bible se encogiera con una ansiedad que le resultaba imposible de ignorar.

Observó la taza en sus manos, con la vista fija en el líquido oscuro. Era como si una tormenta se hubiera instalado en su mente, nublando cualquier pensamiento positivo y llenándolo de incertidumbre. Necesitaba saber la verdad, pero el miedo de enfrentarse a una respuesta que no quería escuchar lo frenaba. La pregunta rondaba en su cabeza, como un murmullo persistente:

¿Estaba perdiendo a Jes?

Se quedó allí, en silencio, en medio de la cafetería abarrotada, sintiéndose solo en un mar de personas, intentando encontrar un destello de esperanza entre sus propios pensamientos sombríos.

Un mensaje iluminó la pantalla del teléfono de Bible, y con solo leer las primeras palabras, sintió cómo el aire se hacía pesado a su alrededor:

"No regresaré esta semana porque el trabajo está algo atrasado y debo quedarme en Bangkok. Lo siento. Te recompensaré en cuanto regrese."

Bible sintió una punzada helada en el pecho. Sin pensarlo dos veces, se puso de pie con una resolución implacable; la duda y el miedo que lo atormentaban desde hacía semanas tomaron fuerza en su interior, exigiendo respuestas. No iba a quedarse esperando ni permitir que lo consumiera la incertidumbre. Si Jes había decidido dejarlo atrás, él necesitaba enfrentarlo, mirarlo a los ojos y saber la verdad.

Apenas consciente de cómo llegó a su casa, atravesó la puerta casi sin aliento y se dirigió directamente a su habitación. Allí, como guiado por un impulso, abrió el armario y empezó a sacar su ropa, arrojándola a la maleta sin cuidado. Cada prenda que lanzaba era un paso más en su decisión, un muro que se levantaba entre su confianza y el vacío de la sospecha.

Lawan estaba sentada en el patio, disfrutando de la calma con una taza de té en las manos, cuando vio a su hijo entrar como un vendaval. Al notar la determinación en sus gestos y el brillo tenso en sus ojos, supo que algo andaba mal. Preocupada, envió un mensaje rápido a Jes y se dirigió a la habitación de Bible.

—¿Qué sucede, cariño? —preguntó suavemente, colocando una mano reconfortante en el hombro de su hijo.

Bible ni siquiera se detuvo; su mirada permanecía fija en la maleta abierta mientras arrojaba más ropa, cada pieza reflejando la tormenta interna que lo consumía.

—Me voy a Bangkok —declaró con una voz áspera, sin levantar la mirada, mientras continuaba con su frenético empacado.

Lawan sintió una punzada de preocupación y decidió intervenir antes de que la impulsividad de Bible lo llevara demasiado lejos.

—Cariño, no seas irracional —dijo con tono firme, pero comprensivo—. Si realmente necesitas ir, al menos saca un pasaje. No te lances a la carretera de esta forma.

Bible apretó los labios, claramente frustrado, pero sin detenerse en su tarea.

—Conduciré si es necesario, mamá —respondió con obstinación, mientras cerraba la maleta con un tirón—. No puedo quedarme aquí sin saber lo que pasa

—De acuerdo —asintió Lawan con calma, aunque su voz denotaba determinación—. Sacaré dos pasajes e iremos juntos.

—No es necesario, mamá, estaré bien —intentó replicar Bible, pero su tono carecía de convicción.

—No importa lo que digas, voy contigo —respondió ella sin titubear, su firmeza impenetrable. Lawan era como él, y cuando algo se le metía en la cabeza, nadie podía hacerla cambiar de opinión.

Bible suspiró, sabiendo que no tenía sentido discutir. Era evidente que no lograría nada con esa conversación, así que, rindiéndose, murmuró:

—Está bien, ma.

Lawan le dedicó una sonrisa comprensiva antes de dirigirse a la sala. Allí, con calma y eficiencia, reservó dos boletos de avión para esa misma noche. Mientras confirmaba la compra, pensaba en lo mucho que su hijo necesitaba apoyo en este momento, y que nada la haría dejarlo solo. Llegarían a Bangkok temprano en la mañana, y ambos enfrentarían juntos lo que fuera. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

La llegada a Bangkok se sintió como un despertar en un mundo familiar, pero extraño y lejano. Bible miró a su alrededor, recorriendo con la vista el aeropuerto y las calles que tantas veces había visto, cuando los planes de futuro parecían claros y firmes. Pero hoy, la incertidumbre lo oprimía por dentro, y mientras avanzaban hacia la salida, el aire mismo de Bangkok parecía impregnado de dudas y preguntas sin respuestas.




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