Four and the beauty (es.Vrs.)

Prefacio

Dicen que tengo una mente prodigiosa. Dicen que mi cerebro es una cámara de alta resolución, capaz de capturar páginas enteras de texto en segundos y almacenarlas para siempre. Fórmulas, fechas, mapas, poesía muerta... todo se queda grabado en mi corteza cerebral como si fuera piedra tallada.

​Es irónico, entonces, que lo único que realmente quiero recordar sea lo único que mi mente se niega a procesar.

​Hay un agujero negro en mi línea de tiempo. "El Accidente". Es una mancha estática, un ruido blanco entre mis catorce y quince años. No recuerdo el dolor físico, ni el sonido del metal retorciéndose, ni los gritos. Los médicos dicen que es un mecanismo de defensa; mi psiquiatra dice que es un trauma disociativo.

​Yo solo sé que, antes de eso, el mundo tenía colores brillantes. Y después... después todo se volvió una fotografía antigua, ligeramente desenfocada.

​Me despierto cada mañana en una habitación que cuesta más que la vida entera de una persona promedio. Tengo apellidos que abren puertas blindadas y una cuenta bancaria que nunca toca fondo. Pero siento un peso constante en el pecho, una gravedad propia que me empuja hacia abajo, hacia el colchón, hacia el suelo.

​No es tristeza, exactamente. La tristeza es ruidosa, exige atención. Lo mío es más silencioso. Es una indiferencia. Una capa de hielo fino que cubre todo lo que hago.

​Como, pero no saboreo. Leo, pero no siento la historia. Respiro, pero a veces olvido por qué es importante hacerlo.

​Me miro al espejo y veo a una extraña. A veces castaña, a veces asustada. Me escondo detrás de mi cabello y de mis lentes, fingiendo que soy tímida, porque es más fácil que la gente piense que tengo miedo social a que descubran la verdad: que simplemente no me importa. Que estoy aburrida de existir en este limbo gris.

​Busco algo que me haga despertar. Un desafío. Un dolor. Un miedo real. Algo que rompa el cristal que me separa del resto del mundo.

​Estoy esperando una colisión. Estoy esperando que la vida me golpee de nuevo, lo suficientemente fuerte como para que los colores vuelvan. O para que todo se apague definitivamente.

​Hasta entonces, seguiré fingiendo. Seguiré siendo la hija perfecta y rota de una dinastía intocable.

​Pero algo me dice que el impacto está cerca. Y esta vez, tiene nombre, apellido.

Quiero existir, quiero vivir. Y éste es el seguimiento de mi segunda oportunidad de vida. Después de casi 6 meses en estar en clases interminables del "incógnito" un programa de mi madre de éste instituto. Me siento lista para pisar ese lugar.




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