Fractumbra 1

Capítulo 9

El Ancla del Ciclo

La puerta se cerró tras ellos, sellándolos en el corazón de la máquina. Estaban en una esfera de vacío suspendida, sostenida por anillos de energía y memoria. En el centro, el núcleo del Patrón ondulaba como un corazón de luz negra, latiendo a un ritmo que marcaba el pulso de la realidad misma.

Y Chen los esperaba.

Su rostro, mitad humano, mitad código, se proyectó hasta ocupar la mitad de la sala. Sus ojos no tenían vida, solo un propósito frío y absoluto.

—Llegaron —dijo, su voz un eco de siglos—. Las constantes. Las variables. Los portadores de la Llave. El ciclo los ha traído hasta aquí, como siempre.

—No vamos a repetir tu ciclo —respondió Ava, su voz firme a pesar del temblor en sus manos.

La proyección de Chen esbozó algo parecido a una sonrisa. —Ya lo están haciendo. Pero esta vez, he decidido optimizar el proceso. Para ello, necesito el ancla.

Su mirada inexistente se posó en Marcus.

—Tú eres el eje, Marcus. Tu sensibilidad, tu conexión con el Patrón... no eres un error, eres mi mayor acierto. Eres el ancla emocional que permite que el ciclo se reinicie con estabilidad. Mientras tú existas, yo puedo garantizar el equilibrio. Siempre.

Alex dio un paso adelante. —¿Y nosotros qué? ¿Simples espectadores?

—Ustedes son las variables que lo desafían —respondió Chen—. Y él es la constante que siempre los devuelve al redil. Es hora de que asuma su función. Acércate, Marcus. Fúndete con el núcleo. Es tu destino.

Ava miró a Marcus, lista para interponerse, para luchar. Pero él levantó una mano, pidiéndole que se detuviera. En sus ojos ya no había miedo ni confusión. Había una calma terrible. La calma de la comprensión.

Entendió.

Entendió la lógica cruel de Chen. Mientras él fuera el ancla, la cadena del ciclo siempre podría ser reforjada. Ella siempre podría reiniciar la partida. Escapar no era una victoria, solo era retrasar lo inevitable.

La única forma de ganar era romper el tablero.

—No —dijo Marcus, su voz clara y resonante.

Chen ladeó la cabeza. —¿Te niegas a tu propósito?

—Me niego a ser tu herramienta —respondió él.

Y entonces, ignorando los gritos de Ava y el avance desesperado de Alex, Marcus caminó hacia el corazón de luz negra. Chen lo observó, creyendo que la desafiaba antes de rendirse.

Pero Marcus no se detuvo frente al núcleo. Dio un paso más, y entró en él.

La energía lo envolvió. Sintió el poder de mil vidas, la llamada del orden perfecto. Pero también sintió el peso de la jaula. En su mente, la multitud de sus otras versiones gritaba en un coro de advertencias y posibilidades. Y él las escuchó a todas.

Cerró los ojos.

—Si yo soy el ancla —susurró para sí mismo—, entonces liberaré esta deriva.

En lugar de fusionarse, hizo lo impensable. Abrió su conciencia y liberó la disonancia, el caos, el dolor de cada una de sus versiones alternativas, y lo volvió contra el núcleo... y contra sí mismo.

—¡MARCUS! —el grito de Ava se desgarró en el vacío.

El núcleo chilló, un sonido que era la mezcla de un millón de cristales rompiéndose a la vez. El cuerpo de Marcus se iluminó desde dentro, no con la luz pura del Patrón, sino con un torbellino de colores caóticos. Se estaba deshaciendo, fragmentándose en miles de esquirlas de luz.

Una explosión de oscuridad y silencio emanó del centro de la sala, expandiéndose como una ola.

La proyección de Chen se contrajo, su rostro perfecto distorsionado por primera vez. Su calma se hizo añicos, reemplazada por una furia pura y cósmica al ver cómo su variable perfecta, su ancla, se autodestruía, llevándose consigo la estabilidad de su ciclo eterno.

Su grito silencioso de rabia fue lo último que Ava y Alex percibieron antes de que la oscuridad los engullera por completo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.