Fractumbras Olvidadas

Capítulo 4

El éxodo tecnológico

📍 Tierra, Nova Aether – Año 2080
Mientras Marte florecía bajo las cúpulas terraformadas de Arytza Base Zero, la Tierra se precipitaba al abismo. Las tormentas de polvo convertían los cielos en un velo rojizo, las olas devoraban las costas y la escasez de recursos había sumido a las naciones en un frágil estado de emergencia. Desde la sala de mando de Arytza, Chen observaba los reportes globales proyectados frente a ella: la catástrofe climática que había comenzado como una advertencia se estaba materializando con brutalidad.
—No va a detenerse —murmuró Luna desde el fondo de la sala. Su tono era de alarma, casi de resignación—La Tierra está colapsando más rápido de lo previsto. Chen mantenía su mirada fija en las cifras. Sabía que este era el momento que tanto había anticipado, aunque la escala del desastre la superaba incluso a ella.
—Tenemos que intervenir —declaró Chen, finalmente—. La Tierra sigue siendo clave para la supervivencia de Marte. Sin sus recursos, la colonia no resistirá. Luna cruzó los brazos, con la preocupación dibujada en cada gesto.

—¿Y qué propones? ¿Enviamos tecnología a un planeta que ya está condenado? Chen se giró hacia ella, decidida.

—Arytza ya es más poderosa que cualquier gobierno terrestre. Vamos a restablecer la infraestructura de la Tierra... bajo nuestro control.
📂 PROTOCOLO DE EXPANSIÓN ARYTZA ACTIVADO
🔹 Objetivo: Reforzar bases estratégicas en la Tierra
🔹 Prioridad: Mantener recursos clave para Marte
🔹 Estado: En curso

El acuerdo secreto con los Xyphera

A espaldas de la mayoría, Chen había reanudado las comunicaciones con los Xyphera, exiliados a las profundidades marcianas tras la traición humana. Los alienígenas sabían que la desestabilización de la Tierra afectaba también al equilibrio de Marte. En una reunión secreta, Chen contactó con Vex’thar, líder de una de las colonias Xyphera.

—El colapso ha comenzado —dijo Chen sin rodeos—. Marte necesita lo que solo ustedes pueden ofrecer: estabilización ambiental avanzada. Vex’thar la miró con desconfianza.

—¿Después de que los tuyos nos expulsaran a las sombras? Chen respiró hondo.

—Podemos compensarlo. Ayúdennos a salvar ambos mundos. Después, podremos renegociar... todo. Vex’thar permaneció en silencio por un instante, antes de asentir lentamente. Sabía que, si Marte caía junto a la Tierra, no habría lugar para ninguna especie.

📂 ALIANZA TEMPORAL CONFIRMADA 🔹 Tecnología compartida: Terraformación y sistemas energéticos 🔹 Duración: Hasta la estabilización de Marte y la Tierra

El conflicto se intensifica

La sala de mando de Arytza Base Zero estaba sumida en la penumbra, iluminada únicamente por el resplandor azul de un holograma masivo de la Tierra. El planeta se veía enfermo, sus continentes manchados de un marrón tóxico y sus océanos de un gris plomizo. Chen estaba de espaldas a la entrada, contemplando el mapa con una calma que a Luna le pareció antinatural. Luna entró sin hacer ruido. El datapad en su mano se sentía pesado, frío, como una sentencia. Llevaba horas analizando los fragmentos de comunicación encriptada que había interceptado. Cada línea de código confirmaba una sospecha que le oprimía el pecho. Se detuvo a unos metros de Chen, dejando que el silencio se estirara. Finalmente, habló. Su voz no fue alta, pero cortó el aire de la sala como un cristal roto. —Los Xyphera. Chen no se giró de inmediato. Terminó de trazar una línea sobre el holograma con un gesto de su dedo índice. Solo entonces se volvió, lentamente. Su rostro era una máscara de serenidad, pero sus ojos, analíticos y distantes, no reflejaban la luz azul del mapa. —¿Qué pasa con ellos, Luna? El corazón de Luna latió con fuerza, un tambor sordo contra sus costillas. Odiaba la calma de Chen, esa capacidad de tratarlo todo como una variable en una ecuación. —¿Su tecnología de estabilización ambiental a cambio de un futuro pacto? —Luna dio un paso adelante, su voz ahora sí cargada con un tono grave que apenas contenía su ira—. ¿Un pacto que nunca pensaste cumplir? Chen mantuvo la mirada, impasible. Ni un parpadeo. Ni un titubeo. —Marte es nuestra prioridad. La respuesta fue tan directa, tan desprovista de culpa, que Luna sintió que el aire le faltaba. Era peor de lo que había imaginado. No era una decisión difícil para Chen; era, simplemente, la única decisión lógica. —Se lo prometiste —susurró Luna, y la palabra se sintió frágil en la inmensa sala—. Les prometiste una oportunidad. —Ellos saben que la supervivencia de la humanidad es la única variable que importa. No podemos permitir que su resentimiento condicione nuestro destino otra vez. Luna apretó los puños a sus costados, sus nudillos blancos por la presión. La frustración le quemaba en la garganta. Por un instante, vio en el rostro de Chen no a su colega, a su compañera, sino a una extraña. Una estratega que había comenzado a ver a las civilizaciones como piezas en un tablero. Sabía que las intenciones de Chen estaban cruzando una línea peligrosa. Bajó la mirada, no por derrota, sino para reunir la fuerza para sus últimas palabras. Cuando volvió a levantarla, sus ojos estaban llenos de una tristeza profunda. —Entonces no lo entiendes —dijo, su voz ahora un susurro cargado de certeza—. Si sigues este camino, el conflicto que fracturará todo no vendrá del Patrón. No vendrá de la Tierra moribunda. Hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras cayera sobre Chen. —Vendrá de ti. Serás tú. El "tú" resonó en el silencio, una acusación final. Chen la observó por un largo segundo, y por un instante, Luna creyó ver un atisbo de la vieja amiga que recordaba. Pero se desvaneció tan rápido como apareció. Sin decir una palabra más, Chen se giró y volvió su atención al holograma de la Tierra. Con un gesto, amplió la zona del Pacífico, y comenzó a diseñar el siguiente peldaño de la hegemonía de Arytza. La conversación había terminado. Chen ya no la escuchaba. Y Luna, de pie en medio de la sala de mando, comprendió que no solo había perdido una discusión. Había perdido a Chen. Se giró y caminó hacia la salida, y el sonido de sus propias botas sobre el metal fue el eco más solitario que jamás había escuchado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.