Fractures

Capítulo 2: Clases

No le había quedado tiempo para desayunar, tan pronto se recuperó y vio la hora se levantó y corrió escaleras abajo, dispuesto a correr hasta el colegio de ser necesario.

 

 

Cuando finalmente llegó al colegio su cabello estaba completamente pegado a su frente, el sudor bajaba hasta terminar en su cuello y su uniforme se ha apegado a su piel, se siente asqueroso, pero no puede hacer nada para remediarlo.

Había perdido las dos primeras materias del día, sin duda eso molestaría mucho a su maestra, esa que para su desgracia no se lo bajaba ni un poco, ya que como era de esperar no era tan perfecto como su hermano.

Su respiración estaba agitada y sus piernas se sentían acalambradas.

Cuando llegó la clase ya había terminado, por lo cual para su suerte no tuvo que quedarse fuera esperando hasta que terminara. Entró un tanto inseguro, las miradas no tardaron mucho en posarse en él, algunas parecían ser de disgusto, otras de lástima y por último estaba la de él, él le miraba con cariño.

 

- ¡Yoon Gi! - exclamó con la alegría renovada antes de correr y tirarse a sus brazos, decir que el pelinegro no lo había tenido difícil habría sido una mentira, tan pronto le vio correr se levantó de forma apresurada de su asiento y le recibió apenas salto, cuando se dio cuenta las manos del pequeño rodaban su cuello, y sus piernas su cintura.

Cualquier rastro de pereza siempre era extinguido por este. Adiós a su tranquilidad.

-Te extrañe Azúcar de mi corazón- y tras decir eso lleno de besos sus mejillas, ante eso, el pelinegro le soltó, aunque teniendo en cuenta lo bien agarrado que le tenía, eso no había tenido el resultado esperado.

-Ya bájate, pesas mucho.

El menor hizo un pequeño puchero antes finalmente bajarse.

-Yo no soy gordo, es solo que tú no tienes fuerza.

El pelinegro suspiró y se abstuvo a contradecirlo, de hacerlo sin duda provocaría que no se callase nunca.

-Sí, sí, lo que digas.

El castaño tan solo se digna a sentarse a su lado, una sonrisa enorme adorna su rostro infantil, ese que se mantiene de esa forma a pesar de que está a tan poco de cumplir sus diecisiete.

El menor saca su libro con rapidez y alista todo para la siguiente clase, ya no podía permitirse verse más mal de lo que ya lo hacía con su profesora.

 

 

 

Decir, que estaba prestando atención posiblemente habría sido la peor mentira que podría decir, ya que tan solo había comenzado la clase se había convertido en un idiota enamorado tal y como Ji Min y Ho Seok solían decirle, los cuales desde hace rato se habían rendido y habían parado de pedirle que prestase atención. Una vez que Tae Hyung posaba su mirada en Kim Seok Jin, parecía que todo a su alrededor desaparecía, por muy mínimo que fuera, bastaba que tan solo un cabello de ese individuo invadiera su campo de visión para que todo lo demás se fuera al olvido, en este caso, el mayor era muy feliz al ver su amplia espalda y sus anchos y hermosos hombros.

Soltó un suspiró más, siendo este el séptimo del día.

 

-Cálmate Tae, no quiero oírte luego quejándote de que tienes mala suerte.

-Es que Ji Min, tu no entiendes, Seok Jin hyung es el ser más amable, bondadoso y perfecto que podría existir- y otro suspiro más fue soltado por el peli-naranja.

El de cabello plateado soltó un suspiró y negó, comenzaba a parecerse al de cabello naranja con eso de los suspiros.

-Tae, recuerda que solo tú lo ves así, por más que quieras yo no copiare esa “admiración” tuya que raya a la obsesión.

El menor al oír esto infló un tanto sus mejillas, y se cruzó de brazos, realmente era una suerte para esos dos el hecho de no llamar la atención.

El peli-naranja finalmente, después de unos regaños más se dedicó a prestar atención, debía mantener bien sus notas, no solo para que su familia estuviera satisfecha, sino que también al ser uno de los promedios más altos, tal vez podría llamar un poco la atención del de cabello rubio, y evitar de igual manera ser obligado a entrar al consejo estudiantil.

Quería llevar una vida normal y corriente, disfrutar con sus amigos y si era posible, lograr que el chico que le gusta se fijase en él.

 

 

 

Cuando el receso finalmente llegó lo primero que el pelinegro vio fue al castaño sacar la pequeña cámara de su bolso, esa que padre le había regalado en su cumpleaños número once, y tras hacerlo, correr a asomarse por la ventana, mientras sonreía de forma leve, minutos después ya se encontraba capturando la foto de una linda de mariposa, apenas tuvo tiempo antes de que uno de esos chicos molestos la mataran por simple diversión. El castaño le vio horrorizado.

-La mariposa…

- ¡Jungkook! -el pelinegro al ver esto se apresuró a llegar hasta el menor, se notaba que este había quedado en una especie de transe, mientras observaba a la pobre mariposa que había sido aplastada sin razón alguna.




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