Luego de que el llanto cediera nos sentamos y permanecemos abrazadas por algunos minutos más. Finalmente el silencio es roto con un tímido susurro:
—Emma, ¿qué sucedió?
—Ay, Belu, era tan feliz... Eso no podía durar mucho, bien sabes que las desgracias siempre se encuentran a unos pocos pasos de la felicidad, siguiéndola de cerca, acechando, esperando la oportunidad de arruinar todo. No entiendo cómo todo terminó tan mal, cómo Dante... y ella... —No puedo completar la oración, me atraganto con mi pena antes de dar forma a la idea completa.
—Pensé que estabas... muerta. ¿Quién es esa mujer? ¿Quienes son todas esas personas que estaban en tu casa? Según la policía y los medios de comunicación había una fiesta y nadie pudo escapar del incendio, se cree que fue un accidente, incluso el cura del barrio dio una pequeña oración por ti en su parroquia. Desde el principio supe que había algo mal, ¿tú, una fiesta?, ¿sin mí, sin tus amigos?, y sobre todo ¿en tu casa? Imposible. A pesar de todas mis dudas, de mis objeciones, dieron por cerrado el asunto; aún no entiendo cómo ni por qué nadie se cuestionó nada, y de un día para otro estabas oficialmente muerta. Entré en pánico y llamé a tu abuela, siempre me dijiste que ella es la única persona que te queda en la vida, creí que me ayudaría a darle algún tipo de sentido a tu supuesta muerte, a ponerle fin a mis dudas, creí que iba a enloquecer. Pero mi sorpresa fue enorme cuando me dijo de lo más campante que estabas aquí, tomándote unas semanas de descanso, debía venir y asegurarme de que no eran delirios ocasionados por una demencia senil precoz. ¿Qué diablos sucede, Emma?
Muero por decirle la verdad, por contarle cada estúpida e increíble cosa que me sucedió desde que ese paquete llegó a mi puerta, sería muy fácil desligarme de toda culpa, decir que fue ese regalo lo que ocasionó todo, pero no sería justa. Debo asumir mi papel en todo esto y lo cierto es que si hubiese dejado de utilizar esos perfumes en cuanto supe lo que causaban quizá nada de esto hubiese sucedido.
—Belén, sé que todo es una locura, lamento no habértelo contado antes, es solo que no sabía si ibas a creerme. Yo...
—Emma, ¿puedes venir un momento? —interrumpe mi abuela desde la cocina.
Me levanto dejando pendiente la charla y voy a su encuentro. Está preparando una masa para galletas, sé que es la misma que hacía para mí de niña porque el aroma a rayadura de limón me llega como una dulce caricia.
—No creo que debas decirle nada —señala sin dejar de prestar atención a lo que está haciendo—. Entiende que cuantas más personas sepan de tus dones, más peligro correrás; si realmente aprecias a esa chica, no le digas nada, deja que viva sana y salva en la ignorancia —añade antes de que objete.
—Si querías que ignorara todo, ¿por qué le dijiste que estaba aquí?
—No se rendiría, jamás dejaría de indagar, de presionar para que se sepa la verdad... Desafortunadamente, en este caso, es tanto el aprecio que te tiene, que es un peligro para ella. Debemos convencerla de que lo mejor para todos es que te quedes aquí, alejada del mundo, en secreto, para que deje de darles pistas a los otros de que sigues con vida y así también mantenerla a salvo a ella. Créeme cuando te digo que no dudarán de usarla como carnada o como carne de cañón para llegar a ti, para debilitarte y poseerte.
—Comprendo —susurro con la cabeza gacha—. Gracias.
No puedo creer lo estúpida que soy, casi la hago partícipe de toda esta locura. Regreso al lado de Belén a paso lento, no quiero mentirle justo a ella, pero mi abuela tiene razón: debo mantenerla fuera de esto.
—¿Entonces? —inquiere en cuanto me siento—. ¿Qué sucedió en tu casa?
—Yo... sí era una fiesta —miento apartando la mirada—, pero no del tipo a la que quiera invitarte.
—¿Cómo que no?
—Era una fiesta sexual —aseguro penosamente.
—¿Pero no estabas saliendo con el doctorcito este? Ay, no, ¿fue él el que te convenció de hacerlo? Cuando lo vea le voy a decir un par de cositas que...
—Está muerto —corto sin darle tiempo a que se enoje con él—, ambos pensamos que era una cena, hasta que los demás comenzaron a sacarse la ropa. Antes de que pueda decir nada él se enredó a golpes con uno de sus amigos, solo intentaba protegerme de la idea equivocada que tenían, y cuando menos me di cuenta la casa estaba en llamas y corrí, pero nadie más que yo logró salir. Estaba en tal estado de shock por lo ocurrido que ni siquiera recuerdo cómo llegué a la puerta de mi abuela, días más tarde pude comenzar a procesar lo ocurrido y pensé en volver, pero ¿con qué cara lo haría? ¿Cómo explicaría todo esto? Lamento no haberte llamado, es que simplemete es más fácil fingir que nunca pasó.
—Guau... ¿Cómo diablos terminaste enredada con ese tipo de gente? —insiste en búsqueda de detalles, si algo no cuadra definitivamente acabará por investigar hasta encontrar la verdad.
—¿Recuerdas a la cantante del restaurante? —pregunto dispuesta a mentir con la verdad.
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secretos y traiciones, corazones rotos y perdidas, mujer fuerte y empoderada
Editado: 30.06.2025