06/05 Madre decidió enseñarme a hacer brebajes y pomadas, dice que nuestra magia es más poderosa al ser inhalada en una fragancia pero que aún no estoy lista para ese tipo de poder. Sigue insistiendo en que los colores no son relevantes, que solo los estúpidos caen ante una visión hermosa. Madre es muy sabia, recuerda a la perfección cada ingrediente de la mezcla, pero yo solo recuerdo cómo llegar a ella mediante los colores. Muchas veces me siento estúpida.
13/05 Me enteré por una clienta de que pronto habrá una feria en el pueblo, esta vez quiero ir. Decidí experimentar un poco y creé un brebaje que te pone a soñar, luego de beberlo todo es hermoso, no te despierta ni el ruido ni el movimiento. Se lo daré a madre en el té de esa noche y luego huiré. He estado haciendo pruebas, no parece notar nada.
24/05 ¡Todo salió perfecto! Madre no echó en falta el tiempo perdido, la recosté en la cama antes de irme. Despertó en medio de la noche, quizá media hora luego de que regresara, revisó que yo esté en mi cuarto donde fingí estar dormida y volvió a su habitación. De haberlo notado ya me hubiese dicho algo, pero nada sucedió en todo el día, estoy a salvo y tengo en mi poder la llave de mi celda. Anoche conocí a un chico, me saludó cordialmente y me invitó una bebida que rechacé. Luego de aquello me acompañó a caminar por la feria, no podía dejar de maravillarme ante las luces y las exhibiciones de talentos que había, mi amigo me dijo que este año la feria coincidió con un circo y que aquellos eran acróbatas. Él me agrada, se llama Luis, dijo que si quiero divertirme una de estas noches, él estará en el pueblo por lo que queda del año.
—¡Emma, se enfría el desayuno! —grita mi abuela desde la cocina.
Desde que volví cubierta de cenizas y con una sonrisa que no auspiciaba nada bueno en el rostro, ha tomado la costumbre de ser una dictadora, es curioso que quiera controlar hasta las horas en las que como cuando bien pudo haber envenenado a su madre por un solo atisbo de libertad.
—Doble moral —susurro en protesta—. ¡Ya voy! —grito para sus oídos.
Guardo el diario bajo mi almohada, tomando antes la precaución de señalar la página en la cual me quedé. Bajo las escaleras a una velocidad que seguramente Allegra no aprobaría.
—¿Acaso bajaste corriendo? —indaga mirándome con cara de que cualquier respuesta que dé será la equivocada.
—En realidad, bajé rodando, pero casi casi perfeccionas tus dotes de vidente... No te rindas —bromeo tomando una tostada.
Puedo quejarme de casi todo en lo que a mi abuela refiere, menos de sus desayunos. Dios, es el paraíso de la glotonería.
Nunca responde cuando me pongo en plan de molestarla, a veces quisiera que fuera más... no sé, solo menos abuela amorosa. Es raro tener la visión de que hace tiempo ella era tan salvaje como para arriesgarse a envenenar a su madre, a escapar para vivir un poco, y compararla con su actual modo de ser, tan medido, tan contenido... tan aburrido.
—Creo que deberíamos hablar, me siento demasiado extraña viviendo aquí como una princesa —digo luego de un rato.
—¿A qué te refieres?
—A que me siento encerrada en una maldita burbuja protectora, abuela, no soy tan débil como crees...
—Yo nunca dije que creyera ver debilidad en ti, solo es que aún no es tiempo de luchar, en este momento solo debes cuidarte y prepararte para enfrentar lo que vendrá dentro de unos meses.
—Pero ¿cómo prepararme para lo que vendrá si solo estoy creando perfumes que me hacen más afortunada, que curan mi cuerpo y me mantienen en paz en las noches? Nada de eso me prepara para volver a enfrentarme a Malia.
—Sé que no lo hace, cariño, pero es la base de todo lo que aprenderás en un futuro muy cercano, ten paciencia y confía en que sé lo que estoy haciendo.
—Es que hay tanto que no sé, que no entiendo... ¿Cómo puede ser que lo que maté crezca ahora en mí? ¿Y si hubiese sido Dante quien la matara?
—De igual manera hubiese renacido, es una lamia, no muere. No sé qué tipo de trato tengan con la vida o la muerte, lo único que sé con seguridad es que si una de las descendientes de Asclepio es quien le da muerte, ella renacerá dentro de su cuerpo y se nutrirá de la magia de su sangre.
—¿Quién diablos es Asclepio?
—Él es el padre de toda nuestra línea de sangre, en la mitología griega, Asclepio es el dios de la medicina, aunque en época romana pasó a llamarse Esculapio. Según el poeta Píndaro, Quirón fue quien le enseñó el arte de la medicina. Pero Asclepio no se limitó a curar a los enfermos, sino que también resucitaba a los muertos, con lo que provocaba la alteración del orden universal, fue por eso que Zeus lo fulminó con un rayo. Asclepio tuvo muchas hijas, fue así como su línea de sangre continuó expandiéndose a pesar de que se nos ha dado caza desde entonces. Nuestra historia siempre estará unida a la de quienes busquen el secreto oculto en nuestras venas, haber nacido bajo la protección de Ofiuco es lo que sella nuestro destino. Siempre seremos una presa, un premio por cazar, sin importar la época o el lugar en el que estemos.
—Entonces no importa todo lo que haga por protegerme, ¿nunca será suficiente?
—Yo no dije eso, a pesar de todos esos peligros, tuvimos una vida plácida todos estos años, ¿lo recuerdas?
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secretos y traiciones, corazones rotos y perdidas, mujer fuerte y empoderada
Editado: 06.06.2025