04/06 Luis me enseñó el pueblo, pareciera que toda su vida ha vivido en él. Se sorprendió mucho cuando le dije que no conocía ningún lugar donde «pasar el rato», tuve que fingir solo estar de paso por aquí. Afortunadamente no hizo ningún comentario sobre mi ropa, solo se limitó a mirarla con rechazo por un instante aunque no me pasó desapercibido. Me pidió que nos encontremos nuevamente, no sé si deba volver a darle el té a madre, quizá comience a darse cuenta de que algo sucede.
28/06 Al final decidí hacerlo, quiero ver el mundo aunque sea solo a través de sus relatos; él sabe tanto, ha viajado por lugares que sé con seguridad que jamás visitaré. Envié una nota para él con uno de los clientes, espero la haya recibido, lo cité en el camino, así podremos hablar mientras caminamos hacia el pueblo. Aunque siento algo de culpa, no puedo seguir encerrada de esta manera. El aire se ha vuelto opresivo, madre cada día exige más de mí y la entendería si pensara que quiere que sea la mejor, pero esto es algo diferente. El solo verme desencadena su furia, no lo entiendo... Los cortes en mis manos son cada vez más profundos y no parece importarle que duelan.
—Oh, así que por ahí es por donde vas —interrumpe súbitamente, provocando que cierre el libro del susto—. Aún no te acostumbras a leerlo en libertad, ¿no? Al menos así no hay necesidad de quedarte encerrada en tu habitación en tardes tan lindas como esta —añade cómplice.
—Siendo sincera, enterarme de que tienes cierto gusto por drogar a la gente con té me hace pensar en que debo cuidarme de las meriendas...
—No seas boba, la mayoría fue por una buena razón... O al menos eso creía.
—Por supuesto, un muchacho es una razón muy noble —contesto sarcásticamente.
—Si hubieses visto a ese muchacho, también me hubieses drogado y no te culparía por eso, te lo aseguro —replica sin siquiera pensarlo—. Pero anda, continúa, que está a punto de ponerse bueno —incita, tomando una galletita de la bandeja que acaba de dejar en la mesa. Se arrebuja en su sillón de jardín y me mira expectante.
—No creo estar lista para leer cómo mi abuela tuvo sexo mientras su madre la esperaba inconsciente en su casa...
—Pamplinas, tú lee y verás.
03/07 Anoche le di el té a madre contra todo buen juicio, o al menos eso creí. Grande fue mi sorpresa cuando tapó mi boca y me arrastró por la fuerza detrás de unos arbustos. Su mirada demostraba una fiereza tal que jamás me hubiese atrevido a emitir sonido alguno, el asqueroso aroma a madera podrida del perfume de madre inundaba todo a mi alrededor. Esperamos agazapadas detrás del arbusto un cuarto de hora, hasta que oímos llegar a alguien. «Nos prometiste una buena caza esta noche, ¿dónde está la dichosa presa?», espetó una voz gruesa. «Creí que vendría, parecía muy dispuesta», contestó otra voz que pronto reconocí como la de Luis. «A la próxima asegúrate y amárrala antes de agitarnos», replicó una tercera voz. «Sabes perfectamente que si la veo tan indefensa en un lugar tan apartado no podré contenerme y solo cenará uno de nosotros», masculló Luis con desdén antes de soltar un gruñido gutural cargado de frustración. Mi corazón latía desbocado. Esperaron algún tiempo a unos pocos pasos de nosotras, hasta que finalmente se convencieron de que aquella noche nadie acudiría a su encuentro; temí cuando uno de ellos, en un último intento de convencerse de abandonar el lugar, olfateó el aire intentando captar nuestro aroma. El agarre de madre se fue aflojando a medida que los pasos se alejaban de nosotras. No pronunció palabra en el camino de regreso, pero en cuanto cerró la puerta de casa tras de sí, me abofeteó y jaló de mi cabello. Me gritó que no era tan lista como creía y que a la próxima aprenda a esconder mi huellas, huyendo en el bosque. También me dijo que debería estar besando sus pies, ya que pude haber sido cena de tres bestias sedientas de sangre inocente, de tres hijos de Sekhmet, y que de lo único que se alegraba era de saber que al menos nadie me había tocado, sino ellos no hubiesen mostrado interés en mí. Me encerró en mi habitación y me dejó en claro que no se me está permitido salir.
—¿Qué demonios? —inquiero apartando la vista del libro y clavándola en ella.
—A que sí fue un buen giro —señala complacida con mi sorpresa.
—¿Qué demonios es un hijo de Sekhmet?
—Ay, mi niña, pocas cosas hay más sangrientas que un hijo de Sekhmet. Son bestias sanguinarias que disfrutan de consumir carne inocente.
—Eso no aclara mi duda.
—Son hombres hermosos que se te presentan como el ideal masculino del momento. Difícilmente una mujer no caería en sus encantos, son buenos con el habla y su aspecto es muy cuidado. Ellos poseen una madre de toda su raza, al igual que nosotras un padre, la cual es retratada como una diosa leona sanguinaria y sanadora. Poseen una dualidad que se puede presentar de maneras inesperadas, podrían sus dotes benéficas ser más fuertes que su faceta destructiva, pero es muy poco frecuente que suceda. Entre ellos se encargan de destruir cada semilla de bondad que pueda germinar en su línea de sangre.
—¿Cómo los identificas?
—Nunca llegué a saberlo, mi madre jamás me lo dijo y tampoco encontré nada escrito que me enseñe a hacerlo. Quizá solo fue el lenguaje en el cual hablaban y las referencias a que era su presa, quizá que olfateara el aire buscándome fue lo que alertó a mi madre. No lo sé...
06/07 Madre ha tapiado la única ventana que posee mi habitación, dejándome totalmente a oscuras. No soy capaz de huir, ahora sé que verdaderamente hay males en el mundo que soy incapaz de comprender. ¿Y si me hubiesen matado? Mi vida sería un total desperdicio de tiempo, no he hecho nada para ser merecedora de todos estos años respirando. Me acurruco en la oscuridad, abrazando mis rodillas y llorando desde aquella noche, ¿cómo pude ser tan tonta de pensar que podría manejarme en el mundo por cuenta propia? Madre siempre supo de estos peligros, me protegió y cuidó de mí, ¿cómo pude ser tan malagradecida?
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secretos y traiciones, corazones rotos y perdidas, mujer fuerte y empoderada
Editado: 06.06.2025