Por supuesto que tengo un don para meterme en las cosas que no me importan, eso quedó más que claro cuando comencé a notar a Belén algo rara. No era un raro malo ni bueno, sino como que había algo oculto. Mi cerebro rápidamente activó el modo Sherlock pasado de cocaína y comenzó con las debidas pesquizas. Pero, a pesar de mi insoportable insistencia y mi negativa a ceder en que por supuesto que había algo oculto, no dijo nada.
Pensé dejar las cosas como estaban hasta que pasara la locura: hoy vendría todo el elenco de Ratones Literarios a la casa de mi abuela para realizar la lectura conjunta. No pude leer el libro, de hecho, terminó ganando por votación el que Belén estaba leyendo. Pero aun así, querían que fuese parte.
Fue una sorpresa enorme descubrir que el debate se convirtió en un Baby Shower en mi honor; Eugenia, Leida y Alexandra entraron en la habitación con globos rosas y un hermoso pastel a tono mientras Belén filmaba cómo me largaba a llorar, las demás integrantes sacaban de diferentes escondrijos los gorritos de fiesta.
Primero comenzaron las felicitaciones, millones de besos llovieron en mis mejillas, luego siguió la frikifest que se presagiaba. Ahora entiendo las actitudes de Belén de días anteriores y el motivo de que aunque no leí el libro, aunque no estuve pendiente de lo que se hablara en el grupo y aunque el debate podía ser online como miles de veces lo hicieron, insistieran tanto en que sea aquí y conmigo presente. Pensé que solo era lástima por mi condición.
—Dios me dio una hermosa familia compuesta por 29 ratoncitos —digo intentando dejar de llorar.
—Treinta ahora con Dantina —corrige Yamisbey.
La sola alusión a Dante vuelve a desencadenar las lágrimas, si tan solo pudiese decirles todo lo que sucedió y aún falta por suceder.
Eugenia se acerca y me abraza, infundiéndome ese amor de madre que tan natural le surge.
—Te mereces todo esto y más, pichona —asegura ella mientras acaricia mi espalda en un intento de serenarme—. Vas a ser una gran mamá.
—Bueno, bueno, la idea es pasarla lindo... ¿Emma, reconoces esta canción? —inquiere Leida como buena directora.
En ese momento comienza a sonar El Brujo, dando inicio al baile, al juego y a la diversión del karaoke, teniendo como principal motivo de risa mi desafinado canto. Todo es perfecto.
—Creo que nunca podré superar cuando tuve que mentirte, diciendo no saber nada, cuando caíste con miles de preguntas a mi chat con tu vocesita neurótica —asegura Keyling.
—Ni Judas se atrevió a tanto, o sea, me lo esperaba de todos menos de ti —contesto fingiéndome ofendida—. ¡Y usted! —exclamo señalando con el dedo a Johana—, sus maquinaciones no conocen límites, señora, caí totalmente.
En respuesta me da un abrazo, de esos que te aseguran que todo saldrá bien, sea como sea.
—Dios mío, no entiendo cómo me fui a comprar esto —inquiere Vivi, intentando acomodarse algo con discreción fallida.
—¿Qué pasa? —pregunto acercándome despacio, hoy es uno de esos raros días en los que se me está permitido salir de la cama.
—Esta maldita tanga, no sé por qué los hombres pueden normalizar estar con los calzones agujereados y nos exigen que usemos tangas que nos anudan las amígdalas.
—De esas tengo, pero que me anudan el cerebro —replica Yamisbey al tanto de todo.
—Dios, esta va a ser la última vez que use esta mierda, prefiero quedarme con los calzones matapasiones que son mil veces más cómodos.
—Amén por eso, hermana —digo levantando un vaso de jugo de pomelo rosado.
No puedo evitar pensar en él, quien me amó incluso con mis depresivos calzones enormes, estirados, feos y que ciertamente no inspiraban el menor tipo de deseo. Siempre fue el indicado. Contengo el aliento, no quiero llorar otra vez.
—Dios, quisiera que alguien que la ha hecho sentir tan feliz pudiese volver de la muerte —comenta Yosmelin en voz baja, casi como si no quisiera ser oída—. Al menos para que pueda ver crecer a su hija, después de todo, si logró hacer a Emma tan feliz, seguramente era un gran tipo.
—Pero por supuesto que la va a ver crecer... desde el cielo —contesta a modo de broma Jackye.
Me aparto de la conversación, sé que muchas están especulando sobre cómo era él, atacando con miles de preguntas a Belén; preguntas que seguramente no me harían a mí.
—Sabes, creo que me vendría bien algún tipo de cambio, quizá algo que me traiga más pasión, no lo sé —escucho que dice Eugenia—. No es que me falte nada, por supuesto, pero a veces uno quiere sentir ese fuego como al principio.
—Debería existir algún tipo de viagra femenino, algo que active el lado salvaje que tenemos guardado de tanto libro de dark romance —sentencia Alexandra.
—Yo creo que así estás perfecta, aunque ahora me preocupa la seguridad de los pequeños países, después de todo aún no conozco el alcance de sus maquinaciones —contesto al paso.
—No creo que dimensiones el cariño que nuestro grupo siente hacia ti. Días y noches pensando y conversando en secreto para que esta noche fuera mágica y especial —dice Leida sonriéndome ampliamente.
—Últimamente estuve con un bloqueo lector horrible y recordé un libro que me recomendaste, en cuanto lo inicié sentí que por fin era libre. Ya lo leí tres veces y antes de que salga la continuación le daré una cuarta lectura —presume Jhoana uniéndose al grupo.
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secretos y traiciones, corazones rotos y perdidas, mujer fuerte y empoderada
Editado: 25.06.2025