He considerado que las noches en la región costa de mi pais es una odisea, un infierno en el planeta, en este planeta extraño.
Sudando por ir y venir del baño. En boxer, pensando en cuando sanaran las heridas, intentando no ahogarme con la sabana, intentando no ahogarme con mis pensamientos.
¿Sabes que es peor trabajar bajo 40 grados?
Decidir quedarte. Muchas opciones, muchas cuestiones, pero al que le tenemos de autor de este libro, ha decidido quedarse por un tiempo mas para poder decidir, comprando más tiempo del que necesita. Conoce la causa y la solución de sus malestares, bien podria dejarla y ser desentendido a sus sentimientos por ella, pero no quiere.
Sabe que es un error, pero no quiere aun escuchar, quiere seguir ahí. No lo culpo, alguna vez ha dejado a personas que amo y se arrepiente. Es evidente que cuando volvió el sentimiento, no lo quiere soltar.
Otro dia mas con cortes en las manos, no recuerda la primera herida que se ha hecho por el trabajo, pero recuerda el sentimiento, dolía con la intensidad de cien soles. Como si me hubieran cortado la mano, ahora simplemente me reviso que no sea profunda, le pongo saliva, un besito y sigo trabajando.
Nunca pense tener las manos tan grotescas y con marcas. La mayoría por mujeres a las que les encantaba insertar sus uñas en mis manos. Marcas que los considero recuerdos de una mente frágil, ahora agrégale las cortadas de amoladoras, cierra circular, a veces de una hoja de algun perro libro, de alambres furtivos que se escapan a la inspección y te aniquila como si fueras un enemigo mas, de un clavo o martillo que en lugar de estar en su lugar indicado termina en mi mano o uña.
Lo gracioso de todo esto es que todo eso ha sanado, el tiempo lo cura todo, pero nadie me dijo que siempre dejara una marca, esa marca que entiendes que no debes de hacerlo otra vez, pero en la repetición esta el gusto,¿No?.
En fin, me avergüenza un poco estas manos lastimadas y quemadas por el sol, agrégale que me sudan las palmas, toda una tortura para la que me quiera coger la mano. Espero encontrar a alguien que sea capaz de curar y de paso me agarre con fuerza, sin soltar, sin pena. Con ganas de llevarme el resto de lo que me queda de vida sin importar.
Sin importar unas manos lastimadas.
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- ¿Que haces?
- Sosteniendo tu mano,¿Por?.
- Claro, luego de ponerme tres litros de alcohol y vendar como si fuera tu enemigo.
- Deja de ser chillón, solo te cortaste con el cuchillo, no sirves para la cocina.
- Yo se hacer la comida, tu solo te quedas viendo.
- Porque sabes cocinar, y me gusta verte concentrado, sacas la lengua a un lado cuando quieres hacer algo tu solo y haces como bebe cuando es algo repetitivo.
Hace como trompeta que no suena mientras aun no suelta su mano. El solo con la mirada fija en sus manos, recordando cada marca que lleva en ellas.
- Solo lo haces para burlarte de mi.
- No y lo sabes. Amo que seas tú, sé que tu personalidad es infantil cuando te sientes comodo, adoro que no hayas cambiado para mal, no cambias, pero escuchas, entiendes y lo transformas a tu manera, sigues siendo tu.
El sonriendo le muerde el hombro mientras la abraza, no se ha percatado como llego ahí, lagrimas en los cachetes.
- No me gusta que miren mis manos.
- Lo se, pero tienes miles de historias que contar y cada vez que las veo, sé que solo yo las noto. Vamos, yo voy a cocinar.
- Pedir comida rapida no es cocinar.
- Sera la mejor comida rapida que te lleve a la cama.
- Yeiiii!!! Vamos.
Alex y Bibi llevan 10 años de casados, diria que saben todo el uno y del otro. Tanto que a veces se les olvida que pueden decir cosas cursis. Se aman, supongo que en este relato lo prueban.