Fragmentación.

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Xxxxxx 

Día xxx, mes xxxxxx, año xxxxxx.

El sol estaba por ocultarse y conforme los minutos continuaban transcurriendo las feroces ráfagas de viento iban en aumento; mientras tanto, la agotada criatura que presenciaba la horrible escena no se inmutaba, aunque en su pecho la culpa se acrecentaba ante la lamentable imagen que ofrecía el sacrificio elegido.

Sacrificio que, a diferencia de los anteriores, seguía consciente, soltando horrendos alaridos de dolor y desesperación que retumbaban por todo el bosque; penetrando seco, tajante y suplicante en cada ser a la redonda. 

El chillar de las aves que sobrevolaban la zona aumentó su turbación, atisbando la repentina onda de energía enfermiza y turbulenta que se expandió hasta más allá del bosque, provocando que los animales terrestres apresuraran su huida con paso tronador.

Al mismo tiempo, los alaridos de la víctima fueron brutalmente callados a causa de un líquido negruzco que se acumuló en su tráquea y trepó como una vil serpiente viscosa y ardiente hacia su boca, para terminar ensuciando los harapos que vestía. 

A continuación, la piel comenzó a desprendérsele, como si alguien se la estuviese arrancando sin piedad del cuerpo y su sangre se mezcló con el viento que ya lo rodeaba y se concentraba en un fino remolino; por su parte, la criatura vigilante optó por perder la vista decaída en la nada, creyendo que de nuevo había fallando. 

Entonces, como una luz fatídica de esperanza, una desquiciada carcajada lo obligó a dejar su postura lánguida y, tras levantarse de un salto, buscó con la mirada brillante a la víctima del ritual. 

El aliento se le escapó en cuanto evaluó con horror el aspecto tétrico del inocente infante.

El Ser recién llegado posó sus ojos sobre él sin previo aviso y las cuencas con retinas casi derretidas le trasmitieron un solo sentimiento que no era ni alegría ni mucho menos cariño. 

Era odio. 

Odio en su tono más oscuro y nítido. 

—¿Asier? —el cuerpo del infante asintió sin cambiar su peligrosa expresión.

—Hola, Howl —su voz áspera fue una incómoda combinación con la del infante.

—Esto es genial, ahora podemos regresar con Filius y Gastón —dijo con un tono feliz, aunque por dentro, cierto malestar inmundo empezó a invadirlo.

—¿Volver con ellos? —la nueva burla cínica del Ser hizo que retrocediera con miedo —. Yo solo quiero una cosa y ni tú, ni ese par de inútiles me la pueden dar.

La criatura apenas y alcanzó a coger una bocanada de aliento antes de que la inverosímil velocidad del Ser los hiciera estar a pocos centímetros de distancia, rompiendo así los cuatro metros que se interponían entre ambos.

Asier alzó la diestra para atrapar el cuello del que alguna vez fue su amigo.

—Dime, Howl —acercó su rostro al de la criatura —. ¿Dónde está Nedrid Crysabelle?

El agarre violento se aflojó solo para que la respuesta saliera; sin embargo, Howl yacía por completo aturdido. Era incapaz de creer que ese Ser era el Asier que conocía.

—¿Por qué? —sollozó con gran tristeza —. ¡Hice todo lo que me dijiste porque querías regresar a tu antigua vida! ¡Por ti hice todo esto!

Las cejas del infante casi se juntaron en una clara expresión de desagrado.

—Yo nunca te pedí que hicieras esta atrocidad —la voz hosca lo hizo temblar —. ¿No estabas enterado? —de nuevo apretó la garganta de su amigo —. Esa maldita sewi me encerró muy bien y ahora es momento de que le devuelva el favor.

Howl luchó inútilmente para liberarse. No podía morir allí. Tenía que buscar ayuda, tenía que advertir a los otros dos de su gran error. 

Cuando sintió que perdía la consciencia logró asestar una patada en la pierna del infante. Fue sin fuerza, pero bastó para que Asier retrocediera y entonces se echó a correr.

—Howl, no tengo mucho tiempo —Asier se colocó frente a él, tapándole el paso e impidiéndole emprender el vuelo para huir —. Este contenedor se está destruyendo rápido.

—P-por... fa-fav-or... —balbuceó en pánico. 

—Responde la pregunta —extendió la mano en un destello y enterró los dedos en las mejillas del que ya no tenía escape —. ¿Dónde está Nedrid Crysabelle? 

—Ja-más... —consiguió articular.

Asier resopló irritado y tras fijar su mirada cargada de odio en los orbes temblorosos de Howl, hizo un corte perfecto en su garganta con la mano izquierda usando su propia energía, quedando con la cabeza cercenada en la mano derecha y el cuerpo sin vida en los pies.

—Creí que eras el más inteligente de los tres —lanzó la cabeza lejos de él.

Asier aspiró profundo antes de alzar las manos al cielo y ver la luz brillante que se filtraba por entre las frondosas ramas de los árboles. 

Se preguntó cuánto tiempo había pasado desde la última vez que pudo ver algo más que la vacía oscuridad a la que volvería tarde o temprano.




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