Fragmento

Oh, hola, ¿Cómo has estado? Supongo que has estado entretenido leyendo esto, y me alegra. ¿Dónde están mis modales? Soy el escritor de estas historias, los maravillosos mundos que has explorado, o quizás solo has leído uno o dos. No te culpo; no todas las historias son para todos. Tal vez algunas no te gustaron y las dejaste pasar, lo cual es completamente entendible. Todos somos diferentes, y esa diferencia es lo que nos hace iguales.

A lo largo de este viaje, has conocido mundos. Has visto a un padre destrozado cometiendo una locura, a una mujer que sentía paz cuando la muerte tocaba a su puerta y se comía a su vecino, la historia de un robot que encontró el amor, la redención de uno de los antagonistas más grandes de la religión, un tren que no tiene sentido, una Navidad diferente a las demás, hormigas, vampiros, una canción, una vela, una historia invertida, una mujer que nació de un cuadro, un hombre que despertó en un planeta ajeno al suyo, una habitación que trajo a un pobre diablo a su tortura, un hombre atrapado en un bucle, la amistad de una mente perturbada, un peón que quería ser él mismo, un ojo en el cielo, ¿por qué no?, alguien que marchitó los años, una ciudad con múltiples etnias y lenguas, regalos, ramas, profecías, un niño de la noche, la esencia de un monstruo, sociedad, el trabajo de un fotógrafo, reflejos independientes y aguas que están lejos de ser amables... Sí, un montón de historias.

¿Por qué? No lo sé. ¿Estamos capacitados para responder? Tal vez yo sí, pero ¿por qué treinta historias? ¿Por qué no cuarenta o cien? Será la pereza, o quizás el grifo de las ideas se agotó, o tal vez ambas cosas son válidas. Lo cierto es que la mejor respuesta está en el lector. Creemos en todo, y a la vez, no creemos en nada.

A través de este viaje comprendí que muchas ideas podían ser pulidas, pero... ¿era necesario pulirlas? ¿Se puede sacar más brillo a una gema brillante? Tal vez sí, o tal vez no, a lo mejor ni siquiera son gemas. Quizá estas historias inspiren, o tal vez no. Las personas siempre buscan una respuesta, y si las respuestas no ayudan, entonces creamos nuestras propias respuestas. Somos muy tercos.

Estuve tentado de escribir solo: "ñsojfapjoapsfjasoivmoiwuyh8qw07hrfjiaomf, ñszpocs'pa9d". Dejar que el teclado hable no es una buena idea, ¿verdad? Puedo golpear las teclas y decir que estoy escribiendo una historia, pero ¿qué clase de historia sería esa si ni siquiera se puede entender? Un viaje puede sentirse inmersivo si golpeas las teclas, tal vez, si eres impulsivo o nervioso, o si juegas videojuegos en línea y atacas el teclado cuando pierdes. Pero, al final, solo los que se sienten identificados con eso entenderían lo que quiero decir. Estoy seguro de que algunos no comprenderían términos como "GG" o "Diff", y, del mismo modo, muchos no reconocerían "Π: 3.141592654" o "La historia de toda sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases". ¿Eres un tonto por no saberlo? ¿Te hace menos inteligente? La respuesta es no. Tus intereses simplemente son otros.

Lo mismo ocurre con las historias. A algunos les gustará León Tolstói, a otros Victor Hugo, a otros Jorge Luis Borges, algunos prefieren a J.K. Rowling, Lovecraft, Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares, Elizabeth Bowen, Oscar Wilde, Miguel de Cervantes, etc.

Pero también están los innombrables, esas lecturas que generan rechazo.

Voy a ser honesto contigo. Porque aquí, en este momento, no hay nadie más. Solo tú y yo, en este espacio donde las palabras se convierten en algo mucho más grande que simples letras en una página. Tal vez no lo entiendas al principio, pero te pido paciencia, porque lo que quiero decirte es importante.

Cuando me enfrento a libros como Lolita o Mein Kampf, mucha gente me pregunta: ¿por qué leerlos? ¿Por qué adentrarse en historias tan oscuras, tan controvertidas, tan incomprensibles, incluso para nuestra moral? He escuchado dichos como: "Eso no debería existir", "Es solo propaganda", "Es demasiado perturbador". Y puedo entenderlo, créeme. Yo también me sentí incómodo al principio, de hecho es incomodo leerlo.

Pero aquí está la verdad que no todo el mundo quiere escuchar: no podemos odiar algo que no entendemos.

La mayoría de la gente desprecia estos libros porque otros lo hacen, sin nunca cuestionarse el porqué de esa repulsión. Nos han enseñado que ese tipo de contenido debe ser rechazado, y sin lugar a dudas, lo hago. Pero la clave está en cómo llegar a esa conclusión. No me malinterpretes, leer Lolita no me hace simpatizar con Humbert Humbert, ni leer Mein Kampf me hace admirar a Hitler. No, lo que hacen es algo más sutil, algo mucho más poderoso. Me permiten conocer la esencia de la perversión, el mal, y los mecanismos que llevaron a millones a seguir esas ideas. Y eso, eso es crucial.

¿Sabes por qué? Porque no puedes realmente odiar algo si no sabes por qué lo odias. El odio ciego es el peor de los odios. Es el odio que nos ha llevado a guerras, a intolerancia, a creer que hay "verdades absolutas" sin ponerlas a prueba. Yo no quiero ser ese tipo de persona. Quiero saber. Quiero entender. No para justificar lo injustificable, sino para reconocerlo en cuanto lo vea.

Pueden decir: "el fuego quema, y no necesitas probarlo" tiene una lógica intuitiva: no hace falta exponerse al peligro para conocer sus efectos. Es un principio de precaución que ha sido vital para nuestra supervivencia a lo largo de la historia. Sin embargo, hay matices importantes en este tipo de razonamiento. Pero aquí está el punto importante: el fuego es un elemento tangible, físico. Puedes ver el fuego, puedes olerlo, puedes sentir el calor sin necesidad de acercarte demasiado. La moralidad, la política, la psicología humana, los mecanismos que subyacen a los comportamientos humanos... no son tan simples de discernir solo con la observación superficial. Estos son elementos mucho más complejos, y para comprenderlos en su totalidad, a veces es necesario adentrarse en lo oscuro, explorar lo prohibido, lo que nos resulta incómodo.