Fragmento de lo Infinito

Capítulo 25: La Melodía

En el majestuoso palacio de la diosa de los espíritus, Yael, todo estaba sumido en una calma sobrenatural. La luz que emanaba de los cristales colgantes iluminaba suavemente las paredes de jade y ámbar, creando un ambiente de paz y armonía. En el centro de la gran sala del trono, Maelista, un espíritu de rango superior y el sirviente más fiel de Yael, tocaba una hermosa melodía en un piano etéreo hecho de luz pura.

Cada nota que salía del piano resonaba en la sala, transportando una sensación de serenidad que envolvía no solo a los presentes, sino también a los mismos cimientos del palacio. La melodía fluía como un río cristalino, conectando el plano de los espíritus con la esencia misma de la armonía universal. La diosa Yael, con su figura radiante y serena, disfrutaba del concierto mientras observaba la brisa danzar entre las cortinas de luz que adornaban su morada.

Sin embargo, la calma se rompió de repente. La tierra comenzó a temblar, y las vibraciones recorrieron el palacio entero. Las luces del lugar parpadearon momentáneamente, y los ecos del piano se desvanecieron entre el temblor.

Yael se incorporó de su trono, su mirada reflejaba inquietud y un atisbo de temor.

—¿Qué está pasando, Maelista? —preguntó la diosa con voz firme, aunque la música seguía resonando ligeramente en el aire.

Maelista detuvo sus manos y alzó la vista, sus ojos plateados brillaban con una mezcla de respeto y preocupación. Con un gesto suave, extendió su mano, y una serie de pantallas de energía aparecieron frente a ellos. Las imágenes que mostraban las pantallas eran caóticas: una batalla feroz se libraba en un terreno hostil.

La diosa observó con atención, viendo a un joven humano enfrentarse a un guardián. La lucha era violenta, cada golpe resonaba como un eco en el tejido espiritual del mundo. Yael sintió un escalofrío cuando las pantallas se centraron en el clímax del combate: el humano, cubierto de heridas y con una mirada llena de determinación, emergió victorioso. Sin embargo, lo que ocurrió después la dejó sin aliento.

El vencedor comenzó a transformarse. La energía oscura y caótica que lo rodeaba tomó forma, sus rasgos se deformaron hasta convertirse en los de un Rey Demonio. La presencia del humano ahora desprendía un aura similar a la de aquellos que habían causado estragos y destrucción en el pasado de su mundo.

—¿Un Rey Demonio? —murmuró Yael, sus ojos mostrando una mezcla de horror y tristeza—. ¿Cómo es posible que un humano haya alcanzado ese estado?

Maelista bajó la cabeza ligeramente, como disculpándose por la gravedad de lo que mostraba.

—Él es el portador del Fragmento del Infinito, mi señora —respondió con voz calmada—. Esa fuerza que lo consume proviene de un Rey Demonio sellado en su interior. Parece que su voluntad fue superada por el caos que llevó a la victoria.

Yael permaneció en silencio durante unos instantes, contemplando las pantallas. Su expresión se endureció.

—Debemos intervenir. Ese poder no debe ser liberado en nuestro mundo. Llama a los guardianes restantes, Maelista. Este desequilibrio amenaza con destruir todo lo que hemos protegido.

Maelista respondió serenamente: —No se preocupe, mi señora. Algo inesperado llegará a este plano y arreglará las cosas.

En ese momento, las pantallas enfocaron nuevamente a Biel, quien gritaba de dolor mientras una luz brillante emergía a su alrededor. La intensidad de su grito resonaba no solo en el campo de batalla, sino también en el plano espiritual, perturbando la energía que había permanecido estable durante milenios. Sin embargo, justo cuando el caos amenazaba con consumirlo por completo, una luz pura y radiante iluminó la escena.

De aquella luz emergió una figura serena y majestuosa, que pronto se reveló como la hermana de Biel. Con un aura que irradiaba calma y compasión, la figura se acercó a Biel, quien se encontraba arrodillado, luchando contra las sombras que intentaban devorar su ser. La figura lo abrazó con una ternura infinita, y en ese instante, el grito de dolor cesó. Biel comenzó a respirar con más calma, mientras la oscuridad que lo rodeaba se disipaba como niebla al amanecer.

Yael observaba la escena desde su palacio, sus ojos llenos de asombro.

—¿Quién es esa persona? —preguntó, dirigiéndose a Maelista.

Maelista esbozó una leve sonrisa, como si ya hubiera anticipado esa pregunta.

—Es un protector, mi señora. Un fragmento de luz enviado para equilibrar la balanza. No pertenece completamente a este mundo, pero su presencia era necesaria en este momento crucial.

La diosa frunció el ceño ligeramente, sus pensamientos sumidos en una mezcla de intriga y preocupación.

—Si esto es cierto, entonces nuestra intervención deberá esperar. Observaremos y esperaremos a que este protector haga su movimiento. Pero no podemos ignorar el riesgo que supone la presencia de un Rey Demonio.

Maelista asintió con solemnidad, mientras las pantallas seguían mostrando cómo la figura luminosa ayudaba a Biel a levantarse, susurrando palabras inaudibles que parecían envolverlo en una serenidad renovada.

Las pantallas de energía se apagaron abruptamente, dejando la sala del trono envuelta en un silencio inquietante. La diosa Yael, preocupada por la aparición de otro Rey Demonio en su mundo, murmuró:

—Ese humano debe ser…

En ese momento, su cabeza comenzó a doler intensamente, interrumpiendo sus palabras. La diosa Yael se llevó una mano a la sien, una mueca de dolor cruzó su rostro.

—¿Por qué…? ¿Por qué siento este dolor? —susurró, tambaleándose ligeramente.

Maelista, quien observaba desde su lugar junto al piano, no hizo ademán de acercarse. En cambio, volvió a sentarse frente al instrumento y comenzó a tocar una melodía suave y calmante. Las notas fluyeron por la sala, llenando el espacio con una paz artificial, pero efectiva. Yael suspiró aliviada, el dolor en su cabeza desapareció como si nunca hubiera existido.



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En el texto hay: juvenil, magia, fantasia sobrenatural

Editado: 26.10.2025

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