La mente de Biel se llenó de una atmósfera densa y misteriosa cuando la puerta se abrió lentamente, emitiendo un crujido agudo que resonó en el vacío. De la oscuridad emergió una figura femenina, su cabello largo y plateado danzaba suavemente mientras caminaba con gracia. Sus ojos brillaban con un tono violáceo intenso, llenos de melancolía y misterio, pero también de una belleza etérea que dejaba sin aliento.
Biel sintió que su corazón se detenía por un segundo. "¿Quién... quién es esta chica tan hermosa?" pensó, incapaz de apartar la vista. Pero al mismo tiempo, un escalofrío recorrió su espalda. La atmósfera había cambiado por completo, su aura comenzó a opacar todo el lugar. La oscuridad que la rodeaba parecía absorber la luz, y su expresión seria intensificaba esa sensación sombría.
—¿¡Q-qué está pasando!? —exclamó Biel, dando un paso atrás instintivamente.
Monsfil, quien observaba todo lo que pasaba en el lugar, frunció el ceño. —"Esto no me gusta... Esa presencia es peligrosa. Debemos estar alertas."
De repente, la chica sonrió ampliamente, sus ojos violáceos brillaron con una alegría inesperada. Se estiró como si acabara de despertar de un largo sueño y exclamó con una voz dulce y melodiosa:
—¡Por fin! ¡Por fin salí de ese lugar tan oscuro! ¡Ah, qué liberación tan maravillosa! —Su voz rebosaba de felicidad, y su rostro ahora reflejaba una alegría pura e infantil.
Biel quedó completamente perplejo. Sus pensamientos eran un torbellino. "Espera... ¿Qué...? ¿No era una entidad oscura y maligna? ¿Por qué parece tan feliz... y tan adorable?"
La chica giró sobre sus talones y extendió los brazos hacia el aire, inspirando profundamente. —¡Ah! Así que esta es la mente de mi querido portador. Huele tan... ¿vacío? Bueno, ¡es mi hogar ahora!
—¿¡Q-qué dijiste!? —exclamó Biel, sin poder contener su sorpresa.
Monsfil dio un paso al frente, su presencia imponente intentando contrarrestar el aura de la chica. —¿Qué quieres decir con "querido portador"? ¿Acaso eres otro Rey Demonio sellado hace milenios?
La chica se llevó una mano a la boca y rió suavemente, como si Monsfil acabara de contarle un chiste absurdo. —¿Yo? ¿Rey Demonio? ¡Jajaja! ¡No, claro que no! Yo no soy ningún Rey Demonio.
Monsfil la miró con desconfianza. —Entonces... ¿Quién eres tú?
La chica colocó sus manos en su cintura y sonrió con orgullo. —Yo soy... ¡El Fragmento de lo Infinito!
El silencio fue sepulcral. La mandíbula de Biel casi tocó el suelo y los ojos de Monsfil se abrieron tanto que casi se le salen de las órbitas.
—¿¡QUÉEEEE!? —gritaron ambos al unísono.
Biel permanecía atónito, procesando lo que acababa de escuchar. —¿Tú... tú eres... el Fragmento de lo Infinito? ¡El mismo que toqué hace tanto tiempo y que me trajo a este mundo!
Aine asintió animadamente, su cabello plateado danzando suavemente. —¡Exacto! Yo fui quien te trajo aquí, querido Biel. Tu aura era tan... distinta y especial. ¡Sabía que debías ser mi portador!
—¿¡Querido!? —Biel sintió un calor en sus mejillas—. Oye, espera un momento. ¿Entonces tú elegiste traerme aquí? ¿Y por qué yo?
Aine colocó un dedo en su barbilla, pensativa. —Los Fragmentos somos entidades antiguas que guían a Los Enviados en el camino. Cada uno de nosotros contiene el poder de todo. Somos entidades superiores encargadas de ser guías. Pero contigo... pasó algo muy raro.
Monsfil cruzó los brazos, sus ojos entrecerrados. —¿Algo raro? ¿Qué quieres decir con eso?
Aine suspiró, inflando sus mejillas en un puchero adorable. —Al traerte a este mundo, no pude despertar contigo. Algo se interpuso, y por eso no pude estar contigo desde el principio, querido Biel.
Biel frunció el ceño. —Entonces... ¿ese algo fue lo que te mantuvo sellada?
Aine asintió. —Sí. Incluso ahora no sé qué o quién lo hizo. Pero por eso no podía hablar contigo ni ayudarte. Solo podía sentir todo lo que te pasaba. —Sus ojos se llenaron de melancolía—. Fue muy solitario...
Biel sintió un nudo en el estómago al ver su expresión. —Oye... Aine...
Pero Aine rápidamente recuperó su energía, sonriendo de nuevo. —¡Pero eso ya no importa! ¡Estoy aquí ahora! ¡Y estaré contigo para siempre! —Dicho eso, se aferró al brazo de Biel, abrazándolo con fuerza.
—¿¡E-espera, ¿qué estás haciendo?! —Biel se puso rojo como un tomate, mirando a Monsfil en busca de ayuda.
Monsfil alzó una ceja, divertido. —Parece que tu Fragmento es bastante... afectuoso.
Biel gritó, avergonzado. —¡No me mires así!
Aine rió suavemente. —Oh, eres tan divertido, querido Biel.
—¡D-deja de llamarme así! —Biel desvió la mirada, intentando ocultar su sonrojo.
Biel dijo. —Entonces, Fragmento de lo Infinito... Aine... Si tú me elegiste a mí, ¿por qué otros fragmentos no eligieron a mi hermana Charlotte o a mi amiga Yumi y donde está mi amigo Bastián, que paso con él? Según el anciano, el Fragmento elige a las personas.
Aine asintió con seriedad. —El caso de Charlotte y Yumi es especial. Ellas fueron enviadas aquí por el dios de la creación. Pero respecto a Bastián... no sé nada. Fui sellada justo cuando tu llegaste a este mundo. No tengo idea de quién o qué me selló.
Biel suspiró, rascándose la cabeza. —Vaya... así que eso fue lo que pasó... Entonces, si no hubieras estado sellada... ¿habría tenido otras habilidades?
Aine asintió alegremente. —¡Sí! Pero el destino decidió que las cosas fueran diferentes. Aunque estuviera sellada, podía sentir tu poder. Pude sentir cuando moriste... —Su expresión se oscureció, sus ojos llenos de tristeza—. Me puse tan triste porque no podía hacer nada para salvarte...
Biel la observó, sorprendido por su sinceridad. —¿Aine...
Ella asintió, sus ojos brillando con lágrimas contenidas. —Pero cuando volviste a la vida... ¡Fui tan feliz! ¡Salté de alegría, aunque estuviera sellada! Y ahora que la puerta ha sido abierta... ¡estaré contigo para siempre! —Sonrió radiante, abrazando a Biel una vez más.
Editado: 02.08.2025