El ambiente en la mesa era tenso. Todos estaban sentados, lanzando miradas furtivas hacia Biel, cuyos ojos reflejaban una mezcla de nerviosismo y miedo. Aine estaba a su lado, su presencia parecía envolverlo con una calidez que, lejos de tranquilizarlo, aumentaba su incomodidad. Charlotte, por otro lado, luchaba por no reírse, cubriéndose la boca para evitar que su risa escapara. Sus hombros temblaban ligeramente, delatando su diversión.
Acalia, Xantle, Raizel y Yumi mantenían sus expresiones serias, pero la tensión en sus ojos las delataba. Cada una intentaba disimular su incomodidad, aunque era evidente que la cercanía de Aine con Biel no les resultaba indiferente. Se sentían inquietas, sus pensamientos eran un torbellino de celos y confusión. Mientras tanto, Ryder, Easton y el ya recuperado Ylfur observaban la escena en silencio, con una mezcla de curiosidad y diversión reflejada en sus rostros.
Finalmente, Biel tomó aire, intentando calmar sus nervios. Sus manos temblaban ligeramente, y tragó saliva antes de comenzar a hablar.
—Cuando caí inconsciente... desperté en mi mente —dijo, su voz temblorosa al principio, pero ganando firmeza conforme continuaba.
Todos dirigieron su atención hacia él. La expectación era palpable. Charlotte dejó de reírse y Acalia entrecerró los ojos, intrigada.
—En mi mente... estaba Monsfil, el Rey Demonio. Él me estaba allí. —Biel hizo una pausa. —. Conversamos... aunque fue más él hablando y yo escuchando.
Aine colocó suavemente una mano en el hombro de Biel. Él se tensó al instante, sus mejillas enrojecieron y su mirada evitó la de ella. Yumi apretó los labios, y Xantle cruzó los brazos, apartando la mirada con molestia.
—Pero entonces... —continuó Biel, su voz volviéndose más baja, casi un susurro—. Vi una puerta... estaba encadenada. Las cadenas eran tan gruesas que parecía imposible romperlas. Pero, de repente... sin aviso...
Biel cerró los ojos, recordando el sonido estremecedor de las cadenas rompiéndose. Un escalofrío recorrió su espalda.
—...las cadenas se rompieron y la puerta se abrió de golpe. El aire se volvió frío... y entonces, apareció... ella.
Charlotte se inclinó hacia adelante, su interés evidente. Ryder y Easton intercambiaron miradas, confundidos.
—¿Quién apareció? —preguntó Raizel, sus ojos reflejando una mezcla de temor y curiosidad.
Biel dudó, sus labios temblaron al pronunciar el nombre.
—Era... una chica. Tenía el cabello largo y plateado... su presencia era tan poderosa que casi no podía moverme. —Miró a Aine de reojo antes de continuar—. Ella dijo que era... el Fragmento de lo Infinito... y que su nombre era... Aine.
El silencio llenó la habitación. Todos miraron a Aine, quien simplemente sonrió suavemente, sin pronunciar palabra. Su expresión era serena, pero sus ojos reflejaban un brillo misterioso.
—¿Tienes... algo que decirnos? —preguntó Acalia, su voz fría y firme.
Aine inclinó ligeramente la cabeza, su mirada permanecía tranquila.
—Solo lo que Biel ha dicho es la verdad. —Sus palabras fueron suaves, pero resonaron en el ambiente como un eco inquietante—. Yo soy... el Fragmento de lo Infinito.
Los ojos de Biel se abrieron de par en par. Su mente daba vueltas. Todo lo que creía saber había cambiado. La revelación de Aine lo había dejado sin palabras.
El silencio en la habitación era tan denso que podía cortarse con un cuchillo. Todos seguían mirando a Aine, esperando una explicación. Ella se levantó lentamente, su cabello plateado brillando bajo la luz suave de la habitación.
—Yo soy el Fragmento... —dijo con una voz suave pero firme—. Y soy quien guía a los enviados a este mundo.
Los ojos de Biel se agrandaron aún más, su mente luchaba por procesar todo lo que estaba escuchando. Acalia frunció el ceño, Xantle apretó los puños, Raizel ladeó la cabeza con una mirada de sospecha, y Yumi... bueno, su sonrisa era todo menos amistosa.
Aine continuó, sin inmutarse por las miradas penetrantes. —Pero... tuve un percance al despertar. Cuando Biel llegó a este mundo, él despertó... pero yo no. Alguien manipuló todo para que no despertara junto con él. —Su expresión se volvió sombría, sus ojos reflejaron un dolor profundo—. Sin embargo, por fin el sello se rompió y ahora puedo estar junto a Biel... para siempre.
Las últimas palabras resonaron en el aire como un trueno. Los ojos de Acalia se entrecerraron, su aura emanaba una presión intensa. Xantle golpeó la mesa con ambas manos, haciendo que los platos temblaran. Raizel se cruzó de brazos, su mirada se clavó en Aine con una mezcla de celos y desafío. Yumi sonrió dulcemente, aunque sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa.
—¿P-Para siempre? —Biel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Miró a Aine, quien le dedicó una dulce sonrisa. Luego dirigió su mirada hacia Acalia, Xantle, Raizel y Yumi, cuyas expresiones amenazaban con desatar una tormenta.
—¡E-Espera! ¡Esto es un malentendido! —dijo Biel, agitando las manos frenéticamente—. ¡Aine solo quiso decir que... um...! —Se detuvo, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. La mirada asesina de Yumi no ayudaba en absoluto.
—¿Solo quiso decir qué, Biel? —preguntó Acalia, con un tono helado que lo hizo estremecer.
—Eh... q-que... ella... —Biel empezó a sudar frío. Sintió un tirón en su brazo y cuando miró, Aine lo estaba abrazando con una expresión radiante en su rostro.
—Biel es mío ahora —dijo Aine con naturalidad, sin darse cuenta del terremoto emocional que estaba causando.
El ambiente se volvió gélido. Biel sintió como si la temperatura hubiera bajado de golpe. Miró a Acalia, Xantle, Raizel y Yumi, quienes parecían estar envueltas en un aura oscura, sus ojos lanzaban chispas.
—¡No es lo que parece! ¡Lo juro! —Biel intentó liberarse suavemente del abrazo de Aine, pero ella simplemente lo apretó más.
—¿Así que "para siempre" eh? —murmuró Raizel, sonriendo de manera inquietante—. Qué... interesante.
Editado: 02.08.2025