El sol apenas asomaba por el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, cuando Biel salió al patio del refugio. La brisa matutina era fresca, cargada con el aroma del rocío sobre la hierba. Se detuvo un momento, mirando el cielo con determinación.
—Este entrenamiento será la clave... —murmuró, cerrando los puños con fuerza. Si quiero vencer a Domia y su ejército de nobles arrogantes, debo estar listo para todo.
—¡Biel! —la voz alegre de Aine lo sacó de sus pensamientos. La chica de cabello brillante y ojos chispeantes apareció junto a él, con una sonrisa juguetona en los labios—. Ya preparé la puerta para ir a la dimensión de entrenamiento. Como te dije, serán seis meses allá, pero aquí solo pasarán diez días.
Biel asintió, su expresión mostrando determinación. —Perfecto. Es tiempo suficiente. No quiero arriesgarme a que algo pase mientras estamos fuera.
Aine lo miró pensativa, ladeando la cabeza con curiosidad. —Si quieres, puedo alargar el tiempo a catorce días. Así, cuando salgamos, Ylfur ya estaría aquí y podríamos enfrentarlo juntos, si fuera necesario.
Biel sonrió con gratitud, aunque negó con la cabeza. —Aprecio tu consideración, Aine. Pero diez días estarán bien. No quiero perder ni un segundo más.
Aine suspiró y luego mostró una sonrisa dulce. —De acuerdo, como desees, Biel. Ahora, déjame explicarte los detalles sobre esa dimensión. Se llama La Realidad 982 ORC. Allí, yo tengo control absoluto, sobre todo. Puedo crear paisajes hermosos, invocar cualquier cosa que imagine... Todo lo que existe en ese lugar es mi voluntad.
—¿Control total...? —Biel arqueó una ceja, impresionado.
—Sí, pero eso solo es una pizca de mi verdadero poder —dijo Aine, con una expresión de orgullo, aunque sus mejillas se tiñeron ligeramente de rosa—. Para ser precisos, solo es un 2% de mi poder real.
Los ojos de Biel se abrieron con asombro. —¡¿Solo un 2%?! Entonces... ¿Eres increíblemente fuerte?
Aine desvió la mirada, su expresión era una mezcla de modestia y algo de incomodidad. —Bueno... sí. Pero no soy la más poderosa. Mis hermanos, los demás Fragmentos, me superan en fuerza. Aunque... —su tono cambió a uno más pícaro—, en términos de inteligencia, son como hormigas comparadas conmigo.
Biel parpadeó, sin saber si debía reír o tomarlo en serio. ¿Era sarcasmo o estaba diciendo la verdad...? Se encogió de hombros, optando por relajarse y sonreír. —Está bien, Aine. Eres increíble, jejeje.
Aine se sonrojó, evitando su mirada. —N-no digas tonterías... —susurró, apretando los labios con timidez antes de alzar una mano y hacer un movimiento en el aire. Frente a ellos, apareció una puerta brillante, rodeada de un aura dorada que ondulaba como un manto celestial. La energía era tan intensa que el aire vibraba alrededor de ella.
—Es hora de irnos —dijo Aine, recobrando la compostura, aunque sus ojos brillaban de emoción.
En ese momento, el grupo comenzó a reunirse. Charlotte fue la primera en llegar, sus ojos azul celeste reflejaban determinación. —¿Entonces, es aquí donde nos haremos más fuertes?
—Así es —respondió Aine con una sonrisa tranquilizadora—. Esta dimensión les permitirá llevar sus habilidades al límite sin ningún riesgo real.
Acalia apareció en silencio, su postura serena como siempre. Se acercó a Biel, su mirada era suave, pero firme. —¿Estás listo, Biel? Esto no será fácil.
Biel asintió, su expresión se endureció. —Lo sé. Pero si quiero protegerlos a todos, debo superar mis límites.
—Eso es lo que quería escuchar —Acalia sonrió apenas, antes de cruzar los brazos y observar la puerta con atención.
Xanthe llegó junto a Easton, sus rostros reflejaban una mezcla de emoción y nerviosismo. —¡Esto es emocionante! —exclamó Xanthe, sus ojos brillaban con curiosidad—. ¿Qué tipo de lugar será?
Easton ajustó su bastón, su expresión más seria. —No importa cómo sea. Lo importante es que salgamos de allí siendo más fuertes.
—¡Exacto! —Ryder se unió, golpeando sus puños con energía—. ¡Voy a entrenar hasta que mis músculos no puedan más!
—Por favor, no exageres, Ryder... —Yumi suspiró, pero una sonrisa juguetona apareció en sus labios.
Raizel, con su expresión indiferente habitual, simplemente murmuró: —Mientras pueda mejorar mi fuerza y poder de ángel, no me importa dónde sea.
Sarah llegó con una risa suave. —Parece que todos están listos. No me quedaré atrás.
Entonces, Gaudel apareció al final del grupo. Se detuvo junto a Biel, su mirada era seria, pero había una chispa de decisión en sus ojos. —He decidido ir con ustedes. No puedo quedarme atrás mientras ustedes se hacen más fuertes. También quiero proteger esta ciudad... y a las personas que amo.
Biel sonrió con calidez, colocando una mano en el hombro de Gaudel. —Entonces, bienvenido al equipo, Gaudel. Daremos lo mejor juntos.
Aine los observó a todos, su expresión era suave y maternal. —Están listos... Bienvenidos a La Realidad 982 ORC.
La puerta brilló intensamente y, uno por uno, cruzaron el umbral. Biel fue el último en entrar, pero antes de hacerlo, miró hacia atrás, contemplando el cielo que lentamente se teñía de azul celeste.
“No importa lo difícil que sea... No importa cuánto tiempo tome... Me haré más fuerte.”
Con esa promesa en su corazón, Biel cruzó la puerta, listo para enfrentar el entrenamiento que decidiría el curso de su destino.
Una luz brillante los envolvió, y al abrir los ojos, Biel y los demás se encontraron en un lugar que parecía sacado de un sueño. Amplios campos verdes se extendían hasta el horizonte, con flores de colores vibrantes que danzaban suavemente con la brisa. Las casas, de arquitectura elegante y clásica, se integraban perfectamente en el paisaje natural. Árboles frondosos ofrecían sombra refrescante, y un río cristalino serpenteaba a través de colinas doradas por el sol.
Biel miró a su alrededor, maravillado. Dio un paso adelante, sintiendo la suavidad de la hierba bajo sus pies. —Este lugar es... hermoso. —Su voz era un susurro cargado de asombro.
Editado: 02.08.2025