Fragmento de lo Infinito

Capítulo 48: Las Alas de un Ángel

Han pasado tres meses desde que Biel y sus amigos entraron a la dimensión de entrenamiento de Aine. En estos 110 días, todos han experimentado un crecimiento exponencial, refinando sus habilidades hasta alcanzar nuevos niveles de poder. Sarah, tras innumerables pruebas, alcanzó la forma verdadera de los vampiros, una auténtica vampira, con colmillos afilados como dagas y una presencia que emanaba una oscura majestuosidad. Ryder, por su parte, evolucionó a un Gran Espíritu Elfo, su aura irradiando una luz serena y poderosa, digna de su nueva condición.

Xantle y Easton, bajo la tutela de Varael, habían llevado sus habilidades a un nuevo nivel: Easton dominaba la Magia Glaciar con una precisión que podía sellar un campo entero en un instante, mientras que Xantle, con su Magia Astreo, podía manipular la luz y las estrellas para crear ataques de una belleza destructiva. Acalia y Gaudel, entrenando con Sylas, también habían progresado significativamente, sus técnicas se habían pulido hasta un grado temible. Mientras tanto, Biel, Yumi y Charlotte continuaban su arduo entrenamiento con Aine, quien empujaba sus límites hasta el extremo.

Sin embargo, entre todos ellos, había alguien que no podía avanzar de la misma manera. Raizel.

A pesar de su entrenamiento con Eldric y el esfuerzo que ponía en cada sesión, su poder seguía latente, sin manifestarse a voluntad. Su habilidad solo despertaba en momentos de peligro extremo o cuando intentaba proteger a alguien. Era como si su fuerza estuviera sellada tras una barrera invisible, esperando el momento correcto para liberarse.

Raizel se encontraba en el centro de un claro rodeado por pilares de roca. El aire vibraba con la energía de la dimensión, un mundo etéreo donde los vientos danzaban como espectros y la luz se doblaba en formas extrañas. Eldric la observaba con los brazos cruzados, su mirada era severa, pero en sus ojos brillaba la paciencia de un maestro que espera el despertar de su alumna.

—Otra vez —ordenó Eldric con voz firme.

Raizel apretó los puños. Sus alas angelicales temblaban, apenas siendo más que un reflejo traslúcido a su espalda. Inspiró profundo y cerró los ojos, tratando de conectar con la energía de su ser. Sintiendo el flujo que había sentido antes, ese destello que aparecía cuando alguien estaba en peligro. Pero no pasaba nada.

—No puedo… —susurró, con la frustración agolpándose en su pecho.

—No puedes porque te estás aferrando al miedo —respondió Eldric. Caminó hacia ella y la miró directamente a los ojos—. No al miedo de fallar, sino al miedo de no ser suficiente.

Raizel bajó la mirada, sus alas se desvanecieron en una brisa cálida.

—Siempre ha sido así… solo cuando alguien más está en peligro… es la única forma en la que puedo…

—Entonces, dime —Eldric hizo un ademán con la mano y la dimensión cambió. La arena se estremeció bajo sus pies y, de la nada, una criatura de sombras emergió rugiendo. Sus ojos eran pozos vacíos de oscuridad, su cuerpo una amalgama de espectros entrelazados en un espiral de caos—. ¿Qué harás si no hay nadie que proteger? ¿Qué harás si la única en peligro eres tú?

Raizel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Nunca se había planteado esa pregunta. La criatura avanzó, su presencia era sofocante. Cada fibra de su ser gritaba que huyera, pero sus piernas no respondían.

—Tu poder no es solo para proteger a otros —continuó Eldric—. Es también para protegerte a ti misma.

La criatura lanzó un zarpazo directo hacia ella. En el último instante, su cuerpo reaccionó por instinto y una barrera de luz apareció frente a ella, dispersando el ataque como un cristal reflejando el sol. Raizel jadeó.

—Sí puedes —Eldric sonrió levemente—. Solo necesitas recordar que tú también mereces ser protegida.

Raizel observó sus propias manos, temblorosas pero firmes. Algo dentro de ella se agitó, como el latido de un corazón al borde del despertar. Quizá, solo quizá, su momento estaba por llegar.

Raizel se quedó inmóvil, atrapada en los recuerdos de aquel enfrentamiento. La imagen de su hermano Rizeler la atormentaba, cada instante grabado en su mente como un eco inquebrantable. Aquel día, luchó con todo lo que tenía para ayudar a Biel a escapar. Y en ese preciso instante, cuando su cuerpo ya no podía más, algo despertó dentro de ella. Un poder que nunca antes había sentido, un destello que se encendió en su ser como un fuego divino.

Pero luego... desapareció.

Rizeler se había rendido, no porque la compasión la hubiera vencido, sino porque había visto algo en su hermana, algo que Raizel misma se negaba a aceptar. Pero ella lo llamaba suerte. ¿Cómo podía haberla superado si después de ese momento nunca más pudo recuperar esa fuerza? ¿Acaso los ángeles son bendecidos solo una vez? ¿Quizás ella no era digna de ese poder?

Sus alas, que alguna vez habían sido símbolo de gracia y poder, ahora le parecían pesadas, como si cargaran una culpa invisible. Se llevó una mano al pecho, sintiendo su propio latido errático. Rizeler no perdió sus bendiciones, él seguía fuerte, incluso más que antes. Servía a Yael, la Reina y Diosa de los Espíritus, como un guardián. Pero ella…

—Tal vez no soy un ángel de verdad —murmuró, su voz casi apagada por el viento de la dimensión.

Eldric, que había permanecido en silencio, se acercó con pasos serenos, sus ojos brillaban con una sabiduría inhumana.

—Yo también vi lo que vio tu hermano —dijo con una voz profunda y calmada.

Raizel levantó la cabeza, sorprendida. Sus ojos reflejaban confusión y un atisbo de esperanza.

—¿Qué viste? —preguntó, con un hilo de duda en su voz.

Eldric la miró fijamente, como si pudiera ver a través de su alma.

—Puedo ver recuerdos, Raizel. Y lo que vi en ti... es algo impresionante. Algo que no pertenece ni al cielo ni al infierno. Algo único. —Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras calaran en su mente—. En esa batalla, tu luz no solo se encendió… resplandeció con una intensidad que pocos pueden alcanzar. Rizeler lo vio. Y por eso se rindió. No porque lo hubieras superado, sino porque entendió que habías alcanzado algo que él jamás podría tocar.



#1238 en Fantasía
#1849 en Otros
#333 en Acción

En el texto hay: juvenil, magia, fantasia sobrenatural

Editado: 02.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.