Fragmento de lo Infinito

Capítulo 49: El Entrenamiento Estaba Llegando a su Fin

Han pasado cinco meses desde que Biel y su grupo entraron en la Realidad 982 ORC. El tiempo, aunque fugaz en su transcurso, fue implacable en sus pruebas. Cada uno de ellos había emergido más fuerte, con habilidades refinadas y una determinación forjada en fuego y combate.

Charlotte, bajo la tutela de Lacape, había perfeccionado su don de curación al punto de poder regenerar extremidades perdidas. Su energía fluía como un manantial inagotable, y su mentalidad, antes guiada por la duda, ahora era un faro de confianza y decisión. "La sanación no solo es restauración", le había dicho Lacape en más de una ocasión, "sino la voluntad de desafiar lo que se da por perdido". Y Charlotte lo había entendido con cada alma que salvaba.

Por su parte, Yumi había sido entrenada por Jun, comprendiendo al fin el poder que Aetherion le había otorgado. Ahora podía invocar casi todas sus habilidades divinas: Llama Creciente, una explosión de fuego abrasador que se alimentaba de la fe y la convicción; Oscuridad Eterna, un manto sombrío que devoraba la luz y la esperanza de sus enemigos; y Luz Imperial, la manifestación de la divinidad pura que fulminaba la corrupción. Su sabiduría se había ampliado y, con ella, su perspectiva del mundo. "El poder es conocimiento", le había dicho Jun una vez, "y el conocimiento, responsabilidad". Yumi, con una mirada de temple, sabía que era hora de asumir ese deber.

Biel, por su parte, había explorado más a fondo el Fragmento de lo Infinito, comprendiendo un 50% de su inmensurable poder. Su cuerpo, antes limitado por las fronteras de lo humano, ahora podía soportar el peso de la forma semi perfecta sin flaquear. Sus habilidades de Rey Demonio habían evolucionado: Espina de Penumbras se había vuelto un aluvión de lanzas sombrías que perforaban la realidad misma; Marca del Vacío ahora succionaba energía vital de sus enemigos; Ráfaga Ágil le permitía moverse con la fugacidad de un relámpago, y Llamas de Sombras consumían todo en un fuego siniestro.

Sin embargo, su verdadero avance radicaba en las nuevas habilidades otorgadas por el Fragmento de lo Infinito.

—Ruina Infinita… —susurró Biel, mientras la energía crepitaba en su puño. Sabía lo que ese poder significaba. No solo destrucción, sino erradicación. "Lo que esta habilidad toca no solo deja de existir", pensó, "sino que nunca existió".

Dimensión de Vacío le otorgaba el dominio absoluto dentro de su propio espacio. Allí, las leyes de la física eran maleables a su voluntad y su poder se multiplicaba hasta el infinito. Biel había comprendido que no era solo una habilidad, sino un dominio propio, una extensión de su existencia.

Marea de Penumbra, en cambio, era un equilibrio entre su naturaleza de Rey Demonio y el Fragmento. Se tragaba ataques, absorbía energía negativa y la convertía en combustible para su propio poder. Era un abismo insaciable que crecía con cada enfrentamiento.

Por último, estaba Juicio de Rey Demonio. Ahora, con la influencia del Fragmento, Biel podía distinguir a quienes realmente merecían la redención. "Salvar no es solo perdonar", pensó. "Es dar una segunda oportunidad a quien la anhela".

El crepúsculo caía sobre su campamento cuando Charlotte se acercó a él, con una sonrisa serena.

—Has cambiado, hermanito —murmuró, apoyando una mano en su hombro—. Antes cargabas todo tú solo. Ahora... confías en nosotros.

Biel miró el horizonte, donde el último resquicio del sol se ocultaba tras las montañas. Su expresión era de calma, pero en sus ojos ardía la chispa de la determinación.

—No soy el mismo de antes —respondió, con una leve sonrisa—. Y tampoco lo son ustedes.

El viento sopló con fuerza, arrastrando consigo el presagio de lo que estaba por venir.

En otra parte, en el dominio de Varael, el entrenamiento de Xanthe y Easton había alcanzado un punto culminante. Bajo la tutela del antiguo maestro, ambos habían perfeccionado sus dones hasta límites impensables. Xanthe, con su afinidad por Astreo, y Easton, con su dominio del Glaciar, ahora representaban dos fuerzas opuestas, pero en perfecta armonía: el cosmos ardiente y el hielo eterno.

Xanthe alzó su mano derecha y sintió la energía de las estrellas recorrer su cuerpo como un río de luz infinita. Su cabello flotaba en el aire como si el mismo espacio se plegara a su alrededor. Respiró profundo y cerró los ojos, sintiendo el pulso de los astros.

—Estrella de Luz —susurró, y una esfera radiante comenzó a materializarse sobre su palma.

La energía era densa, un fragmento de la esencia cósmica concentrada en un punto. Sus ojos brillaban con un fulgor plateado, reflejando la luz de su propia creación. La esfera creció, latiendo como un corazón ardiente, y cuando Xanthe la lanzó, surcó el cielo como un cometa, impactando contra una formación rocosa y desintegrándola al instante en un destello cegador.

—Nunca deja de impresionarme —comentó Easton con una sonrisa ladina, cruzándose de brazos.

—Podría decir lo mismo de ti —respondió Xanthe, recuperando el aliento.

Easton chasqueó los dedos y, de inmediato, una helada brisa recorrió el campo de entrenamiento. La temperatura descendió abruptamente, y el suelo comenzó a cristalizarse bajo sus pies. Con un movimiento de su mano, el aire a su alrededor se volvió bruma gélida, y en un parpadeo, torres de hielo emergieron a su alrededor con precisión quirúrgica.

—Escarcha del Infinito —susurró, extendiendo la palma de su mano.

El tiempo pareció ralentizarse en el área donde el frío tocaba. Cada copo de nieve que caía se movía con una lentitud antinatural, como si el mismo concepto de tiempo se doblegara ante su voluntad.

—No solo es hielo —dijo Varael, quien los observaba con ojos críticos pero satisfechos—. Has logrado lo que pocos magos pueden siquiera imaginar: alteración del flujo temporal mediante el control absoluto de la temperatura.

Easton dejó caer su mano, y con un solo parpadeo, el tiempo regresó a la normalidad, liberando la zona de su hechizo.



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En el texto hay: juvenil, magia, fantasia sobrenatural

Editado: 29.09.2025

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