El zumbido en el aire cambió.
Los 30 minutos de descanso habían terminado. Las risas, las bromas, las miradas cruzadas… se fueron apagando poco a poco como el eco de una melodía lejana. Uno a uno, los aspirantes fueron guiados hacia una enorme sala dimensional, una esfera mágica envuelta por paredes de energía transparente que reflejaban luces danzantes como estrellas atrapadas en movimiento.
—Bueno… —susurró Easton, mirando alrededor—. Esto parece sacado de un sueño… o una pesadilla con estilo.
La sala estaba dividida en dos secciones flotantes. En la primera, objetivos en movimiento volaban en todas direcciones, cambiando velocidad, forma y brillo. En la segunda, recipientes mágicos transparentes flotaban, esperando ser llenados de energía sin romperse por la presión.
—Así que esto es la famosa “evaluación práctica” … —dijo Xantle con algo de tensión en la voz.
—Y los recipientes mágicos no son fáciles… —añadió Sarah mientras observaba uno que parecía latir como un corazón de cristal—. Si canalizas demasiada energía, estallan. Si canalizas poca, se vacían.
El profesor habló desde el centro de la sala:
—Aspirantes, como fue mencionado, el examen consta de dos partes: precisión mágica y control. Recuerden: no basta con tener magia, hay que saber usarla. El exceso y la falta son errores por igual.
Biel se mantuvo en silencio. Sus ojos no estaban en los objetos flotantes ni en los recipientes.
Estaban en sus amigos.
A su alrededor, cada uno de ellos se preparaba para la evaluación… sin tener idea de lo que realmente podían hacer.
Y eso era un problema.
Se acercó con paso firme a Sarah, Xantle y Easton.
—Chicos, ¿me pueden decir cómo se llaman sus habilidades?
Sarah fue la primera en responder, con naturalidad:
—Mi habilidad es de sangre.
—¿Sangre? —repitió Biel, fingiendo curiosidad.
—Sí —asintió ella—. Consiste en crear espinas de sangre capaces de perforar cuerpos.
Biel ya lo sabía. Conocía esa magia mejor que ella misma… porque ya la había visto antes, en otro tiempo, en otra batalla. Pero no dijo nada. No aún. No hasta que estuviera segura.
Luego fue el turno de Xantle. Se acarició el brazo con timidez antes de hablar:
—Mi magia es de destello. Puedo generar destellos de un color neón. Yo la llamo… destello neón.
Biel bajó la mirada por un instante.
“Destello neón…” Esa energía era apenas una chispa comparada con lo que Xantle podía hacer. Su verdadera habilidad, magia de Astreo, era una magia cósmica poderosa, capaz de invocar los fenómenos más bellos y destructivos del universo: cometas, meteoritos, incluso agujeros negros. Aunque en el pasado, solo llegó a controlar los cometas.
Finalmente, Easton se adelantó con su sonrisa habitual.
—Mi magia es de cristal… o eso creo. Puedo generar pequeños cristales y lanzarlos con mucha precisión.
Biel cerró los ojos un instante. La magia de Easton no era de cristal. Era magia de Glaciar, poderosa y sigilosa como una ventisca silenciosa. Los cristales eran solo manifestaciones inestables de su verdadera naturaleza.
—Bueno, ya que te dijimos nuestras habilidades… ahora queremos saber para qué querías saberlas. —preguntó Sarah, con los brazos cruzados.
—Quiero ayudarlos a usar perfectamente sus habilidades. —respondió Biel con calma.
Sarah frunció el ceño.
—¿Acaso crees que no las sabemos utilizar?
—Claro que sé que pueden usarlas. —dijo Biel—. Pero quiero que las utilicen a la perfección.
Easton arqueó una ceja, con una sonrisa desafiante.
—¿Quieres decir que no sabemos utilizarlas, o qué?
—Se perfectamente que saben cómo son sus habilidades. —dijo Biel, tratando de mantener la calma—. Pero yo tengo conocimientos sobre muchas habilidades. Y creo que puedo ayudarlos a llevarlas a otro nivel.
Easton lo miró con los ojos entrecerrados.
—¿Conocimiento de muchas habilidades? ¿Acaso eres un cerebrito, o qué?
—No soy ningún cerebrito. —dijo Biel, aguantando la risa—. Pero si me lo permiten, quiero ayudarles a alcanzar el potencial que realmente tienen.
Xantle lo observó por un momento… y asintió.
—Bueno… creeré en ti.
Acalia, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se adelantó.
—Es mejor que le crean. Biel sabe muchas cosas que nosotros no.
La voz de Acalia sonaba firme. Ella había visto parte de los recuerdos de otra vida. Y aunque no lo comprendiera del todo… sabía que Biel no mentía.
Easton cruzó los brazos con una mueca.
—Está bien, confiaré en ti… pero recuerda que yo sí sé usar mi habilidad a la perfección.
Sarah sonrió.
—Claro que te creeré. Tengo una intuición de que sabes más de lo que nosotros sabemos.
Biel asintió con serenidad.
—Está bien. Les enseñaré todo sobre sus habilidades.
Hubo un momento de silencio entre ellos. Un instante de confianza suspendida en el aire. Como si algo importante acabara de ser dicho… sin necesidad de decir más.
Entonces, la voz del profesor volvió a sonar.
—Aspirantes, colóquense por orden. Comenzaremos con la prueba de precisión mágica.
Easton levantó una mano.
Editado: 02.08.2025