Fragmento de lo Infinito

Capítulo 85: Sombras del pasado – Parte 1

Había pasado una semana desde aquel enfrentamiento que estremeció a Renacelia.
El duelo entre Biel y Fernt, el rey drakeryano, ya se había convertido en noticia de todo el mundo: comentado en palacios, tabernas y plazas. Algunos lo veían como un empate glorioso, otros como el preludio de una tormenta mayor. Lo cierto es que ninguno de los dos bandos había tomado represalias… al menos por ahora.

Por su parte, Biel había permanecido inconsciente cuatro días, sumido en un sueño pesado que parecía arrastrarlo hacia abismos lejanos.

Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue a Enit, sentada a su lado, con esa calma luminosa que siempre parecía envolverla.

—Vaya… por fin despiertas, Biel.

El muchacho parpadeó, con el cuerpo rígido de dolor.

—Hola, Enit… —su voz salió ronca—. Me duele todo el cuerpo. ¿Qué fue lo que pasó?

Enit ladeó la cabeza, sonriendo con dulzura, aunque sus palabras pesaban como plomo.

—Lo que Ryder me dijo es que sufriste fracturas por todo tu cuerpo. Nada irreversible, pero… la batalla contra Fernt dejó secuelas. Tu transformación en Rey Demonio te desgarró por dentro. Tu cuerpo aún no está preparado para sostener tanto poder… y además invocaste a Aine. El Fragmento de lo Infinito llevaba dos mil años acumulando energía. Esa sobrecarga casi te rompe.

Biel bajó la mirada, recordando la pelea, el brillo abrasador de Aine, el choque con Fernt. Un escalofrío recorrió su espalda.

—Me excedí… esta vez fue demasiado —susurró—. Tendré que entrenar mi cuerpo, hacerlo capaz de soportar tanto peso: el Rey Demonio y el Fragmento… Si no lo hago, la próxima vez no me levantaré.

Sus ojos se ablandaron de pronto.

—¿Y los demás? ¿Mis amigos, los santos, el instituto?

Enit asintió.

—Tus amigos están bien, ahora mismo en clases. Los santos retomaron sus actividades. El instituto apenas sufrió unas fisuras, nada grave. Pero hay algo más, Biel… algo que ocurrió en el mundo entero durante estos días.

El corazón de Biel dio un vuelco.

—¿En el mundo…? Espera. ¿Cómo que el mundo entero? Hace dos mil años yo apenas recorrí este continente. ¿Existen más países… más allá de estas tierras?

Enit dejó escapar un suspiro, como quien revela una verdad a destiempo.

—Así es. Aunque yo misma apenas lo confirmé hace quinientos años.

Biel la miró con cejas alzadas, sorprendido. Quinientos años. Para ella era “reciente”. Para él, una eternidad.

Enit continuó:

—Durante tu sueño hubo varios sucesos. La reunión de líderes archadeamon… y las consecuencias de la liberación de Iskaria. Los conflictos internos crecen, y nadie sabe dónde está Lilyn, la espadachina que derrocó aquel régimen.

Biel frunció el ceño.

—¿Lilyn? ¿Quién es ella?

—La que liberó a Iskaria hace un año. Una joven espadachina… es muy popular en todo el mundo, pero su paradero actual es un misterio.

Biel permaneció en silencio, intrigado.

—Y, además —añadió Enit—, se habló de un país en particular: Monotia. Un reino tan avanzado tecnológicamente que incluso supera a Renacelia. Nadie entiende cómo alcanzó tal nivel en tan poco tiempo. Se cree que hace dos mil años, personas de otro mundo llegaron a este mundo con conocimiento avanzado que crearon esta ciudad y que luego compartieron esa tecnología con todo el mundo…. Eso da indicios que Monotia también tiene la tecnología de esas personas e inclusos llegaron a superarla por eso Monotia hoy en día es una ciudad muy avanzada para esta época.

Esas palabras golpearon como un trueno en la mente de Biel. Imágenes olvidadas se agitaron: sus compañeros de colegio, Liam, Rubí… el anciano de la tienda de rarezas que los había enviado a este mundo. Recordó la pequeña ciudad que comenzaron a construir juntos, los planes para el festival del héroe, el futuro que soñaban antes de que Khios lo destruyera todo.

Con voz baja murmuró:

—No pude cumplir mi promesa… ni siquiera llegué a dar nombre a esa ciudad.

Pero Enit lo interrumpió con una sonrisa misteriosa.

—El festival del héroe sí se realizó. Y la ciudad… lleva este nombre en tu honor.

Los ojos de Biel se abrieron de par en par.

—¿Cómo sabes eso?

—¿Ya olvidaste que soy la diosa de los espíritus? Escucho tus pensamientos, Biel.

Él rió nervioso, llevándose la mano a la nuca.

—Cierto… lo había olvidado. Supongo que volver después de dos mil años me tiene los recuerdos borrosos. Apenas recuerdo bien mi batalla con Maelista.

Enit bajó la mirada, con un dejo de amargura.

—Al menos recuerdas a ese traidor… pero no mis habilidades.

Biel la observó con ternura.

—Las recuerdo… aunque no del todo.

—Da igual, dejemos eso. Lo importante —prosiguió ella— es que mientras dormías, el mundo cambió. El país entero ahora espera al “fundador”. Y lo más evidente fue la desaparición de Aine: la espada ya no está en su pedestal. Nadie había podido sacarla jamás, ni reyes ni príncipes… ni siquiera Lilyn, cuando vino aquí hace dos años.

Biel se incorporó un poco, sorprendido.

—¿Ella estuvo aquí?

—Sí. Vino a ver el lugar donde el héroe algún día volvería.

El joven soltó un suspiro profundo, con una mezcla de nostalgia y vértigo.

—Quién lo diría… que todo comenzó el día en que toqué un fragmento en una tienda de antigüedades. Desde entonces, cada paso ha sido un torbellino: la villa de Xantle y Easton, el ataque de Kurusume, Monsfil, Lip, el mundo espiritual, mi regreso de la muerte, Lunarys, los tres dragones, Domia y los Novas, la desesperación encarnada, Khios…

Cerró los ojos, cruzando los brazos.

—Y aun así sigo aquí. He vivido tanto… pero si renací, es para seguir viviendo. Para disfrutar todo lo que me queda.

Enit lo miraba. Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.

—Eso es lo que me gusta de ti, Biel… —susurró, con la voz quebrada.



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En el texto hay: juvenil, magia, fantasia sobrenatural

Editado: 04.09.2025

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