Las personas siempre juzgan por las apariencias, da igual como seas, siempre habrá una crítica en la punta de la lengua de cualquiera. En ese sentido, la sociedad puede resultar superficial e hipócrita porque es la forma en la que el mundo actual opera. Yo no soy como los demás ni quiero que me califiquen por el decir de los demás. Para conseguir mi cometido voy a hacer de mi vida un ejemplo para dar, de verdad, de qué hablar, con fundamentos y sin habladurías. Y a ella le voy a demostrar que puedo ser mucho mejor que todo lo que ella piensa.
Las miradas están fijas en mí, mientras avanzo por la calle. Los vecinos no dejan de murmurar. Llego hasta esa puerta blanca, con varios pensamientos y verdades, queriendo escapar de mis labios. Mi mano toca el timbre.
Trato de verme relajado, aunque este nervioso por dentro. Han pasado meses. Desde aquel jodido día. Aquel que dejó una huella. Que cambió mi perspectiva de la vida.
La puerta se abre, dejándome verla en su pijama. Su mirada se muestra sorprendida, aunque su gesto cambia a uno con el ceño fruncido.
— ¿Qué carajos haces aquí?
—Vine a contarte todo
—Cómo eres capaz de venir tan fresco después de todo. Te odio. Por tu culpa murió mi hermana. —La rabia con la que producía cada palabra, tocaba esa herida, que quería creer cicatrizada.
Ella tenía muchas razones para odiarme. La primera, se había enamorado de mí. Algo irónico pero cierto. El sentimiento era mutuo.
Durante mucho tiempo estuvimos coqueteando, mandándonos indirecta. Pero todo quedo allí. Siempre le habían dicho que yo no era bueno para nadie, su familia, los vecinos.
Así que se fue alejando de mí. Más, cuando su hermana se enamoró de mí. Ese fue su peor error. El mío, meterme con ella
Yo en ese momento estaba más jodido que ahora, y lo que mejor hacia era dañar el autoestima de las personas. Quizás si hubiese estado con ella, también la habría roto.
Ambos nos hacíamos daño. Su hermana tenía esa obsesión conmigo de querer cambiarme. Mientras yo me creía un hombre libre. Que disfrutaba y volaba entre las nubes creadas por las drogas. Escapando de esta realidad.
Fue esa noche que se jodio todo. Íbamos ambos borrachos, riéndonos de tonterías. Cuando ella empezó a interrogarme por el chupetón en mi cuello. Jalo del timón y sin darnos cuenta el carro se desbarranco. Lo único que recordaba era que al despertar, tenía su cuerpo cubriendo el mío. Aun en esa situación había intentado salvarme.
Su respiración era nula. Mi mano intento acariciar su rostro y comprobar lo que en ese momento no quería creer. Mis intentos eran en vano, ella esa noche dejo de respirar, mientras yo aun con los efectos de la droga me sentía entumecido.
Mentiría si dijera que no la llegue a querer, pero lo nuestro fue una relación destinada a acabar mal.
¿Por qué estaba aquí? Porque quería decir la verdad, mi verdad. Porque uno aprende la lección cuando ya se es tarde. Bien dicen que cuando pierdes algo te das cuenta demasiado tarde de lo valioso que era.
La perdí y ella me alcanzó, con su fuerza de voluntad. Me encontraba dispuesto a todo, a mejorar. A callar cada una de las falsas cosas que decían, demostrarles quien soy en realidad.
Me miraba con los ojos nublados por las lágrimas que empezaban a caer, producto del recuerdo que siempre nos marcaría. Sobó sus ojos con el puño de su polera.
—Ella, tenía depresión. Tomaba algunas pastillas. No pensé que el conocerte haría que renuncie a todo ello. Jamás imagine cuanto ella llegó a amarte. Si decidió salvarte, era porque eras su mundo. Su salvación.
—No, ella lo fue para mí— una lágrima se escapó de mis ojos, sorprendiéndola. — He estado yendo a un centro de rehabilitación. Desde el accidente no dejaba de pensar en toda la culpa. En el “y si…”. Pensé en todas las posibilidades. Pero sé que eso no la regresaría.
Ella solo me observa y asiente, sé que aún le cuesta mantener la mirada fija en mi rostro, por el recuerdo.
— Yo tampoco fui la mejor hermana. Cometí errores, ella era la menor. Se suponía que yo debía cuidar de ella. Cuando discutía contigo, y llegaba derrotada. En vez de conciliarla, huía. Porque mi sentimiento por ti, me lo prohibía. Ella siempre quiso que la amaras.
— La quise, créeme, a mi manera en medio de mis sombras, la quise.
Y realmente lo hice, ella robó una parte de mí. Que no regresaría. Porque ella fue ese pequeño empujón que la vida te manda, la que te orilla a tomar la decisión de cambiar. Aunque todo el mundo te venga encima.
“gracias colibrí por todo, por amarme. Por demostrarme quién soy.”