Con tus brazos yo me encontré,
sin saber que mi refugio serías tú.
En tu mirada me abracé sin por qué,
y mi soledad… se rindió a tu luz.
Con tu sonrisa mataste mi ansiedad,
llegaste tú… y todo cambió.
Sin aviso, sin necesidad,
mi corazón de hielo se derritió.
¿Qué has hecho? —me pregunto aún—
pues mi alma fría, como el Polo Norte,
hoy florece al ritmo de tu canción,
porque tú llegaste… y cambiaste mi suerte.
Así de helada era mi vida sin ti,
un invierno eterno, sin calor ni sol,
hasta que tú, sin prometer, sin pedir,
trajiste primavera… al más frío rincón