Fragmentos De Nosotros

3

10/10/14

Billie y yo volvimos hacer amigos después de una mentira del porque ya no hablába con el hace unos días.

Me sentí mal por mentirle pero no había de otra

Me senté a lado de Billie en el descanso, este estaba viendo a la nada.

—¿Que ves?

—Mira a esa chica —Me señaló disimuladamente a una chica en la esquina a lado de un árbol, mierda que la chica era hermosa a simple vista. —¿Esta linda no?

Los celos empezaron a surgir en mi con esas palabras.

Le gusta.

Billie la miraba de la forma en la que yo lo veía a el.

Eso me generó un nudo en la garganta,  ‹no pasa nada› me dije a mi misma pero no sirvió de nada.

—¿Sabes que? —Hablo Billie parándose de la silla bruscamente —Voy a hablarle, deseame suerte.

Y sin más se fue.

Mire como iba tras de ella, diablos que dolía, pero era más que necesario para olvidarlo.

No quiero arruinar mi amistad con el, a veces me arrepentia de aver aceptado su amistad, tal vez así hubiera tenido más valor para conquistarlo.

Pero no.

Los hubiera nunca son una opción, solo te hacen sobre pensar cosas que por más que intentes, nunca cambiarán.

 

                                  •••

 

A la hora de salida estaba por irme pero Billie me alcanzo emocionado.

—¡Olivia!, Conseguí su número!, Y se llama Ella, la chica del descanso.

—Oh... Pues, ¿felicidades?

Si, esa fue mi respuesta, no sabía que decir.

—Okey?, ¿Te ocurre algo?

Si, TUU.

Quize gritar

—No, solo estoy cansada y ya.

Billie no me creyó nada pero no me presionó más, y eso lo agradecí.

—Y Lía? Ya se harto de la escuela y escapó?

—Quien sabe

—Que seca, yo no te hice nada.

No que tú sepas...

—Perdon, y vas a salir con Ella ¿o?

—Eso espero.

Seguimos hablando hasta que llegamos a mi casa.

—Bueno... Gracias por acompañarme, Billie.

—Yo con gusto, bueno, te veo en clase mañana, okey?

—Okey

Se fue y yo cerré la puerta y corrí a mi cuarto y al entrar me tiré en la cama.

Queria llorar, quería gritar, pero no podía, decidí  ignorar ese sentimiento,esas ganas de perderme en lágrimas.

Y regresaron los comentarios de mi conciencia.

‹por dios,que exagerada›

‹tu no sabes nada del amor, estás muy chica›

‹te ves horrible llorando›

‹seguro y si te ven así se burlaran›

‹no tienes derecho a llorar›

Tal vez no eran lo peores comentarios pero me hacían agarrar mi armadura y ponerme la de nuevo.

A veces nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.




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