Se quedó en silencio por unos segundos, observándola. Algo en la imagen de Darcy, dormida en el vestíbulo del edificio, le revolvía el estómago.
¿Qué había pasado?
Con un suspiro, estiró una mano y la tocó con suavidad en el hombro.
—Darcy.
No hubo respuesta.
—Darcy, despierta.
Ella solo murmuró algo inaudible y se removió un poco, pero sus párpados no llegaron a abrirse.
Frunció el ceño y se enderezó. Justo entonces, el portero, que había estado observando la escena con discreción, se acercó un poco más.
—Disculpe, joven —dijo en voz baja—. No quiero incomodarlo, pero antes de que la señorita llegara aquí, la vi en la calle.
Alzó la mirada.
—¿En la calle?
—Sí. Venía apurada… y no venía sola.
La tensión se instaló en sus hombros.
—¿Quién la acompañaba?
—No la acompañaba. La seguía.
El aire en sus pulmones pareció pesar un poco más.
—¿Cómo era?
—Alto, delgado pero con físico de atleta. Cabello castaño algo despeinado, ojos claros.
La descripción le resultaba familiar, pero no lograba asociarla con un rostro claro.
—Intentó entrar con ella, pero no lo dejé pasar. No me lo presentó y ella no parecía querer que la acompañara.
La mandíbula se tensó.
—¿Dijo algo?
—Insistía en entrar con ella, pero como ella no hablaba, le negué el acceso.
Exhaló lentamente y miró de nuevo a Darcy.
Había algo que no encajaba.
Y no le gustaba.
—Gracias —murmuró.
Se inclinó y con cuidado deslizó un brazo bajo sus rodillas y el otro por su espalda. Al levantarla, sintió lo liviana que era, lo frágil que se veía en ese momento.
—Le ayudo con el elevador —dijo el portero, adelantándose a presionar el botón.
Le dedicó un leve asentimiento antes de entrar con ella en brazos.
__________
Empujó la puerta con el pie y caminó directo a su habitación.
Con la misma suavidad con la que la había cargado, la depositó en la cama, le quitó la mochila y la cubrió con la manta.
Se quedó de pie unos segundos, observándola.
Ella ni siquiera se inmutó, su respiración seguía tranquila, pero su expresión no. Su ceño estaba ligeramente fruncido, como si incluso dormida estuviera tensa.
Apretó la mandíbula.
¿Quién era ese tipo? ¿Y qué le había hecho para que Darcy terminara así?
Exhaló con frustración y deslizó una mano por su cabello.
No tenía las respuestas. Pero cuando Darcy despertara, pensaba conseguirlas.
Por ahora, lo único que podía hacer era asegurarse de que estuviera bien.
Suspiró y salió de la habitación, dirigiéndose a la cocina. Buscó algo rápido de preparar.
No sabía si ella tendría hambre cuando despertara, pero al menos él sí. Y si había algo que podía hacer por ella en este momento, era asegurarse de que tuviera algo caliente para comer.
____________
El ansancio la envolvía como una manta gruesa, atrapándola en un estado de semiconsciencia donde los recuerdos y los sueños se entremezclaban.
Todo era un torbellino de imágenes fragmentadas: pasos apresurados en la acera, la sensación de alguien siguiéndola, la presión de su propia respiración agitada. Ricky. Su voz llamándola, su sombra proyectándose a pocos metros de distancia.
—Darcy, espera—
Pero ella no esperó. No podía.
Entonces, la escena cambió, como si su subconsciente la arrastrara aún más atrás. Luces parpadeantes, música amortiguada por el rugido de un motor. Unas manos firmes en el volante. Su propia voz, entrecortada, diciendo su nombre.
Carter.
El estómago se le revolvió. Algo iba mal. El miedo la recorrió por completo, quiso decir algo, pero la imagen se esfumó en la neblina del sueño. Entonces un peso invisible en su pecho pareció aliviarse por un breve instante. La seguridad la envolvió, como si su cuerpo reconociera que estaba en un sitio donde no tenía que estar alerta
El aroma familiar de la manta y del ambiente la envolvió antes incluso de que abriera los ojos. Algo limpio, con un leve rastro a café y jabón, mezclado con la calidez de un espacio cerrado.
No necesitaba mirar alrededor para saber dónde estaba.
Pero entonces, la realidad la golpeó.
La tranquilidad se esfumó en cuanto recordó cómo había llegado allí. La vergüenza, el temor a las preguntas, la certeza de que no podría evitar dar explicaciones.
Abrió los ojos.
La luz tenue de la habitación confirmó lo que ya sabía. La manta sobre ella estaba perfectamente estirada, como si alguien se hubiera asegurado de que estuviera cómoda. Se incorporó lentamente, sintiendo el ligero mareo del sueño pesado, y deslizó los pies hasta tocar el suelo frío.
Un sonido sutil rompió el silencio. Ollas moviéndose, un cuchillo golpeando contra una tabla.
Se obligó a ponerse de pie.
Cruzó la habitación en silencio, con los músculos aún tensos, y siguió el sonido hasta llegar a la cocina.
Y entonces lo vio.
Él estaba de espaldas, concentrado en lo que hacía. Se movía con calma, revolviendo algo en una olla, ajeno a su presencia.
Por un instante, Darcy se quedó ahí, inmóvil. Observándolo.
Pero no podía seguir callada.
—…Hola.
La palabra salió más suave de lo que esperaba, casi titubeante.
Él se giró.
Y sus ojos se encontraron.
Él sonrió. No fue una sonrisa amplia ni exagerada, solo una leve curva en los labios, lo suficiente para transmitirle tranquilidad. Para hacerle saber que no tenía que hablar si no quería. Que estaba bien.
—Estoy haciendo sopa —murmuró, girándose de nuevo hacia la olla mientras removía el contenido con calma.
Darcy lo observó en silencio.
Entonces, él pareció recordar algo. Su expresión cambió de golpe, como si una idea súbita lo hubiera golpeado de lleno.
Darcy no pudo evitar reír.
Él parpadeó y la miró, confundido.
#4500 en Joven Adulto
#5559 en Thriller
#2165 en Suspenso
amor, amigos falsos y amor de infancia, desamor celos drama amor y traicion
Editado: 13.03.2025