La historia anterior terminaba conmigo de nuevo padeciendo bulimia; lo cual derivó de nuevo en mi ingreso en el hospital.
Normalmente, tenemos en nuestras mentes la imagen del hospital como un espacio deprimente, dado que en este se encuentran gran número de personas enfermas. Para mí, por increíble que parezca, este se convirtió en mi refugio. En el no te tenía que soportar vuestras incesantes burlas; sino que era una chica normal y sobre todo aceptada. Sin embargo lo mejor de esta segunda estadía en el hospital fue que os conocí a vosotros: Lorena y Daniel.
Antes de empezar a contaros como me hice amiga de ellos, permitidme hacer una breve descripción de ellos.
Primero voy a empezar por Lorena. Lorena, es una joven de cabello castaño claro y grandes ojos verdes, con un cuerpo que muchos consideraríais de infarto;dado que esta nuestra sociedad establece como canon de belleza una extrema delgadez. Esta primera descripción, de ella es la que todos conocéis; pero lo que verdaderamente desconocéis es que en su día padeció de anorexia.
Ahora le toca el turno a Daniel. Daniel es el chico perfecto: dulce, amable, trabajador, amigable, de pelo de color rubio oscuro y ojos azules como el mar.Es el típico chico que te gustaría tener como amigo o como pareja. Pero hay algo que no sabéis de Daniel, y es que sufre de una gran depresión causada por la muerte de sus padres tras un accidente de coche. Si nunca lo habéis visto triste o llorar cuando nos venía ha buscar a mi o a Lorena al Instituto era debido a la gran cantidad de antidepresivos que ingería en su día a día. ¿Es sorprendente verdad? Creéis conocer a las personas de vuestro alrededor; pero en el fondo son unos desconocidos con sus secretos, con sus caparazones para que el mundo impida hacerles más daño de lo que ya les ha hecho.
Bueno, después de estas breves descripciones voy a contaros como nos hicimos inseparables, y al final de esta historia seguramente muchos de vosotros tendréis envidia de nuestra gran amistad.
Todo empezó en una tarde de abril, con mi ingreso de nuevo en el hospital. A diferencia de la vez anterior, en esta ocasión me encontré con una compañera de habitación. Si, lo habéis adivinado, era Lorena. Recuerdo que estabas tumbada en tu cama con un libro en la mano, y tan pronto me viste entrar por la puerta me regalaste una enorme sonrisa.
-Tú debes de ser mi compañera Valeria, mi nombre es Lorena. Soy una soñadora empedernida y lectora obsesiva, y entre tu y yo estoy un poco loca; aunque algo de locura de vez en cuando no viene mal. Tengo un hermano menor, que es todo un diablillo y que me hace la vida imposible y que seguramente conocerás mañana. En relación a mis padres... son normales así que por ellos no tienes que preocuparte. Ahora te diré lo más importante, si estoy aquí es porque sufro anorexia. A pesar de que estoy extremedamente delgada mi mente no para de decirme cada vez que me veo en un espejo que estoy gorda. La vida a veces es muy puta ¿No crees? Bueno más bien es la sociedad en la que vivimos, tan llena de estereotipos y prejuicios que hacen que nos infravaloremos y nos sintamos inferiores. Viva el S.XXI futura amiga-Me soltaste todo ese rollo y luego te tomaste tu pastilla seguida de un vaso de agua que levantaste en mi dirección, como queriendo decir "a tú salud"- ¿Y que hay de ti?
-Mi nombre es Valeria y soy bulímica.
-Amen por las enfermedades alimentarias. Pero seguramente tienes más cosas que contar.
-Soy hija única. Mis padres también son normales y si te soy sincera mi bulimia apareció como fruto del acoso escolar. Ser diferente en este mundo todavía deriva en rechazo y eso hace que cometas locuras en ocasiones para poder encajar.
-Pues mi querida nueva amiga permíteme decirte que yo nunca te voy a juzgar. ¿Quieres dar una vuelta conmigo? Estoy ya aburrida de estar aquí encerrada. Vamos a que conozcas a Daniel- Luego te levantaste de la cama como un resorte, y a mi mente vino el pensamiento de como podías mantenerte en pie; pues tus piernas y brazos se veían escuálidos. En uno de tus costados llevabas un tatuaje con las palabras "Be strong". Me parecieron unas palabras tan apropiadas para nuestra situación que no me hizo falta conocerte a fondo para saber que seríamos buenas amigas.
Salimos de nuestra habitación. Yo te seguí por los pasillos hasta llegar a una habitación en la que se encontraba un joven con un gran número de hojas esparcidas por su cama. Eras tú Daniel. Estabas tan concentrado que no te percataste de nuestra presencia.
-Tierra llamando a Daniel. Puedes dejar tus apuntes y fijarte en los dos bellezones que tienes delante-Luego levantaste tu mirada de los apuntos, y nuestros ojos hicieron contacto. El azul intenso del mar se encontró con el negro oscuro de la noche
-¡Vaya! veo que hoy no vienes a molestarme sola, sino que vienes acompañada. Te compadezco nueva, no me quiero imaginar lo que tienes que aguantar de esta pesada.