El 3° año de instituto daba comienzo con Lorena a mi lado. Creía que este hecho me traería tanta felicidad que no cabría en mi interior; pero lamentablemente, si eres impopular contagias esto a las personas que te importan, sin darles la oportunidad de que los conozcan.
Como yo era la marginada y Lorena mi amiga, la etiquetasteis ya desde el primer día que entramos juntas por la puerta como la segunda rarita. Ojalá la hubieseis conocido realmente, debisteis darle una oportunidad,porque de hacerlo os aseguro de que todos la amaríais. Sin embargo, nunca llegasteis a conocerla y eso derivó en que se fuera y me quedara sola de nuevo; pero ese aspecto se narrará mejor en la siguiente historia. Ahora centrémonos en esta, que derivará en la siguiente.
Era el primer día de clase de mi 3° año de instituto. Lorena, que a lo largo del verano se había convertido en mi mejor amiga, asistía conmigo a las mismas clases. Ambas nos prometimos apoyarnos una a la otra y hacer frente a todo, pues la unión hace la fuerza.
Tengo que contaros que en este mismo instante desearía no haber conocido nunca a Lorena, porque de no haberlo hecho nunca la hubieseis tratado mal, sino como una igual. Sin conocerla apenas, empezasteis todos a meteros con ella sin saber el daño que vuestras palabras le causaban. Que estuviese siempre feliz, con una sonrisa en su cara, no significaba que vuestros comentarios no le hiciesen daño. Siempre llevó una máscara puesta para ocultar todas las heridas que tenía guardadas en su corazón, que poco a poco fueron fragmentando también su alma sin que nadie se percatase de ello.
Su agonía empezó con vuestros comentarios, comentarios relacionados con su aspecto. Le decíais una y otra vez que andara con ojo, pues mi compañía seguro que le traería gordura y perdería su figura. Lo que ninguno de vosotros sabíais es que Lorena en su tiempo padeció de anorexia hasta el punto de casi perder la vida, y que su aspecto todavía era un punto sensible aunque trataba de ocultarlo para no preocupar a nadie. Así era ella, una chica que se preocupaba más por los demás que por sí misma. Ojalá, ojalá se hubiese preocupado más por ella.
Vuestros incesantes comentarios que se repetían día a día dieron lugar a su primera fractura y a una inseguridad en su mente, que poco a poco la empezó a oscurecer, ensombrecer, convirtiéndola en un títere perfecto. Vuestros comentarios empezaron a destruirla sin que nadie se diese cuenta. Todas las tardes que pasamos juntas las dos con Daniel para mi fueron mágicas. Eran tardes en las que nos expresábamos, descargábamos todo nuestro miedo, inseguridades. Bueno, más bien lo hacíamos yo y Jake, Lorena simplemente nos oía y una vez que terminábamos de hablar nos miraba directamente a los dos con una enorme y preciosa sonrisa en su cara. Una sonrisa que incluso sería capaz de hacer salir el sol en los días más grises y tristes. A continuación abría su pequeña boca y siempre nos decía la misma frase.
-Esta vida es muy puta, vosotros mejor que nadie lo sabéis de antemano; así que porque darle más motivos para que seáis infelices o estéis tristes. Disfrutad el día a día, cada rayo de sol, cada momento juntos, porque esto es lo que de verdad importa. Los comentarios que nos hacen día a día Valeria no van a terminar así que ¿Porque dejar que nos hagan daño cuando podemos seguir con nuestras vidas?Ahora nos tenemos la una a la otra y eso es lo único que nos debería preocupar. En relación a ti Daniel, el pasado ya es pasado; así que vive el presente y piensa en el futuro. Haced como yo, y dibujad una sonrisa en vuestra cara.
Con esas palabras nos hacía creer que todo estaba bien, cuando realmente se avecinaba una gran tormenta con un final inesperado. No conformes, en el segundo trimestre le causasteis más heridas y otra fractura que hizo que en el tercero nos dejase.
Bueno, hasta aquí llega la explicación de la primera rotura en el alma de Lorena. La primera, pero lamentablemente no la última. Y si, lo habéis adivinado, también abristeis otra brecha en mi alma.