Las vacaciones de Navidad pasaron para mi gusto de manera veloz. Alex y yo pasamos varios días juntos. Asistimos incluso a la Cabalgata de Reyes y salimos como pareja en fin de año. Fueron unas navidades bastantes buenas, a decir verdad. ¿Quién iba a imaginarse que luego de todo eso llegaría la pesadilla y la última rotura?
En el segundo trimestre, se suele celebrar como ya os he contado con anterioridad San Valentín. En esta ocasión, al tener pareja, me sentía feliz, radiante. Siempre había añorado que me regalasen un ramo de rosas, mis flores favoritas. Sin embargo, mi regalo fue otro. El regalo que me diste fue la pérdida de mi virginidad, y yo jamás te lo permití. La verdad es que aquella noche fui violada. Todos creísteis que había aceptado en su momento, y que luego me había arrepentido de ello;pero la verdad es otra.
La noche en que se produjo mi última rotura fue la del día de los enamorados. Alex y yo asistimos como una pareja a una fiesta que realizaba uno de sus amigos. La casa estaba abarrotada de gente, había botellas de cerveza por todos lados, y la música estaba a todo volumen. Aquel nunca había sido mi ambiente, pero estar con Alex me daba confianza, seguridad. Fui una idiota.
-¿Quieres tomar algo?-me preguntaste entre el ruido de la música. Yo asentí en tu dirección. Luego te fuiste a por nuestras bebidas y regresaste con ellas poco después.
Nos dirigimos a continuación al medio de una pista improvisada en donde empezamos a bailar. Fue justo ahí donde comenzó todo. Me empecé a sentir mal, mareada. Todo a mi alrededor daba vueltas sin cesar. Te dije que me estaba empezando a encontrar mal y luego me llevaste a una habitación con la escusa de poder recuperarme. En esta me tumbaste en la cama, y empezaste a quitarme la ropa. Me dijiste que era para que no me sintiera tan agobiada, acalorada;pero tus manos recorriendo mi cuerpo me decían otra cosa. Te pedí que pararas, pero no lo hiciste. Me desnudaste completamente, y a continuación lo hiciste tú. Te imploré llorando que no lo hicieses. No estaba preparada todavía para aquello, pero a ti eso no te importó. Entre mis lágrimas, me robaste mi virginidad, sin que yo pudiese hacer nada. Fuiste rudo, no tuviste compasión y cuándo terminaste te fuiste dejándome sola en aquella habitación.
Salí de aquella casa avergonzada por lo sucedido. ¿Por qué tenía que ser yo la que estaba tan mal únicamente? Tú habías cometido un gran delito, y sin embargo antes de salir por la puerta a escondidas te vi riéndote con tu amigo. Caminé por las distontas calles desorientada. Todavía sigo sin saber a día de hoy como llegué a mi casa.Cuándo llegue a esta me metí en la bañera, queriendo borrar todo rastro de ti, pues no habías tenido siquiera la consideración de usar protección. Sentía tanto dolor en mi interior, que quería gritar; pero eso despertaría a mis padres.
Al día siguiente me acerqué a una farmacia a por la pastilla del día después. La mujer que me atendió me miró con mala cara. Si ella supiera la verdad, su rostro habría sido otro. Me la tomé de camino al centro en donde fingí que no había sucedido nada. Creo que...Se que hice eso para tratar de borrar ese horrible recuerdo;pero eso es algo que no se olvida. Luego, ya no fuimos nunca más una pareja. Nunca volvimos a hablar, ni siquiera te acercaste a pedirme perdón. Lo único que hiciste fue propagar la idea de que tras haberlo hecho por San Valentín corté contigo, porque me había arrepentido. Todos te creyeron y empezasteis a llamarme zorra, puta entre otras cosas.
Me volví a sumergir en la tristeza, la depresión. Pasé varios días buscando información sobre como acabar con mi vida, al tiempo que rezaba por no haberme quedado embarazada. Hace pocos días encontré la respuesta y aquí estoy ahora. Estoy sentada en mi habitación, escribiendo todas las historias que me llevaron a este estado.
Tengo una gran cantidad de pastillas en mi mano, que terminarán con mi vida. Durante un gran tiempo mi teléfono no ha parado de sonar, se que se trata de Daniel;pero decido no cogerlo, porque de hacerlo notará mi dolor. Abro uno de los cajones de mi escritorio en donde agarro una carta dirigida a mis seres queridos. La coloco encima de las historias, para que las vean.
Siento mucho haceros pasar por esto querida familia, Daniel;pero ya no soporto más el dolor. Espero que tras leer las distintas historias, entendáis todo mi dolor. Vosotros no fuisteis los culpables, vosotros fuisteis mi salvación en muchas ocasiones. Os quiere Valeria.