Fragmentos de un Mundo Roto - La Ciudad Perdida

Episodio 1 - En mi Mente, yo Había Renacido

Una obra escrita por: Fernando Daniel Acevedo

No recuerdo quien era, ni siquiera sé mi nombre, ya viene siendo hora de escribir, de hacer mi propio diario, no solo por si alguien me encuentra muerto, sino también para mí mismo.

Mi mente me está empezando a traicionar, solo recuerdo que no tenía nada que perder, decidí ir a tierra de nadie, en busca de; Nada en absoluto.

Solo quería desaparecer del eterno tormento que llevaba encima, me guio por un camino orientado nada más que por una corazonada de una fuente poco fiable.

En el medio del desierto, ahí estaba yo, con un largo sobretodo harapiento, con un bastón que tenía una calavera y dos plumas amarradas, una mochila hecha a mano donde tenía varias botellas de agua y comida suficiente para un mes si se raciona adecuadamente.

Debía llegar, debía encontrar algo.

Al principio lo único que veía era arena, madera estropeada semi-enterrada y el cielo, que a la par que avanzaba se convertía cada vez más en un verde oscuro, cada vez más espeso por la contaminación, eso era cuando era de día, por la noche, solamente había oscuridad, sin ninguna estrella que me guiara.

Contemplo una tormenta de arena en forma de esfera, de ahí venía el color verdoso ¿Sería esto lo que estaba buscando?

Me tapo el rostro con todo lo que tengo y decido adentrarme en sus profundidades.

Era tan oscuro y al mismo tiempo tan vacío que parecía estar atrapado en un sueño, cualquier hombre cuerdo al pasar por ahí, se daría la vuelta y volvería por donde vino.

Yo no soy un hombre cuerdo, eso estaba claro, estar en esa penumbra te hacia saber lo vacío que estabas por dentro, lo solo que estabas por fuera, y lo muerto que podrías estar si no ibas con cuidado.

Y no serías más que los tantos esqueletos cubiertos por arena que había en estas tierras, se podía encontrar muchos cráneos y huesos de los condenados por guerras ya olvidadas para mucho de nosotros, ya que sucedió en ese sitio que «nadie» pisaría nuevamente.

A veces era imposible no ir pisando uno que otro hueso enterrado por la arena y la tierra soplada por el viento. Los huesos se mesclaban entre el de los animales como el de personas, aquí la muerte no hacía distinción.

Esos detalles eran lo que cualquiera debería sentir para largarse o entrar en pánico, afortunadamente, yo no era esa clase de persona, al fin y al cabo; La fortuna sonríe a los valientes, ¿No?

Por momentos pensaba:

¿Por qué habrán luchado estas personas?

¿Este lugar siempre fue así?

¿Qué ganaban por gobernar este territorio?

¿Hay un poder humano o se trata de algo paranormal?

¿Hubo una entidad responsable para empezar?

¿Existe un «Algo» que explicara todo esto?

¿«Algo» que diera significado a la guerra? ¿Una deidad tal vez?

Esas y otras preguntas relacionadas me hice repetidas veces, una y otra vez. Al principio creía que no encontraría nada, que solamente era contaminación y que moriría aquí haciendo compañía a estos desgraciados, pero al mismo tiempo el ambiente era cada vez más terrorífico.

Era una señal, yo lo sabía.

Lo que noto es que el viento que hay en esta zona siempre sopla hacia un solo lado y ese es de donde vengo, como si me intentaran empujar de alguna manera.

Teniendo un mapa y una brújula en mano, sabía que había algo, una explicación, una razón, no tenía nada que perder así que, lo único que quería ganar eran respuestas, camine y camine, me cuide de las tormentas de arena y tierra, encontrarse con una cueva fría y húmeda era lo más cálido que se podía encontrar en un lugar como este.

Cada vez se encontraban menos insectos, cada vez menos cadáveres y armamento de otra época, desgastado y roído por el tiempo e incluso vehículos que no eran más que metal oxidado que lo hacía muy difícil saber lo que había sido en su época de gloria, pero eso, más que darme una profunda desilusión, me daba una esperanza macabra, algo había aquí. Era imposible que hayan librado una lucha durante la niebla, tal vez, solo tal vez, lucharon antes de que la tormenta se haga presente.

Tenía demasiada agua y comida para una sola persona, sumado a la suficiente voluntad, logre sobrevivir. Avance por varios días siempre buscando el mejor camino, y después de perder la cuenta del tiempo que pase en esas tormentas de arena, la vista se volvía más clara, más bien no agradable, el cielo seguía siendo verde pero ahora podía ver más allá de un metro de distancia, cosa que era decir algo.

Al ser recibido por la nitidez, encontré una torre abandonada, la puerta estaba calada en la parte donde debía estar la manija, así que no fue difícil entrar y subir hasta lo más alto en una escalera con forma de caracol mientras me sostenía de las paredes de la torre hecha de lo que posiblemente sea mármol.

Aunque bueno, a decir verdad, creo que nunca vi un caracol, pero sé de alguna manera que así es como se llaman las escaleras que tienen una forma circular.

Al llegar a la cima de la torre, veo a la lejanía una muralla, dentro de esas murallas, se veían algunas cuantas casas y edificios de gran altura, en su centro, se veía un gran templo con una columna que casi podía tocar el cielo.

No sabía exactamente qué halla allí, pero tal vez era lo que los rumores decían, no creía que fueran reales con estas condiciones de clima dignas de una anomalía de la naturaleza, pero al parecer, solamente quizás, sí hubiera en algún momento vida prospera en estas tierras después de todo.

¿Qué habrá pasado en este lugar?

La torre en la que me encontraba ahora era posiblemente una torre de vigilancia de alguna civilización, estaba muy bien construida para ser algo improvisado.

Esa columna se encontraba en el centro de una cúpula encima de una especie de castillo o mansión… o algo así, como escribí antes, me inclino más a que es un templo, se adecua a las descripciones que vi en algunos libros que solía tener.




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