Fragmentos de un Mundo Roto - La Ciudad Perdida

Episodio 6 - El Misericordioso

Al salir de ese almacén de subsuelo, vuelvo a la gran fila que se formaba en la plaza central, a lo lejos suena el sonido de un instrumento difícil de reconocer, parecía un cuerno, o una trompeta estropeada mientras que los granjeros se encontraban observando hacia donde proviene el sonido, al parecer sabían lo qué venía o lo que significaba.

Llega un hombre acompañado de dos guardias, los tres vestidos de formas parecidas, salvo que los dos guardias usaban armadura cosa que el del medio solo tenía prendas elegantes, las telas que portaban eran llamativas por su color violeta y negro en vez de azul como el otro guardia que me encontré por la noche.

El hombre del medio tenía una corona y una capa y los que estaban a sus costados portaban cascos y espadas enfundadas.

El guardia exclama con una gran voz;

—El plausible rey ha vuelto y necesita de sus tributos, para el que se le olvidó de nuevo lo que quiero decir con tributos es; Necesitamos un 25% o un cuarto de sus cosechas para almacenarla y alimentar al que más lo necesite.

En eso, un hombre que trabajaba en las granjas se acerca poco a poco al borde un ataque de nervios y del llanto y le grita;

—¡¿«El plausible»?! ¡¿«El misericordioso»?! ¡Mi hijo murió de una enfermedad que ni siquiera se molestaron en diagnosticar! ¡Y ustedes! ¡Ustedes no lo ayudaron!

El guardia iba a responderle, pero el rey pone su mano en su pechera, como si le dijera «Déjamelo a mí» y le contesta;

—Dijimos que no podíamos hacer nada con las pocas contribuciones que hacían ustedes dos a la realeza, pensamos que era problemas con las semillas, pero luego descubrimos que no entregaban el 25% de lo que se producía.

»Ahora, si sigue gritando, serás enviado directo a los calabozos o por otra parte, optar por morir ahorcado, puede elegir entre esas dos opciones o; Quedarse callado.

»Cómo yo lo veo, son tres opciones en total. —Responde casi con un tono en burla, como si no le importara oír la voz quebrada del sujeto que acaba de romper en llanto por una razón más que valida.

El hombre entra en rabia y pega un grito estremecedor mientras agarra una madera estropeada y astillada de una casa destruida, lastimándose las manos en el proceso, pero no parecía importarle a estas alturas.

Intenta golpear al rey, pero mientras él embestía en línea recta uno de los guardias detiene la carga del hombre furioso.

El guardia se pone en frente y choca intencionalmente con el granjero que luchaba por mantener el equilibrio luego de haber sido aturdido.

El guardia lo va alejando con la mano libre apoyada cerca del hombro y con la otra mano saca su espada y la utiliza para dar una estocada que termina atravesándole en la boca del estómago, luego jala su brazo para atrás para darle otra estocada final que esta vez atraviesa su corazón. El guardia enfunda su espada a la par que empuja con delicadeza el cuerpo del granjero que cae sin vida de la forma más pesada y petrificada posible mientras levantaba el polvo del suelo al desplomarse.

La gente a mi alrededor se queda paralizada y escucho el clamor de los más impresionables de la multitud.

—Soy el misericordioso, eso me hace plausible, no el piadoso. Cualquier agresión no será tolerada, ahora, volvamos a lo que estábamos; Los tributos, los esfuerzos de su labor recogidos y almacenados para el bien del pueblo. —Declara el rey con aires de grandeza.

Un rato más tarde, llegan un par de animales, mulas y camellos custodiados esta vez por guardias con telas de color azul, deciden dividir filas para agilizar el proceso de entrega de tributos, a su vez yo sigo en la multitud anotando todo esto.

Todos empiezan a dejar sus frutas y vegetales, cada tipo de cultivos eran separados en varias bolsas que eran puestas en los animales de carga.

El rey ve a la multitud mientras se mueve de un lado al otro y me ve a mí de reojo, gira su torso y se pone en frente a donde estoy yo.

—Hey, ese de ahí, el de las túnicas ¿Qué son esas ropas siquiera? ¿Quién eres?

Al señalarme con el dedo índice y los dos guardias vigilando la situación listos y preparados para lo peor. Empiezo a sentir como toda la gente que me rodeaba se echa para atrás.

—Nunca te había visto en este lugar. —Me dice el rey sin dejar de apuntarme.

Yo le contesto;

—Tienes razón, yo no soy de por aquí, yo soy roto para siempre, te preguntaría quién eres tú, es decir… Vos. Pero ya me imagino que eres el tan renombrado rey.

La mano del rey va bajando lentamente.

La gente pasa de quejarse en voz baja sobre lo que hizo el rey a susurrar lo que estaba sucediendo.

El rey se sorprende y mira a sus guardias levantando una de sus dos cejas, y cuando vuelve a darse la vuelta para mirarme fijamente a mí y a la multitud.

—Ja, por un segundo me recordaste a un, "viejo amigo", ¿Eres hijo de alguien de esta ciudad?

—Me hablaron de una ciudad perdida, pero no sé quién era, pero allí afuera, está ciudad es un rumor, yo, he venido a presenciarla con mis propios ojos, la acabo de descubrir, aunque para usted sea un hogar, para mi hasta hace unos días que no existía, no creía encontrar nada de esto, estoy sorprendido.

—¿Te hablaron de este lugar? ¿Quién? —Interroga el rey con un tono enfadado.

—No recuerdo. —Respondo con serenidad.

—¡De donde eran! —Exclama el rey.

—Tampoco lo recuerdo. —Contesto sin subir mi voz.

Me miraba extrañado ya que parecía que omitía detalles o no contaba lo que me convenía, pero realmente no recordaba ni una sola persona más allá de extrañas siluetas en mi mente, así que no, no sé quién o quiénes me dijeron de esta ciudad perdida, solo sé que había oído de un rumor, o eso es lo que anote.

—No pareces problemático, no como el que yo recordaba, y eres distinto físicamente, no hay manera de que seas él o una descendencia. Está bien, ya volveré para asignarte una ocupación.

—Ya tengo una.




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