Fragmentos de un Mundo Roto - La Ciudad Perdida

Episodio 7 - Una Rutina ya ha Sido Elaborada

A partir de ese día en adelante, siguieron siendo iguales, haciendo guardia en los almacenes, luego despertar a Taleh y dejar que él cuide el material por mí, a veces me revisaba mis cosas para ver qué no me llevará nada sin su autorización, aunque no es como si me importara algo de lo que hay ahí.

Al tener los datos anotados no necesito hacer memoria y la revisión es sumamente breve. Para matar el tiempo decido hacer un nuevo mapa a mano ya que el que tenía era de ida hacía la ciudad, sin muchos datos de lo que hay adentro de sus murallas, aunque no es tan preciso, puede que le sirva para cuando investigue más lugares y me quiera desplazar cómodamente por sus localidades más vacías.

Sobre mis suministros; Solo me quedan botellas de agua, he comido lo que quedaba antes de que se ponga en mal estado, aunque desde que trabajo en este lugar, no es como si me faltara la comida, además que al no ser granjero tampoco debo pagar tributos.

En lo que a mí concierne, tengo la espada de un hombre muerto y la interrogación de un guardia hablándome de si yo estaba “drogado”, vaya saber quién sabrá de ambas cosas.

Desde que El Misericordioso me señaló, me he convertido en una fuente de murmullos ajenos y miradas poco deseadas cuando salgo al público, de seguro se preguntan «¿Quién es este tipo?», no me hablan directamente pero aun así tengo oídos, los escucho con sus voces inteligibles productos del frecuente ruido de la plaza central.

Es complicado ir por allí haciendo preguntas cuando la gente también tienen dudas respecto a ti.

Investigue el paradero de las herrerías de esta ciudad bajo la excusa de que lo necesito por cuestiones de seguridad en el almacén de subsuelo en caso de que alguien sea sospechoso de robo, cuando la realidad es que buscaba saber el origen de esta espada que llevo conmigo.

La ciudad cuenta con cuatro herrerías, dos que son filiales y que tienen como propósito la producción de muebles y rejas de metal, otro que es para aparatos de laboratorio y finamente el que se encarga de hacerle las armas y armaduras del personal del Misericordioso. Si bien parece que estoy poniendo las manos en el fuego, no deja de ser un buen lugar para preguntar. Lo único que me genera dudas es el hecho de que la espada parece estar hecha a mano, a ver, que no he visto las espadas de los guardias, pero la espada que tengo en cuestión se encuentra remendado tantas veces que si no fueran por las cuerdas y cintas que sostienen la guarda entonces bastaría con tan solo un golpe contra una pared para que se salga la hoja.

Cómo dije antes, la mayoría de los lugares eran de madera, pero está era la excepción, las herrerías estaban hechos de piedra y considerando que utiliza fuego y otras cosas calientes me parece una razón válida para tomar esa precaución.

Curiosamente había unos vidrios bastante limpios con una exposición de los productos que ofrecían.

Varios tipos de cuchillas pero sin filo y armaduras que si se examinaban con detalle le hacían falta partes para ser utilizables.

Ingreso al local mientras mi ropa de choca con los costados del marco de la entrada, el lugar en este caso estaba bien iluminado, pero utilizaban luces en forma de farol como las que portaban los guardias azules del misericordioso por las noches, solo que estás eran de un color blanco, claramente no eran de un combustible fósil.

Veo a mi alrededor y en el mostrador estaba un sujeto calvo y con bigote mirándome un poco extrañado.

Intento ser cordial con una pregunta obvia;

—Hola ¿Usted vende armas y armaduras?

—¿Por qué crees que están en la vidriera? —Me contesta con un tono de voz grave y poco amigable.

Supuse que la vidriera se refería a los productos que había descrito antes de entrar.

—¿Qué tipo de cambio pide para obtener alguno de sus productos?

—Veras... —Mira hacia su derecha mientras suspira y luego se acomoda en el lugar—. Por órdenes del Misericordioso; Solo personal autorizado puede acceder a estas cosas, así qué… ¿Tienes autorización? ¿O no?

—¿No hay otra forma de comprar algo sin autorización?

—¿Entonces ya lo sabes?

Para mentirle, decido decirle que sí lo sé, parecía tratarse de un secreto.

—Perfecto, entonces hagamos negocios, pero no sé lo digas a nadie a menos que esté interesado en comprar.

Eso salió bien...

—¿Cuál fue la última espada que hiciste?

—¿Es una especie de broma? ¿Qué clase de pregunta es esa?

—Déjame reformularla; ¿Reconoces las espadas que has hecho?

—No sé a qué va la pregunta... Pero sí, generalmente las hago distintas, aunque similares.

—Bien ¿Reconoces esta espada?

Le entrego la espada con su funda y él la revisa, la abre, la examina con la vista mientras la va rotando, se nota que estaba concentrado hasta que se sorprende, deja de respirar por unos segundos, luego se descongela, cierra la boca y traga saliva y me mira a mí un poco encorvado con la espada y funda en sus manos.

—¿De dónde sacaste esta espada?

—La encontré perdida.

—Una espada no se pierde así porque sí.

—Encontré a un hombre muerto y aparentemente su propietario al lado suyo.

El dueño del local se apoya en el mostrador tirando su peso hacía atrás y suspira; —Oh, mierda…

—Lo sé ¿Y qué debería hacer ahora?

—Sí realmente está muerto lo mejor es que le des las noticias a su familia, lo más probable es que crean que ande desaparecido y alguien debe darles la noticia. Sabía que ese hombre terminaría mal cuando entro por esa puerta.

—¿No eras cercano a él?

—Cuando vendes espadas en forma ilegal, lo que menos quieres es involucrarte con ellos. Pero sí, sí… ¡Sí! Lo conozco, te puedo decir dónde se encuentra a su familia y ahí te ocupas por tu cuenta, pero yo no pienso meterme, lo conozco porque fue muy hablado por ser un peligroso ladrón que merodeaba por las noches a robar las pequeñas cajas de cosechas que estaban en la calle.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.