Episodio 12 - La Gran Fogata del Amor y la Fraternidad

Tuve la oportunidad de ver las calles en su época de festividad.

Como te podrás imaginar, querido diario (o yo del futuro en caso de leer esto), tuve más tiempo libre y pregunté de que se trataba esto, al ver que a Taleh no se le entendía nada, pude averiguar que se trata todo esto preguntando algunos pocos que me iba encontrando por ahí en las calles de la plaza central, incluso si algunos modulaban de una forma casi inentendible, no llegaban al grado de ser un desastre como Taleh.

En las calles los enamorados paseaban por la plaza central, la juventud se hacía notar mientras que los adultos se quedaban en sus viviendas.

Algunos caminaban solos, apurados y con la cabeza agachada mostrando su tristeza de estar solos, algunos se ahogan en problemas insignificantes, aunque supongo que debe doler esperar un año para declararte a la chica que le gustas para luego ser rechazado, de la misma manera que una chica espera el inicio de marzo con una o varias peticiones de amor cuando lo que reciben es un saludo y nada más.

La gente iba mejor vestida, como si quisieran llamar la atención mutuamente o incluso para otras personas como si fuera una competencia de quién se ve mejor. Lo único raro es que me dieron ropa verde a pesar de que todos, matemáticamente hablando, por moda van de rojo, pero supongo que me dieron alguna prenda que les sobraba.

Pero en resumidas cuentas; El primero de marzo se confiesan los sentimientos o se refuerzan los ya existentes, el siguiente día le toca al varón dar un obsequio, luego el tercer día del mes de marzo la mujer da otro regalo y finalmente en el cuarto día es el último día de este evento que al parecer por lo que uno me ha dicho; «Es el más importante no solo para la ciudad, sino también para recordar que el aprecio lo es todo».

No recuerdo ver u oir una festividad que dure cuatro días, pero supongo que después de tanto trabajo muchos se lo ganaron.

Ver que la plaza central dejaba de ser un lugar de trabajo y se volvía un lugar de paseo era peculiar, pero de alguna manera, es agradable, así que cumple su propósito.

Pero conozco alguien que al igual que los guardias que mantenían la seguridad, había alguien que debía estar ultimando los preparativos de la celebración.

—Hola Nassoumi.

—¿Roto para siempre? ¿Qué haces aquí? —Agarra un tronco y veo que tiene un hacha en mano—. No te reconocí con tú cambio de vestimenta ¿Vienes por lo de la invitación biblioteca?

—No, ya me explicaron que sería una visita guiada y que vendrán mañana a buscarme, yo estoy aquí para preguntarte sobre cómo te volviste capataza, además ¿Qué estás haciendo?

—Pues simple, está noche será la gran fogata del amor y la fraternidad. La gente se junta, habla sobre sus planes y... —Una vez posicionada corta el tronco al medio. —También vienen para expresar sus sentimientos.

—¿La madera la sacaron del bosque?

—De todo un poco, usamos madera de edificios abandonados, alguna de árboles que están por ahí sueltos, el problema de lo primero es que está demasiado húmeda y entonces eso hace que tarde en arder con certeza se quema antes de propagar el fuego. ¡Jah! —Brama mientras corta otro tronco.

Yo me la quedo viendo mientras me cruzo de brazos.

—Entonces... ¿Quieres saber cómo me volvió capataz? La respuesta es fácil, en una época no teníamos tantos guardias como ahora y la gente era mucho más agresiva a la hora de resolver los problemas. Yo ponía orden cuando estaban muy enojados para ponerse hablar de las cosas y darse un abrazo y muchos besos. Al principio yo pensaba que lograba separar peleas porque yo las terminaba en vez de empezarlas. Luego me di cuenta que... Simple y llanamente se me daba bien.

Mis ojos se desvían a sus brazos, no dudo eso ni por un segundo, era una mujer fuerte.

Sin embargo, ella se veía tranquila, es como si estuviera feliz de que alguien le pregunté sobre ella, pero ahí estaban mis dudas. Así que eso era una buena señal de que podía seguir preguntando más a fondo.

—Mi duda es; Si eras buena para mantener el orden ¿Por qué no te hicieron capitana de la guardia?

Esperaba una respuesta rápida, pero al parecer ella tampoco sabía.

—Bueno, te diría que me crie aquí pero... No es algo que el misericordioso sepa con exactitud.

—¿Te llevas bien con él?

—Cada vez que vuelve a recoger los tributos siento que lo conozco menos.

—¿Por qué lo dices?

—Por la misma razón que me hace pensar por lo que me preguntas en primer lugar.

—¿Pensamos lo mismo entonces?

—Salvo que yo lo conocí de antes.

—Eso refuerza mi pregunta; ¿No crees que mereces un rango mejor?

—Mira, no sé siquiera si los guardias tienen capitán o si él los maneja. Pero tengo mis propios pensamientos sobre eso.

—¿No quieres contarlo? Soy todo oídos.

Ella agarra otra leña, mira al cielo, luego mira al tronco y la corta, al parecer lo tenía que considerar.

—Yo tenía una amiga que el misericordioso puso sus ojos en ella, no sé qué hace, pero un día por la noche los guardias la vinieron a buscar y se la llevaron.

—¡¿La secuestraron?!

—¡Ja! ¡Por favor! ¡No! —Me contesta mientras sus pómulos se levantaba por lo errado que estaba mi observación—. Ella los esperaba con un vestido que había usado cuando cumplió la edad suficiente para ser la madre de la casa. La cosa es que, si bien no sé qué le pasó, pues no la vi desde entonces, es que no es la primera vez que hace eso. Le intente advertir, pero ella estaba... Enamorada.

—¿Le hablo mal de ti?

Se prepara a cortar más leño mientras me sigue hablando.

—Supongo. Creo que eso es lo que la gente hace cuando se quiere, la cosa es que él veía a ciertas mujeres con deseo y luego a mi evitaba contacto visual o ya de paso intentaba no hablarme. Cómo si lo incomodara o algo así.

"En cierta forma no lo culpo." —pensé—. No entiendo tu punto. —Inquirí.

—Oh, me doy la idea de que no sabes mucho del tema. A lo que voy es que no me sorprendería que me subestimara por ser mujer y que solo le importe las chicas más hermosas.