Fragmentos de un Mundo Roto - La Ciudad Perdida

Episodio 13 - La Biblioteca

Hoy me desperté sabiendo que pasaría gran parte del día en la biblioteca incluso si no sabía muy bien a qué hora vendrían a por mí.

Le pregunté a Taleh si no le molestaba hacer vigilancia por tiempo extra y parece que desde que vine yo había recuperado bastantes horas de sueño, o por lo menos eso fue lo que entendí, si me quiso decir otra cosa la verdad es que no sé.

Me puse la ropa que me habían regalado y arranque unas pocas hojas de mi diario ya que no iba poder llevar tanto conmigo, además, no me gustaría que vieran lo que escribo, con suerte Taleh no sabe leer así y de paso dije que no deje que nadie toque mis cosas, ni siquiera los guardias, así que con eso sabía que mis pertenencias estarían bien.

Vacié mi mochila y puse mis hojas y todo lo que pudiera usar para escribir.

Tocaron la puerta, muy temprano a la mañana.

Llegaron dos guardias de color violeta o morado a verme, sinceramente no recuerdo la diferencia entre esos dos colores, pero el punto es que me pidieron que me lleve la autorización, la fui a buscar junto a mis hojas y algo para escribir, antes de salir me examinaron dentro del almacén de subsuelo y revisaron mi carta de invitación y mis hojas que estaban en blanco.

—¿Qué es esto?

—Son hojas.

—¿Y para qué llevas hojas?

—Para escribir.

—¿Seguro?

—¿Y para qué otra cosa iba ser?

—¿Y qué piensas escribir?

Pensé en darle una respuesta en plan; “Para tu información, no creo que entiendas lo que es una biblioteca.” Pero en ese momento no era conveniente ponerme de rebelde con ellos.

—Si es una visita guiada supuse que iba a ser agradable escribir lo que suceda.

Ambos guardias empiezan hablar entre ellos a un metro de distancia, entre murmullos solo entiendo que dice; «Bueno, son solo hojas, no pasa nada, déjalo.»

Taleh miraba con la puerta semiabierta como con miedo de los guardias, es raro pensar que alguien que con mucha facilidad podría sacudirles el casco con sus cabezas dentro como si fuera un muñeco de trapo le tuviera temor a un par de enclenques con armaduras de metal que aparentaban estar rellenadas de tela para aparentar más musculatura.

Pero supongo que la altura y la fuerza no te da coraje.

Me empezaron a llevar a la biblioteca, el camino era uno que nunca había recorrido, pero es una locura pensar que estos guardias conocen la ciudad de memoria, a menos que sean caminos que patrullan constantemente lo encuentro peculiar.

Mientras marchamos a un paso ni lento ni rápido, sino a un ritmo normal, veo un lugar lleno de enredaderas y árboles, todo cercado con una reja de metal.

—Oigan, muchachos, señores ¿Qué es eso? —Extiendo mi dedo índice y apunto a la reja que tengo a mi derecha.

Ambos guardias se miran y empiezan a caminar más lento.

El guardia de la derecha que era el mismo que me había preguntado antes por las hojas me dice lo siguiente;

—Es el laberinto de baniano, no dejamos que nadie entre porque la gente suele perderse.

—Parece bastante extenso.

—Lo es, tiene muchas entradas, salidas y lugares tapados con nuevas plantas, también algunos van a… o por lo menos antes iban a…

—¿A qué?

—No, nada.

Miro al guardia de la izquierda que mueve su cara, como si le hubiera intentado de advertir algo, aunque no sé qué es.

—¿Y quien era Baniano? ¿Lo vere en la biblioteca?

El guardia de mi derecha se empieza a reír;

—Jajajaja, no, baniano no es una persona, es un árbol.

—¿Una especie de árbol? Nunca lo había oído antes.

—No, es decir: Sí. O sea, es «un» árbol, todo eso es solo un árbol, sus raíces salen y dan forma a otros troncos, pero en realidad es todo un laberinto hecho por un bosque de una única raigambre de si misma.

—Es imposible.

—No es imposible si lo ves con tus ojos.

—Veo que los guardias conocen esta ciudad, incluso de guiarse por sus calles.

—Pues sí, nuestro deber es proteger a los ciudadanos de esta ciudad de sus malhechores, no debemos dejar que se escondan en ningún lado.

—¿Y cuál es la diferencia del uniforme azul y morado u purpura? Si es que puedo preguntar algo distinto, para no haberlos visto mucho veo que conocen estas calles como la palma de su mano.

—Somos guardias de rangos distintos, nosotros antes éramos de los que nombras como «guardias azules», pero ahora estamos-

Siento una especie de codazo cerca de la parte superior de mi espalda, al parecer fue por parte de su compañero de la izquierda, que lo acompaño momentáneamente con un carraspeo. Parece que ya estaban hablando de más.

El resto del viaje fue escuchar el tintineo de sus armaduras mientras veía como el cielo se nublaba por el clima.

Ahora, si son de distintos rangos y suponiendo que estos son guardias de elite o por lo menos una guardia especializada para algo que no terminaron de destacar ¿Cuál era el propósito de enviarlo conmigo? ¿Es porque solo ellos podían llevarme a la biblioteca?

No, se supone que todos los guardias deben saber de los lugares, tal vez era para tenerme vigilado de cerca, cosa que no sería de extrañar luego de la indirecta que me dieron con la nueva vestimenta.

Entonces, llegamos a la biblioteca, intenté medirla, pero siendo que solo estuve solo en su fachada y solo por una parte de su interior, se me hacía imposible saber qué tan grande llegaba a ser, lo que sí era bastante alto y parecía tener dos o incluso tres pisos.

En su entrada había dos guardias azules custodiando la extensa puerta del lugar, su cara parecía ser de asombro al verme a mí.

Me hacen una seña para que muestre mi autorización, así que empiezan abrirla empujando hacia adentro tirando todo su cuerpo para abrirla.

Escucho el crujido de la madera, no entiendo como no se caían las puertas.

Adentro de la biblioteca, el guardia de mi derecha se queda esperando, mientras el de la izquierda se acerca al mostrador y toca una campanita pequeña que hacía eco en todo el claroscuro mezclado con la penumbra del lugar.




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