Episodio 16 - Escopofobia

Esta vez volvíamos a un ritmo más rápido, como si le tuvieran miedo a la noche o como si tuvieran otra cosa que hacer, o eso era lo que se me paso por la cabeza en ese momento.

Al llegar a la plaza central, los guardias se alejan.

—¿No me escoltaran hasta el almacén de subsuelo?

—¿No sabes volver solo?

—Sí, solo que me extrañaba.

—Vos ya sabes suficiente, ahora vuelve por tu cuenta, ciudadano.

Ellos se iban, pero decidí quedarme quieto y luego seguirlos escondido por los escombros de las calles del camino que tomaron

Oigo a los dos guardias hablar;

—¿No le enseñaron a no gritar en una biblioteca?

—No debe ni haber visto una en su vida.

—Mira, respecto a lo otro, perdón por lo de antes, le hable de más en mi intento de simpatizar como me lo pediste.

—Ya te dije que estaba bien.

—Lo sé pero, quise ser serio y luego cuando pediste que sea mas amable me abrí demasiado con Roto para siempre, no quisiera terminar como ese guardia que le dio una identidad en vez de haber acabado con él cuando nadie lo conocía.

—Ahora lo que el rey debe saber es que no se equivocaba de las sospechas de Roto para siempre.

—¿Qué va hacer aparte de hablar mal en nuestras espaldas?

—Puede llegar a ser problemático si lo que hace lo exterioriza, por eso hay que tenerlo cerca y controlado.

—No sé, yo lo que vi es que quería que lo escoltemos hasta la puerta de su trabajo, no parece un problema.

—Apuesto a que era en realidad que le extraño nuestra actitud, incluso sin decir mucho, suena raro, pero en sus ojos no parece tener miedo a nada.

Había oído suficiente, ellos parecían irse al lugar con esa torre que casi llegaba a tocar el cielo.

¿Por eso Sali miro sobre mi hombro? ¿Los guardias me vigilaron estando adentro en vez de esperar en la puerta? Carajo, por eso me sentía observado.

Al mismo tiempo, algo que se acerca atrás mío, pero por suerte en vez de gritar, trago aire, al ver que se trataba de Abidemi.

—Señor roto, oiga, señor roto, ¡Señor roto! —Me decía mientras se acercaba a mí con pasos cortos casi sin poder levantar las rodillas.

—No me digas así.

—¿Pero no eres «Roto para siempre»?

—Por eso, no soy «Señor roto».

—Ah, bueno, como te llames, han estado hablando de ti en la ciudad ¿Qué hiciste?

—Nada, solo me invitaron a la biblioteca.

—Ah ya veo, la cosa es que los guardias preguntaron por ti, se acercaron personalmente para preguntarme lo que sé de ti y digamos que no quiero problemas ¿Sabes? Pero no fui el único al que los guardias andan… —Se relame y termina la oración—. Interrogando.

—No sabría decirte, yo recién vuelvo.

—Te he dicho que tengas cuidado, así que nada, ya lo sabes, pero te lo recuerdo, en todos mis años nunca vi a la guardia tan productiva como ahora.

—Tendré cuidado.

—Eso quería oír, ahora me tengo que ir con mi familia, buenas noches.

—Buenas noches Abidemi.

Fui al almacén de subsuelo, muchos ya estaban volviendo a sus casas, pero era más observado que antes, si lo que dice Abidemi es cierto, no sé que rumores se estarán esparciendo de mí.

Es raro levantar más atención, pensé que esta nueva ropa apuntaba a lo contrario, pero si soy sincero, no sé que pretende ya el rey conmigo, parece contradecirse en sus actos.

Ahora siento esa sensación de que tengo un guardia atrás mío, pero al voltear no hay nadie.

Supongo que eso es lo que quería el misericordioso.

—Oh, vol… volviste, al fin, ahora; ¿Vigilar?

—Me gustaría, pero estoy demasiado cansado, mis piernas no dan más, estuve casi todo el día de pie, nadie viene a este lugar de todas formas ¿No te molesta si dormimos los dos? En cualquier, si oigo algo me levanto.

—Bu, bueno.

Mi fatiga era tal, que incluso con los ronquidos de Taleh, dormí como nunca antes, no sin antes liberar un poco de ansiedad anotando cosas en mi diario, luego de todo lo que vi hoy por más cansado que estaba, se me hizo complicado conciliar el sueño.

Pero incluso habiendo dormido lo necesario, esa noche fue horrible.