Fragmentos de un Mundo Roto - La Ciudad Perdida

Episodio 17 - La Pesadilla

¿Saben? Cuando me voy a dormir siempre me digo a mí mismo «El reino de los sueños me espera», es una forma de motivar sueños positivos y ahuyentar los que son malos, hace muchas noches que no veía nada, hasta este día, en el que tuve una pesadilla de lo más inusual.

Despierto en medio del desierto, ya no estaba en la ciudad ni tampoco la veía por ningún lado a pesar de que los cielos seguían siendo verdes.

Me costaba respirar por el calor que hacía, en otras circunstancias sabría que estaba en un sueño, pero por más que intentara despertar, no podía ni siquiera gritar.

Después de todo lo que vi en esta ciudad ¿Y qué tal si me han expulsado al desierto mientras dormía?

Veo una persona que se acerca desde kilómetros, caminando a un paso sumamente lento, pasan los minutos hasta que eventualmente llega a donde estoy yo.

Al verlo con más claridad, veo que tiene la misma ropa que tenía cuando llegue a la ciudad.

La silueta, con mi misma voz, me dice;

—Roto para siempre, eso es lo que eres. Tan solo mírate, congelado de miedo con todo este bochorno. No has cambiado absolutamente nada desde que empezaste este viaje.

Quiero cerrar los ojos, pero no puedo evitar verlo, tampoco puedo mirar para otro lado.

—¿Piensas que por qué otros se hubieran rendido antes te hace mejor? ¿O alguien fuerte? Te equivocas.

»No importa que la gente no te lo diga, yo soy la voz que escuchas cuando sientes vergüenza o piensas que podías haberlo hecho mejor, porque entre tú y yo, aunque no lo oigas sabes que el pueblo lo piensa.

—¿Qué…. ¿Qué quieres de mí? —Respondo confundido y cansado, casi pidiendo clemencia.

—Darte una lección de vida. Aún no recibiste suficiente. —Va sacándose los harapos que cubren su cara y hablarme más claro—. Un hombre roto va muriendo de a poco, lo sabemos muy bien, primero te lastiman el cuerpo, luego con palabras corrompen tu alma, y al final sientes como se parte tu corazón hasta que no hay nada por lo que seguir respirando.

—Yo, quiero olvidar. —Dije apretando los dientes, haciendo un gran esfuerzo para mover mi boca, pero todo mi cuerpo se sentía entumecido, como se podría esperar de un sueño.

—Pues tus lagrimas son bien merecidas.

Esa persona va volviéndose cada vez más enérgica.

»Recuerda, recuerda «Oh, roto para siempre», aquel que tuvo que pagar el precio de su familia, ¿Recuerdas? No importaba si tú eras bueno, de seguro eras como ellos, por dentro todos son pecadores, incluso en silencio, entre las sombras, el pecado que esconde en la carne de cada uno de nosotros.

—¡No! —Siento como mi voz se quiebra, mi garganta estaba tan seca como el desierto que me rodeaba.

—¡Violencia! Eso soluciona todo ¡Violencia es lo que buscan para gente como nosotros! Eso es la justicia, sí, la única justicia que hay. —Exclama la peor versión de mí mismo.

Intento responder, pero ya estaba completamente afónico por el nudo en la garganta que tenía.

»¡TUS. HERIDAS. NUNCA. SANARAN!

Ante tal grito estremecedor y rimbombante, me despierto de golpe, a pesar de que ya habían pasado unas horas y el sol estaba saliendo, la pesadilla fue tan agotadora que se sentía como si hubiera tomado una siesta nada más.

¿Cómo resumiría esta experiencia? Un reflejo de mí mismo, completamente desagradable.

Me niego a creer que un sueño sabe más de yo mismo que mis propios pensamientos, no le daré importancia a lo que dijo mi yo.

Que digo… ni siquiera era una copia malvada o algo así, me lo imagine, debo parar de buscar significados en lo onírico.

¿Pero por qué iba querer yo olvidar? ¿Olvidarme de qué?




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