Le pedí a Taleh que cuidé unas horas extras en mi lugar mientras me paseaba por la plaza central, al principio no quería dejarme, pero le dije lo mismo de esa noche, nadie le importa el almacén de subsuelo a menos que tengamos oro y no teníamos.
A menos que aquí sean de robar hasta el cobre.
Fui a ver a Nassoumi que se encontraba dando órdenes cerca de las parcelas.
—¡Circulen más rápido!
—Nassoumi.
—¿Qué haces aquí? Estoy trabajando.
—Necesito pedirte un favor.
Señala a alguien a lo lejos y le grita;
—¡A ver tú! —Me mira a mí y su cabeza rebota de un lado al otro como si no se decidiera—. Uh, espera, vamos a otra parte.
Vamos a un lugar donde haya menos gente.
—¿Es por lo de los guardias?
—Nah, no es por eso, solo que no quiero dar una imagen de charladora, a ver, qué favor necesitas.
—La verdad es que la biblioteca ha aclarado muchas de mis dudas, pero necesito ir a los laboratorios.
—No sé qué conozcas como laboratorios, pero no es como la biblioteca que es privada, los laboratorios están cerrado para todo el mundo.
—¿No hay nada qué puedas hacer?
Mira a sus dos lados.
—Escucha, si hablamos de favores, capaz tú me puedas hacer uno.
—A ver, dímelo.
—Puedo tratar, ojo, tratar de convencer a los científicos de que te dejen pasar, pero no puedo garantizarte nada.
—¿Y qué tengo que hacer a cambio?
—Debes hablar con Karim, él es jefe de comercio, a pesar de su cargo lo único que hace es seguir las órdenes del ministerio y mantener el orden en las transacciones de la plaza central. De vez en cuando puede asignar un empleo provisorio como fue tu caso.
—Suena algo inútil excepto por lo último.
—No te creas, ha habido las primeras estafas, así que era necesario tomar control para evitar eso, la cosa es que Karim aprovecha de su puesto para retrasar sus deudas, él solía ser un comerciante que siempre estaba en demora, pero desde que el misericordioso le dio el puesto ha evadido todo tipo de responsabilidad.
—¿Y qué quieres que haga con exactitud?
—Convencerlo de que le de lo que le piden.
—¿Al igual que Bes no puedo mencionarte?
—No importa lo que hagas, ya ni me importa si te metes en problemas, solo hazlo y vere que puedo hacer por ti, si quieres buscarlo está en el departamento de trabajo.
—Entonces tenemos un trato. —Da unos pasos, se detiene, da un suspiro y me dice—. También deberías llevar la ropa a lavar.
—¿Se puede hacer eso?
—Sí, me sorprende que no hayas preguntado por higiene… ¡Hey! ¡Oigan! ¡¿Qué les he dicho de poner cajas en el camino?!
Nassoumi vuelve a su puesto, yo ya tenía un trabajo que hacer.
Voy al departamento de trabajo que ya lo conocía cuando me asignaron mi puesto auxiliar de almacén de subsuelo. No es por nada, pero con toda la sinceridad siento que ya debería pedir que me den un puesto más alto, ya que dudo que Taleh se haya enterado de que es mi jefe.
El lugar estaba igual que la última vez, nada había cambiado.
—Muy buenas, estoy buscando a Karim.
—Soy yo ¿Quién eres y qué quieres?
—Rot-
—Olvídalo, ya sé quién sos y mi respuesta es no.
—¿No qué?
—Me han hablado de ti, me dijeron que haces preguntas, no pienso responderlas.
—¿Lo dices tú o te han pedido que me respondas eso?
—¿Debería haber una diferencia?
—¿Es por qué te tienen apretado los guardias o porque te caen bien?
Él sigue con su sonrisa, pero es de esa sonrisa que suelen forzar para que no se den cuenta que tú se las has quitado.
—Para empezar, no sé si me reconoces de la otra vez. —Le dije.
—No, es cierto, lárgate.
—Para haberme asignado un puesto de trabajo, no tienes buena memoria.
—Lo dices como si tuviera que acordarme, docenas de personas vienen aquí y hay cosas más importantes que acordarme de alguien que entro con una especie de túnica a pedirme trabajo.
—Entonces… Si te acuerdas de mí a pesar de lo que dices, muy mal intento de ignorarme.
Sus labios tiemblan, ya le estaba costando forzar la sonrisa.
—Sal por donde viniste antes de que llame a los guardias.
—¿Los guardias saben que eres un incumplidor de obligaciones civiles?
—Eso no lo ven los guard- ¡A ver! ¡¿Cuál es el punto?!
—Sé que has usado tu puesto como excusa, paga a tus acreedores.
—¿Y qué harás si no lo hago?
—Digamos que… Yo solo soy el mensajero, por lo que me dijiste, a los guardias no les corresponde, pero si no terminaste esa oración es porque tampoco lo saben.
Ahí su sonrisa se le borra completamente.
—Escucha escucha escucha, no es necesario dar tantas vueltas, sí, debo trueques, estoy cansado de que me insistan lo mismo, pero es una larga historia.
—Yo tengo todo el día.
—Era un decir, la cosa es que lo mío no es una excusa del todo, las órdenes del misericordioso es que ningún puesto público como el mío puede ejercer comercio.
—Tampoco creo que te prohíban pagar.
—La cosa es que mis ganancias son monedas de oro que casi nadie de la plaza central quiere, todos piden que les des cosas a cambio a menos que sean cosas bien grandes.
»Les intente convencer de que era un pago de valor de ese bien en cuestión tal y como me sugirió el misericordioso cuando le pedí su ayuda, pero ellos me siguen exigiendo que les de un kilo de aluminio como era el trato, eso no lo puedo conseguir ahora en la plaza central, a menos que me... —Se acerca y en voz baja me responde—. Des prestado del almacén subsuelo.
—Ni hablar, lo que hay ahí no es de mi propiedad, no voy a robar por ti.
—No sería robar, yo te lo devolvería en algún momento.
—¿No eres bueno para concluir negocios? ¿Verdad?
—Maldición, está bien, te voy a pedir algo que para ti puede que sea igual de ilegal, eso es que vayas a las minas del lado norte, son las más activas y hay toda una cueva de entrada.