Fragmentos de un Mundo Roto - La Ciudad Perdida

Episodio 21 - Lo Prometido es Deuda

Al encontrarme con Nassoumi le hice seña para ir al mismo lugar de la otra vez y ella no tardo ni dos segundos en captarlo.

—Capataza, hice lo que me pediste, Karim concluirá sus deudas.

—Genial, lo prometido es deuda, yo ya he averiguado lo del laboratorio y también encontré la manera de que te dejen pasar, aunque estaba esperando a que me dieras las buenas noticias.

—¿Cuál fue la manera? Si no te molesta que te pregunte.

—Bueno, les mentí diciendo que eras un hombre de ciencia.

—Yo sé matemáticas.

Nassoumi aprieta el entrecejo.

—¿En serio? Bueno, entonces no les mentí.

—¿Por qué querías que Karim pague su deuda?

—Muy simple; Porque es lo que debe hacerse, había una persona en cuestión que me insistía con que lo castigue o algo así a pesar de que esa no es lo que debería hacer. No sé porque me pidieron eso a mí, pero sabía que esto podía pasar a mayores y al mismo tiempo no quería traerle problemas a Karim.

—No se equivocaron haciéndote capataza, aunque fácilmente podrías ser una alguacil.

—¡Jaja! No digas tonterías, Roto para siempre. Aunque me gustaría saber cómo lograste convencerlo.

—Le insinué que podía ir con los guardias y me comento la situación, él quería pagar con oro, pero le exigían que diera un kilo de aluminio, así que fui y compre aluminio por él.

—¿En serio? No te imaginaba diplomático. Esperaba que lo amenazaras y nada más.

—¿Tan malo me veo?

—No sé si malo sea la palabra que busco. Pero no pensé que lo ayudarías en forma tan generosa.

—Generosa no sé, yo quiero ir a los laboratorios.

—Lo sé, pero igual, habla bien eso.

—Está bien, por otra parte quería preguntarte por Erick.

—¿Erick? Ah sí, otro que Taleh, pero con cuerpos y personalidades opuestas.

»A diferencia de Taleh que sus padres siempre dijeron que no era su hijo, Erick los perdió de joven, él los quería mucho y ellos lo querían a él, pero un día les paso lo que les tuvo que pasar ya que ambos criticaron al gobierno del misericordioso por no brindarle apoyo, todo porque habían leído un libro de salud de discapacitados o algo así, la cosa es que eso no les trajo más que desgracias.

»Eso lo hizo devenir en un ladrón que debido a su deformidad física que provocaba que nadie lo contrataran y al mismo tiempo lo hicieron pasar por alto, en el sentido de que a nadie le importaba, no que se hacía pasar por alguien alto.

»Cuando los guardias finalmente se pusieron de acuerdo en que debían atraparlo, se había esfumado, como si alguien le hubiera advertido de que iban a por él.

—¿Todas son historias tristes en esta ciudad?

—Tu preguntaste.

—Tienes razón.

—Pues a seguir trabajando, me gustaría quedarme aquí hablando, pero lo mío no es solo dar órdenes, también tengo que ayudar con los pesos pesados.

—¿Me avisas cuando sea el momento de ir a los laboratorios?

—Quédate en el almacén de subsuelo, ya te iré a ver cuando tenga todo listo, no le digas a nadie, los guardias no deberían saber.

—Ni Taleh se dará cuenta.

—Él de por sí no se entera de nada.

—Cierto.

Ella estaba sonriéndome, pero cambia su rostro a uno más serio cuando vuelve a donde estaba toda la gente.

Supongo que quiere conservar su imagen de mujer dura como las piedras.

Hice lo que Nassoumi me pidió, me quedé esperando, mientras seguía escribiendo en mi diario.

A veces recontaba los materiales que teníamos, pero sigo sin entender por qué este lugar necesita protección, no hay chances de que alguien se meta y que Taleh no los vea.

Es decir, también podrían poner guardias, ¿No? Algo debe haber, por otro lado, esta esa otra puerta que está cerrada con llave.

Intente ver desde la rendija de la cerradura, pero estaba oscuro para poder ver lo que había.

Luego de terminar mi guardia, me fui a dormir y me levanté ansioso de ver a Nassoumi.

Pero no llegaba, las horas pasaban y ya era de noche otra vez.

Tock tock tock.

Golpes en la puerta, debe ser ella.

Al abrirla veo que esta con una especie de túnica o capa que le tapaba parte de la cabeza, era… Extraño, incluso por un segundo no la reconocí.

—¿Estás listo para ir a los laboratorios cómo te prometí?

—¿Hace falta que me ponga mi sobretodo?

—No, ve con la ropa que te dieron.

Hago lo que me dice y de paso llevo mi diario y algo para escribir, casi como la biblioteca solo que no lleve un par de hojas sueltas.

Las calles estaban heladas, el viento silbaba y Nassoumi iluminaba las calles con un farol en mano.

—¿Por qué llevas eso encima?

—¿Esto? Es una capucha, hace frio y tampoco quisiera que los guardias me vieran, igual, no hay nadie en estos lugares.

—¿Entonces no está tan aprobado por el rey?

—Cómo te dije, no es un lugar autorizado, no te puedo invitar como si de la biblioteca se tratase.

—Entiendo.

Llegamos a un lugar que tenía el tamaño de un deposito pequeño, con luces y una entrada de dos metros.

Nassoumi aprieta el botón, se acerca a la red metálica en forma de medallón que estaba a la derecha y habla.

—He traído al sujeto.

Me quedo mirando a mi alrededor mientras estoy cerca de Nassoumi.

—Oímos, ahí sube el ascensor. —Replica una voz que sale de ese aparato.

—¿Ascensor?

—Es más fácil verlo que explicarlo. —Suspira Nassoumi.

Se escucha un ruido que solo puedo describir como ominoso.

Las puertas se abren en forma horizontal, no como el de los dormitorios de las minas que se abrían en forma vertical, sino que este llevaba a un lugar cerrado.

No era claustrofóbico, pero me daba pánico entrar.

—Vamos, entra, no te quedes ahí parado.

—Ahí voy.

Nassoumi aprieta un botón y las puertas se cierran.

Solo escucho un ruido extraño mientras tengo la sensación de que estoy descendiendo, pero no veo nada.

Intento mantenerme inmóvil, pero me da un poco de inconformidad.




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