Luego de hacerme limpiar las suelas del calzado, seguimos caminando por los laboratorios
—No sé si les molesta que les pregunte pero; ¿Cómo hacen para mantener tan limpias las instalaciones?
—Muy simple, no somos muchos y además casi nadie entra.
—¿Cuántos científicos son?
—Noventa y cinco.
—No parece poco.
—No lo son, pero si lo dividís entre ingenieros, biólogos, virólogos, psicólogos, tanto doctores como licenciados y sus docentes o estudiantes, la verdad es que no es mucho.
—Ya veo, entonces este lugar apunta más a una academia, ¿Pero no hay una unión con la biblioteca?
—Más allá de alguno que otro libro que necesitemos, no, lo que es útil para las ciencias las tenemos aquí.
—Entiendo, ¿Y a qué te dedicas?
—Yo antes era obstetra, me dedico a partos, antes trabajaba para el ministerio de salud pero yo estaba más interesado de ir más allá con mis conocimientos, quiero escribir apuntes que les sirva a futuros enfermeros. Pues con la falta de educación primaria exigente, hay que bajar las exigencias que tenían en el viejo mundo.
—Eso es bastante interesante, pero, ¿No hacen partos aquí?
—No no, esto es para investigaciones más que para poner a practica la teoría.
Por un lado, me seguía pareciendo estúpido ese asunto desde que Sali me lo conto, pero en parte puedo entender su razonamiento.
Pero, ¿Era «su» razonamiento?
—¿Las ordenes las da el rey?
—Por supuesto, claro que sí, pero recibimos un trato más bien reciproco, nosotros informamos, él nos pregunta y le aconsejamos.
—¿Y él quiere que no sea público estos laboratorios?
—¿En qué sentido?
—En el único que puede haber, es decir, que tú puedas investigar la ciencia del parto mientras ejerces.
—Sin dudas, pero ya hay gente ocupándose y a veces salgo a enseñar, de hecho, por eso te recibí, soy de los pocos que más contacto tiene con la gente de la plaza central.
»Pero a lo que vinimos; ¿A qué te dedicas?
—Soy experto en matemáticas.
—¿En que parte? Hay muchas matemáticas, ¿Puedes medir cosas sin problemas?
—Sí.
—No me dice mucho. A ver, Pitágoras. Dime lo que se te venga a la cabeza.
—¿El teorema de Pitágoras? Explícamelo.
—Para calcular la hipotenusa, es decir, la parte más larga, agarras los catetos, los pones al cuadrado, los sumas y ahí está el resultado.
—¿Y para qué sirve eso?
—Para medir la hipotenusa, sirve para todos los triángulos rectángulos, sin importar el número, funciona siempre aunque modifiques sus valores.
—Ya veo. Mira, te voy a ser sincero, no recuerdo bien lo que era, lo mío es más medicina, pero hasta donde sé era algo así como dijiste, no sé porque me lo hicieron ver a mí.
Lo primero que se me paso por la cabeza fue decirle; “¿Para qué me lo preguntaste si no te lo acordabas?” Pero bueno, me sentía un poco decepcionado, esperaba más de un “científico”.
—¿Me harás más preguntas?
—No, creo que te puedo llevar con la doctora, ella sabrá en que asignarte.
—Perfecto, vamos entonces.
Paso por los laboratorios, sigo sin acostumbrarme de ver tanto piso como paredes con forma de baldosa cuadrada blanca en todos lados, que reflectan las luces, supongo que te acostumbraras con el tiempo, de la misma forma que me acostumbre al ruido de la plaza central, pero sigue pareciéndome un montón de brillo por doquier.
¿Sera posible decir que existe contaminación sonora y visual? Porque creo que eso encajaría bien con lo que busco describir.
Veo algunos lugares con ventanas pero que tenían las puertas cerradas y las luces apagadas.
—¿Qué son esos lugares? —Pregunto mientras apunto con el dedo.
—Eran viejas instalaciones de huerta, fueron improvisadas para la época más oscura de esta ciudad.
La época más oscura ¡Es lo que me dijo Sali!
—Pregunta, doctor.
—No no, yo no lo soy, Doctora es lo que vamos a ver, me alagas, pero soy licenciado.
—Bueno, licenciado, veo que este lugar no es solo académico.
—Ah no, también provee luz, hacemos generadores, creamos los faroles eléctricos de larga duración y es aquí mismo donde los cargamos.
—¿Faroles de larga duración? ¿Cuánto pueden llegar a durar?
—Días como mínimo, varios meses si los hacen bien, a veces traen faroles y nosotros hacemos el trabajo, aunque casi siempre hay una herrería que se encarga de electrodomésticos, pero solo en los arreglos muy básicos se encargan.
»Cuando el daño es muy fuerte o cuando son varios faroles que requieren de carga como lo son el caso de los guardias, ahí si que delegan el trabajo a nosotros.
Bueno, ahora lo entiendo, no solo investigan, no solo dan energía, sino también que este lugar tuvo huertas, ¿Pero porque ya no? Le iba a preguntar pero…
—La doctora esta en el otro lado, háblale como me hablaste a mí y creo que te va asignar algo genial, quién sabe, tal vez nos veamos más a menudo.
»Pero explícale por qué viniste, por lo general tenemos un procedimiento de reclutamiento pero lo nuestro fue distinto porque tú no eras un joven de alguna familia conocida como el caso de los estudiantes, así que tú eres un caso excepcional.
»Calculo que ella se encargara de todo, yo dije que te daría la bienvenida pero viendo que tienes potencial capaz ella te pueda examinar mejor, pero mí última pregunta es; ¿Cómo aprendiste matemáticas?
—Autodidacta.
Sus labios se estiran, una sonrisa sarcástica como si le estuviera tomando el pelo.
—Tal vez puedas ser un buen profesor en ese caso. —Respondió mientras me dejaba a solas con ella.
Veo a una mujer de espaldas, sola en ese lugar tan blanco brillante como el resto de los laboratorios.
—Hola, ¿Eres la doctora?
—Soy doctora, así es, ¿Eres el nuevo? Me hablaron de ti, pero estaba ocupada para recibirte.
Ella se da la vuelta y puedo admitir que fue una grata sorpresa.
Pese a que me dijeron que se trataba de una persona que no era de salir mucho, lo primero que vi es que era una mujer preciosa, su tono de piel era igual al resto, pero su cutis era impecable.