Las cosas que han pasado desde la última vez que escribí en mi diario…
Los días que iba a trabajar algunos me preguntaban, no sé si era por interés siendo que los guardias les dijeron que pueden recompensarlos por reportar todo lo que haga o por curiosidad.
A todos les dije lo mismo, que el rumor era cierto y andaba viviendo en el bloque de vivienda, pero no sé cuál era el punto de eso, pues no la pague con oro ni tampoco que mi trabajo sea excepcional.
Prefiero decir la verdad y confirmar ciertos rumores antes de que se combinen con rumores mal intencionados y prejuiciosos.
Lleve casi todas mis cosas a mi casa excepto por mi vieja ropa y espada, eso lo deje escondido en el almacén del subsuelo. Así fue como me organice.
Decidí armarme con valor y partir hacía el palacio del Misericordioso, cuya ubicación estaba siempre visible por su torre.
Cuando estuve listo me puse mi ropa de trotamundos y tome la espada de Anuar, si todo salía bien, volvería al almacén de subsuelo para cambiarme.
Los guardias solo eran numerosos por la noche, por el día no había tantos, así que no era complicado evadirlos.
Iba avanzando y me encuentro con el laberinto de baniano, ir por costeando me hacía visible, así que atravesé la entrada sin temor.
Supuestamente siempre hay guardias por si alguien se pierde, pero entre tanto pasillos y esquinas era mil veces mejor que trotar por las vacías calles, ya que me podían exponer con mucha facilidad.
En principio el laberinto por dentro tenía cada vez menos vallas de metal y daba paso a ramas y troncos que traban el lugar.
Diría que mi brújula y mis mapas me servían para no repetir el camino, pero les miento si digo eso ya que mi referencia seguía ver la torre que estaba al final del camino, o presumir que este lugar tenía una salida hacía ese lado.
Estuve un buen rato paseándome por ese lugar y no encontré ningún guardia ¿Y si en realidad eso era mentira? Era fácil decirlo, pero no se me iba la sensación de que siempre alguien me esta vigilando y tener la impiedosa necesidad de darme vuelta todo el tiempo, pues en cualquier momento podían agarrarme.
Encuentro una puerta que estaba llena de enredaderas de los dos lados, intento usar mi espada para cortar las hierbas con delicadeza sin golpear como un desquiciado, pero era inútil. No porque no tuviera filo, sino porque eran demasiadas plantas.
Miro a mi izquierda y contemplo la torre una vez más.
Por alguna razón, me entra una idea, este lugar no parecía ser un laberinto per se, sino una especie de plaza que el árbol se había ido de control.
¿Voy a seguir las reglas ahora? No.
Empecé a brincar las paredes, las primeras eran rápidas, pero luego me iba agotando más y más.
Me motivaba la idea de estar cada vez más cerca de la salida.
En eso:
—¿Escuchaste ese ruido?
—Pensé que me lo había imaginado.
Oh no, este lugar si tenía guardias después de todo.
Empecé a apurarme en mi brinco y utilizaba toda la fuerza de mi cuerpo, pero sobre todo, procuraba no hacer tanto ruido esta vez.
Una vez del otro lado me agacho.
—Lo escuche por acá.
—Tal vez es solo un animal.
—Un animal no hace tanto ruido.
—Ja, eso es porque no viste cuando se metió una cucaracha en una bolsa que tenía, hacía tanto ruido que hasta creía que era una rata.
—Si tú lo dices…
Por poco me atrapan…
Encuentro la salida, veo hacía adelante mi destino.
Fui hacía el horizonte, hasta que finalmente llegué.
La entrada tenía una reja de metal parecida a la del laberinto salvo que esta era más delgada.
El lugar tenía lapidas bastante estropeadas, dudo que hayan enterrado alguien recientemente. También veo algunas estatuas de ángel.
¿Qué tienen de especial? Que estás no tienen la cabeza rebanada.
Olvide anotar eso de aquella vez, Sali me dijo que pidió ocultar todo sobre los miembros fundadores y ocultarlas en alguna parte que no pregunte porque no me importo tanto en ese momento como entender la historia de este lugar.
Si mal no recuerdo mal, había oído que las cabezas están ocultas en alguna parte de la biblioteca, aunque es raro que el misericordioso no tema de los distintos ídolos de adoración, siendo que si se descontrola puede ser de gran influencia, incluso más que los proceres.
¿Pero yo soy el que debe pedir coherencia a este rey? No lo creo.
Subo las escalinatas y llego a la entrada principal del lugar, aunque cuyas puertas no eran tan grandes como la de la biblioteca.
Miro por la rendija de la cerradura.
El lugar era bastante bonito, con escaleras, balcones y…
“No puede ser…”
Eso fue lo que susurré cuando vi que el lugar tenía docenas de hombres vigilando, nunca vi tantos guardias antes.
No podía entrar por la puerta y saludar al rey, no creo que me dieran la bienvenida, vi a mis costados y noté que el había un grueso borde del lugar.
Así que fui caminando con la cara pegada a la pared para llegar a una ventana que estuviera abierta.
Para mi suerte, el lugar tenía unos muebles, así que baje hacía la mesa que estaba del lado de adentro.
Pero no todo podía salir bien, ya que se inclina y se cae con ello todo lo que tenía encima, yo logro caer bien, escucho unos pasos que se acercan del otro lado de la puerta, así que me escondo por las dudas.
Un guardia se asoma y alumbra con el farol.
Al no ver nada fuera de lo normal, apaga la luz y se va.
Espero unos segundos para seguir avanzando, pero antes acomodo la mesa en su lugar por si vuelvo a necesitar esta habitación para salir.
Saco la cabeza con cuidado y miro para los dos lados.
Al no ver ni una sola alma en está parte, prosigo a continuar.
Los pasillos eran enormes, algunos estaban iluminados con luces eléctricas que se notaban que habían sido puestas hace poco, pero otros pasillos del palacio estaban vacíos y a oscuras, esos eran buenos lugar para esconderse.