Fragmentos de un Mundo Roto - La Ciudad Perdida

Episodio 28 - Promesas y los Días Contados

Me puse la ropa que me regalaron cuando fui a la biblioteca, pues no tenía que ocultar nada, yo era parte de esta ciudad ahora aunque el rey no piense lo mismo.

Pero también tome mi característico sobretodo la cual me había acompañado junto a mi diario y que sentía que ya era simbólico para muchos.

Me dirigí ha las minas a toda velocidad, no había tiempo que perder y ya sabía la forma más rápida de llegar.

Entre al lugar, fui a donde estaba el generador y hablé por una radio, que era así como llamaban a los dispositivos de comunicación que usaban en este lugar.

—Hola, ¿Alguien me escucha?

Esperaba un rato y probaba distintas cosas.

Me apoye contra una pared mientras me masajeaba la sien.

Hasta que escuche un ruido que salía de la radio, eso me espabilo y me puse erguido a la par que me acerque la radio.

—¿Quién habla? ¿Quién anda ahí?

—Soy Roto para siempre.

—¿Roto para siempre?

Había un ruido de fondo, era alguien pidiéndole que le pase la radio.

—¿Roto para siempre? ¿Eres tú? Soy yo, Essoh, ¿Voy con Dotia? ¿Traes… —Termina la oración con un susurro—. Oro?

—Llama a todos, quiero que se reúnan cerca de la entrada del lugar.

—¿A todos?

—A todos los mineros.

Por unos segundos no me responde.

—¿Por qué?

—Necesito hablar con ellos, es importante.

—Bueno…

Al parecer por su tono de voz, no era lo que Essoh esperaba, pero ya iba arreglármelas para convencerlo de alguna forma.

Algunos mineros llegan en grupo, otros llegan en solitario.

Eran cincuenta y cuatro hombres, todos con equipamiento minero del mismo color.

Todos se van quitando lo que sea que llevasen en la cabeza mientras se ponen en frente mío, con más o menos tres o cuatro filas, sin entrar en tantos detalles.

—¿Y bien? ¿Qué quieres? —Inquiere Dotia.

—Primero que nada, me voy a presentar, no soy de repetir lo que digo así que escúchenme bien; Soy roto para siempre y busco su ayuda.

—Oigan… ¿Ese no es el hombre buscado en la plaza central? Escuche rumores de él hace poco. —Responde uno entre la multitud.

—¿Y qué dijeron que iban a darte a cambio si me entregaban a los guardias?

Solo se oye silencio.

—Exacto, a diferencia del rey, yo tengo una propuesta clara y concisa. —Camino de un lado a otro con cierta lentitud para enfocarme—. Ustedes tienen equipamiento ¿Lo hicieron por su cuenta?

—Sí, aunque solo algunos, no todos, algunos sabemos más, algunos menos, claro. Digamos que nuestros conocimientos varían, lo siento, no quise divagar. —Explica Essoh.

Saco planos de mi mochila.

—Esto, es un cañón de mano, también conocido como dragón o trabuco, es un arma de fuego que estalla y genera daños a los que estén en su alcance.

—¿Podíamos usar la pólvora como arma? ¡¿Cómo no se me había ocurrido antes?! —Exclama Dotia.

En eso, escucho una nueva voz, era la más ronca de todas, que parecía ser importante pues todos lo miran por igual;

—¿Qué es lo que quieres que hagamos con esas… «Armas»?

—¿Quién es el que pregunta?

—Yo, Hudhayfa, líder de los mineros. —Establece su presentación mientras se acerca con unos tres pasos adelante de la fila y todos se apartaban de él.

—Quiero que las fabriquen y la traigan junto a la pólvora, el rey los ha estado explotando por mucho tiempo, yo no les traigo promesas vacías.

—No oigo la parte en la que ofreces algo… —Responde Hudhayfa mientras levanta las cejas.

—Les daré a todos la oportunidad de vivir en el bloque de vivienda uno y dos.

»Además, si quieren, haremos una votación de como debería ser la ganancia de cada minero, he oído malestar con los cambios, yo, hare todo lo posible para beneficiarlos, pero deben ayudarme.

»En dos días las armas deben estar listas y preparadas, ya que seré ejecutado en la horca y quiero que me brinden la protección que necesito y me sigan a todo momento.

—N- no podemos estar escuchándolo, ¡Es un hombre que quiere que batallemos contra el misericordioso! —Vocifera uno de ellos.

—Silencio. —Ordena Hudhayfa—. Te ayudaremos si cumples con tu palabra de que volveremos al viejo sistema de ganancias, además, si dejas que sean algunos los que tengan la opción de irse, este es mi hogar y no me voy de aquí por nada, no sé qué piensa el resto, pero esas son mis condiciones.

—Por supuesto, los que quieran seguir aquí, lo harán, pero aquellos que quieran una nueva vida, serán recibidos en uno de los mejores lugares de la plaza central.

—Excelente, trato hecho.

Entrego los planos, les indico donde estaba la horca y me retiro del lugar.

Vuelvo a mi habitación, al abrir la puerta encuentro varios sobres en el suelo.

Eran las respuestas de las cartas que había entregado, Nassoumi cumplió, en las cartas que envié, indique que cualquier duda o cosa que tuvieran que comunicar las lleven aquí cuando no haya guardias cerca, ya que estaba seguro que nadie va a vigilar un lugar que ya revisaron.

La ciudad era demasiado grande para revisar varias veces el mismo sitio.

Todas las cartas que me llegaban eran parecidas, pero dos me hicieron saber que todo iría bien.

No eran todos los que podían escribir, pero tampoco eran solo los que me enviaron cartas los que estaban de mi lado.

La carta que más me gusto fue la siguiente:

«Roto para siempre, he cumplido mi parte, hemos convencido al herrero que nos comentaste para que nos ayude en hacer más armas.

Sabemos de tu ejecución, los guardias lo están anunciando, no sé si es un aviso verdadero o solo quieren ver nuestra reacción.

Lo único que me hace pensar es que, si nos toca tomar una posición, yo por lo menos te digo que estaré cuando más lo necesites.

Atentamente. Ghalib.»

La que me llamo la atención por su sinceridad fue está otra:

«Hacer estás armas ha sido complicado, pero varias están funcionando luego de hacer la prueba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.