La muerte y yo

¿Bailamos?
No sé qué contestar a esa pregunta,
porque bailaría con el ente que tiene el poder de destruirme,
pero sigue empeñado en que siga con vida.
Me tomó del brazo,
no me aprisiona,
pero me sujeta a esta inarrable agonía
con la excusa de una angosta compañía.

Le dije que mejor conversemos,
que intente aclararme,
porque la oscuridad ya está en todos lados,
El río está por encima de mi pecho por eso no nado.

¿Por qué no me llevas contigo y terminamos este duelo?

Yo ya te entregué mi vida sin que me la pidieras,
¿por qué te sigues rindiendo si a mí no me queda nada por qué luchar?

La muerte responde: llevarte es fácil, sería muy sencillo,
pero a donde vas no te esperará un castillo.

Y aunque me diste un poder, a mí me falta querer.

¿Quién crees que es la muerte? ¿Crees que soy la misma para cada persona?

Sé que con la vida nadie razona; ¿ porque no es ella peor que yo?
A mí me buscan en su auxilio y luego me culpan si cometen suicidio.

Pero no soy yo quien los llama; ellos me enamoran con su enfermedad,
me dicen que soy la cura y a la vez una tortura.
Porque aunque la muerte carece de vida, posee humanidad.

¿Y al final de este baile... serás tú quien dé el paso?
¿O me dejarás bailando sola otra vez?