Fragmentos de Vladimir

Capítulo 9: Un día para guardar

⚪ Hay momentos que parecen pequeños… hasta que el tiempo te muestra lo grandes que eran.

Era un día cualquiera en el kinder, o al menos eso parecía. El cielo estaba tan azul que hasta la maestra se veía menos estricta. William y yo decidimos que, en el recreo, íbamos a construir la mejor pista de carreras de la historia usando solo piedras, palos y un par de canicas que traíamos en el bolsillo.

Nos agachamos juntos y comenzamos a dibujar caminos en la tierra. Él se encargaba de las curvas y yo de hacer algunos puentes. No se cuando tiempo pasó, pero para mi fueron muchas horas. Todo era risas, discusiones sobre qué curva debía ser más grande, y pequeños gritos de victoria cuando la canica llegaba al final.

En ese momento no pensaba en nada más. No en los gritos de mi casa. No en la sensación de estar fuera de lugar. Solo existía la carrera. Solo existía William y la forma en que sus ojos brillaban cuando ganaba.

Cuando sonó la campana, tuvimos que dejar la pista ahí. Sabíamos que alguien la pisaría o que el viento se llevaría todo… pero no importaba. Ese día, la hicimos. Ese día, fue nuestra. Y en mi cabeza, todavia sigue ahi.

Ahora, cada vez que encuentro una canica, no importa donde, siento que es como una puerta pequeña que me lleva de vuelta a ese rincón de tierra. A ese momento exacto donde me sentí, aunque fuera por un rato, completamente feliz.



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En el texto hay: reflexion, infancia, poetico

Editado: 06.08.2025

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