Fragmentos del Corazón

Capítulo 1: El eco de un encuentro

Capítulo 1: El eco de un encuentro

El sonido distante del tren resonaba en la estación vacía. Era una noche fría, como todas las noches que parecían interminables en aquella ciudad que nunca dormía. La lluvia había dejado su huella sobre los charcos en el andén, reflejando las luces que titilaban, como un destello de vida entre la quietud de la oscuridad. Luna se encontraba allí, con los ojos cansados, el cabello revuelto por el viento y las manos temblorosas, apretando con fuerza su bolso, como si con eso pudiera sostener el peso de sus pensamientos.

Del otro lado del andén, Kai observaba el vacío, su mirada perdida en la nada. A pesar de la distancia física que los separaba, algo en su interior resonaba, como si las piezas de un rompecabezas estuvieran a punto de encajar, aunque él no supiera cómo ni por qué. Había algo en la estación, en la lluvia, en la quietud del momento, que lo conectaba con ella, a pesar de los años que los habían alejado.

Luna lo miró por un instante, y una pequeña parte de ella, esa que aún se aferraba a lo que una vez tuvieron, se estremeció. La memoria de sus primeros días juntos era algo que nunca se desvanecería por completo. Los ecos de su amor seguían vivos en su pecho, a pesar de todo lo que había pasado desde entonces. Y en ese instante, las palabras no dichas, los arrepentimientos y las promesas rotas, parecían cobrar vida nuevamente.

Recuerdos de un día soleado en el parque, hace ya tanto tiempo. Un libro olvidado en una banca, un simple objeto que se convirtió en el puente entre dos almas. La forma en que Kai había extendido la mano para recogerlo, y cómo sus dedos se rozaron accidentalmente, esa fricción momentánea que, para ella, lo cambió todo. Fue en ese pequeño gesto cuando Luna escuchó la pregunta que quedaría grabada en su memoria:

"¿Crees en las casualidades?"

La voz de Kai, suave pero firme, la había sacado de su trance, y por un momento, todo a su alrededor se desvaneció. El mundo dejó de moverse, y el futuro pareció colapsar en ese instante de conexión pura. Luna se había reído nerviosa, sin saber bien qué responder. El destino parecía jugar con ellos desde el principio, y la duda sobre si aquello era una casualidad o algo mucho más profundo nunca se desvaneció.

Recuerda el sonido de su risa, la chispa en los ojos de Kai mientras esperaba una respuesta. "¿Y tú?", le había preguntado él, tomando su tiempo antes de sonreírle de nuevo, como si no hubiera lugar para la ansiedad en su corazón. Pero Luna, atrapada en la confusión, solo alcanzó a decir: "Tal vez sí, pero no sé cómo." Aquella respuesta había sido suficiente para ambos, porque lo importante no era la lógica detrás de esa pregunta, sino el hecho de que, en ese momento, el destino les había mostrado un camino juntos.

Ahora, en la estación de tren, todo parecía lejano y distante. Ya no eran aquellos jóvenes con sueños por construir. El dolor, la soledad, y las decisiones equivocadas se habían interpuesto entre ellos, como muros invisibles que no podían derribar. Pero, mientras Kai la miraba a lo lejos, algo en su interior le decía que había una posibilidad, aunque fuera pequeña, de reconstruir lo que una vez existió.

Luna, por su parte, sintió cómo un nudo en la garganta la ahogaba. Ya no estaba segura de lo que sentía. Quizás, en algún rincón de su corazón, aún había espacio para él, pero también sabía que la vida no se había detenido en el momento en que se separaron. Había caminado sola durante tanto tiempo, había aprendido a ser fuerte y a enfrentarse a la vida sin esperar que él regresara. Ahora, verlo allí, de pie en la estación, la descolocaba.

No intercambiaron palabras, pero el silencio entre ellos decía más que cualquier conversación. La estación, las luces titilando, la lluvia cayendo… todo parecía estar alineado en ese momento para recordarles lo que alguna vez fueron, pero también lo que nunca llegarían a ser.

Finalmente, el tren llegó. Luna dio un paso atrás, alejándose de la mirada de Kai, sintiendo cómo sus pasos se dirigían hacia el futuro que aún no conocía. No sabía si había tomado la decisión correcta al no acercarse, al no hablar con él. Pero, en su interior, sentía que aún había fragmentos de lo que alguna vez compartieron, fragmentos del corazón que quizás algún día se volverían a juntar.

Con el ruido del tren llenando la estación, Luna subió al vagón y se perdió en la multitud. Kai, por su parte, permaneció allí un momento más, observando cómo la figura de Luna desaparecía entre la gente. Un suspiro escapó de sus labios, y aunque no dijo una sola palabra, algo dentro de él ya había cambiado. El eco de ese encuentro, aunque breve, había dejado una huella, una marca indeleble en su corazón.




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