Fragmentos del Corazón

Capítulo 6: Horizonte eterno

Capítulo 6: Horizonte eterno

Los meses siguen pasando y la vida de Luna, aunque tranquila, está marcada por la rutina. Su hijo ha crecido, corre por la casa con la energía que solo un niño de tres años puede tener. Los días son largos, pero ella encuentra consuelo en su pequeño, en las risas que llena la casa. Sin embargo, la constante presión de ser madre soltera, de tomar decisiones que antes compartía con Kai, la agota. En ocasiones, se siente sobrepasada, como si el peso de la maternidad le robara la posibilidad de ser ella misma, de sentirse libre.

Un sábado, mientras juega con su hijo en el parque, Luna siente el aire fresco en su rostro. Es uno de esos días en los que el sol brilla con fuerza, pero la brisa sigue siendo fría. Observa a su hijo correr hacia los columpios y sonríe. El niño parece tan feliz. No hay nada más que desee que verlo crecer sano y feliz. Se sienta en una banca, y por un momento, se permite pensar en lo que le falta. En lo que quiere para ella misma.

De repente, algo la interrumpe. Una figura familiar aparece entre la multitud de personas que pasean por el parque. Es Kai. Su mirada, al encontrarla, se llena de una mezcla de sorpresa y duda. Luna siente cómo el nudo en su estómago se aprieta, pero también, por primera vez en mucho tiempo, se siente tranquila. Está en paz con lo que ha hecho, con lo que ha vivido.

Kai se acerca lentamente, y Luna se queda sentada, observando. El niño corre hacia ella, tomándole la mano, y Luna, casi como una defensa, lo coloca entre ella y Kai. Es una barrera, una protección que ya no necesita justificar.

—Luna —dice Kai, su voz baja y seria—. Quiero hablar. Solo unos minutos.

Ella lo observa en silencio. El viento mueve su cabello, pero ella no se inmuta.

—Dime lo que tengas que decir —responde con firmeza. No hay resentimiento, pero tampoco hay prisa. Ella está en otro lugar ahora.

Kai suspira profundamente, buscando las palabras correctas. He pensado tanto en este momento, pero nada parece adecuado. No sabe cómo comenzar, ni qué esperar de ella. Pero sabe que su corazón no puede seguir cargando el peso de la incertidumbre.

—Sé que no tengo derecho a pedir nada, pero... quiero ser parte de la vida de nuestro hijo. Quiero estar allí, aunque sé que no puedo regresar al pasado. —Hace una pausa, mirando a su alrededor antes de continuar—. No estoy pidiendo que me perdones ni que volvamos a estar juntos. Solo quiero una oportunidad para demostrarte que puedo ser mejor, por él, por nosotros.

Luna no dice nada. El niño está jugando en el columpio, ajeno a la tensión que rodea a sus padres. Un silencio pesado se establece entre ellos, pero Luna no se siente presionada. Sabe que las palabras son solo palabras, y que el tiempo es el único que puede darles verdadero significado.

—Te dejo en paz, Kai —dice finalmente, sin rencor—. Lo que pasó, pasó. Lo que importa ahora es lo que hacemos para el futuro. Y eso incluye a nuestro hijo.

Kai la observa, y aunque la respuesta no es lo que esperaba, sabe que es lo mejor que puede obtener. Se da cuenta de que tal vez nunca será capaz de reparar todo lo que hizo, pero por primera vez, comprende que, al menos, puede ofrecer algo más que promesas vacías.

—Gracias —susurra Kai antes de alejarse, con el corazón más ligero, aunque también pesado por la verdad que enfrenta.

Luna observa su partida, sintiendo que, a pesar de todo, algo en su vida comienza a encajar. No es un final feliz, pero es un avance. Un pequeño paso hacia la paz.




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