Fragmentos del Corazón

Capítulo 8: Un nuevo comienzo

Capítulo 8: Un nuevo comienzo

El día de la boda de Luna y Kai llegó con una calma que pocos habrían esperado después de los años de tormenta. El sol brillaba suavemente a través de las nubes, y el viento acariciaba las hojas de los árboles, creando una atmósfera perfecta para lo que había sido un viaje largo y doloroso para ambos.

La ceremonia fue pequeña, solo unos pocos amigos cercanos y familiares. En el centro del jardín, con flores blancas y rosas decorando todo, Luna caminaba hacia el altar, su hijo pequeño a su lado, sonriendo con su carita llena de emoción. Kai esperaba al final del pasillo, sus ojos brillando de una manera que Luna no había visto en mucho tiempo.

El niño, emocionado, caminó hacia su padre, entregándole las flores. Kai lo abrazó con ternura, y el corazón de Luna se derritió al ver la conexión que finalmente estaban formando. Aunque no sería una familia convencional, el amor por ese niño los unía, y eso era lo que realmente importaba.

Cuando Luna llegó al altar, Kai la miró con ojos llenos de admiración, de arrepentimiento y de promesas futuras. No había palabras grandiosas, solo miradas que decían más que cualquier discurso.

La ceremonia fue breve pero llena de significado. Las promesas que se hicieron no eran las mismas que se hubieran hecho años atrás. Ahora, las palabras de compromiso eran más realistas, más sinceras. No prometieron un amor perfecto, sino un amor construido con paciencia, comprensión y respeto por las decisiones de cada uno.

Al final, cuando Luna dijo el "sí", el aire se sintió más ligero. Ya no estaban luchando contra el pasado, sino abrazando lo que el futuro podía traerles. Aunque no todo era perfecto, había algo indestructible entre ellos: la voluntad de seguir adelante.

Después de la ceremonia, en la recepción, Luna levantó su copa para un brindis.

—Por los nuevos comienzos, por el amor que se renueva, y por nuestra familia, que no necesita ser perfecta para ser hermosa —dijo, mirando a su hijo, a Kai, y a sus amigos y familiares.

Kai la miró, y en su mirada había una gratitud inmensa. Finalmente había encontrado la paz, y quizás, por primera vez, comprendía que el amor no solo era un sentimiento, sino un compromiso diario.

La noche terminó con risas, abrazos y el dulce sonido de las campanas de la iglesia a lo lejos. Luna y Kai, con su hijo entre ellos, sabían que lo que les esperaba no sería fácil, pero juntos, por fin, estaban listos para escribir el siguiente capítulo.




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